miércoles, 27 de junio de 2018

Votar entre guerras

Hoy miércoles a la media noche, más de 24 horas después de enviada esta colaboración, finaliza la campaña electoral de lo que se presume será una jornada electoral histórica el domingo 1 de julio. Pero será histórica porque los mexicanos votarán entre guerras que buscan impedir a la ciudadanía decidir su futuro inmediato.
Distingo al menos cinco: la guerra sucia electoral, la guerra delincuencial-policiaco-militar, la violencia de género, la amenaza del fraude electoral, consigna de José Antonio Meade, y la corrupción. En todos los casos, los actores se entrecruzan y transmutan. El problema es un ciudadano vapuleado por el miedo y la incertidumbre.
En tres meses de campaña electoral del año en que vivimos en peligro, tres debates, la propaganda sucia y perversa, la guerra de los poderosos contra la mayoría, profundizó la polarización social, empujada por el PRI-gobierno, buena parte de los medios chayoteros y las oligarquías económicas y políticas.
A fines de abril, cuando apenas llevábamos penosamente un mes de campaña electoral, a Enrique Peña Nieto se le ocurrió –una administración corrupta, sangrienta, soberbia, despreciativa de las mayorías, falaz, prodiga en privilegios a su grupo de depredadores, empresarios y políticos- demandar no votar con el estómago.
Tal cinismo solamente a un depredador se le ocurriría. La gente que irá a las urnas el próximo 1 de julio de 2018 votará dividida, vilipendiada, harta de un grupúsculo de depredadores que se enriqueció sin importarle la gente. El grueso de los mexicanos podría votar por echar de Los Pinos a los corruptos.
La delincuencia empuja una agenda perversa y violenta que amenaza al Estado mexicano, a las oligarquías políticas y a los ciudadanos. Aparte del alza de ejecuciones, atroces en muchos casos, los atentados contra candidatos y otros personajes involucrados en los procesos electorales locales, cobraron más vidas, mientras la autoridad se pasma.
Entre los políticos asesinados, destacan las mujeres. La violencia de género y política convergieron en el proceso electoral. El mejor ejemplo, aunque muchos opinadores lo niegan, fue José Antonio Meade contra Nestora Salgado, cuyas acusaciones, desmentidas sin ambages, buscaron arrancar unos puntos a punta de misoginia a AMLO.
La amenaza del fraude electoral está encabezada por José Antonio Meade y el PRI-gobierno. El candidato se refirió a ganar con el ejemplo del Estado de México, cuya elección en 2017 ha sido documentada como gran fraude electoral. Repetir esta historia no le añade puntos a Meade. Los mexicanos saben bien qué pasó en esa entidad.
Entre corruptos votamos. La corrupción en México ha sido proverbial, pero el grupúsculo que sigue en Los Pinos rebasó cualquier medición y marca. Los medios chayoteros y sus columnistas coronaron la corrupción en un país en el que los agravios tenían permiso. Solamente los poderosos tenían la razón, la gente era estúpida.
Mucho se ha escrito, y bastante mal, sobre un supuesto regreso al pasado, pero ¿vale la pena la continuidad? Fox, Calderón y Enrique Peña Nieto nos demostraron con creces que no. El primero prometió el cambio y perfeccionó la corrupción, el segundo lanzó una guerra apocalíptica, y el tercero confirmó la vorágine de la violencia y la corrupción.
Meade afirma que el populismo y el mesianismo significan un retorno al pasado y perder lo ganado, pero ¿qué ganaron los mexicanos en este sexenio? Las llamadas “reformas estructurales” han sido rebasadas por la inflación (2017), la corrupción, el mediocre crecimiento económico, la pobreza, la exclusión, el empleo precario y la violencia.
Es una falsa disyuntiva. El voto no será por enojo o con el estómago, sino por el hartazgo, la corrupción y el desprecio de que la gente es objeto. En Los Pinos se vanaglorian de un México que solo ven en ese recinto privilegiado. Más de 50 millones de mexicanos viven en la pobreza, miles han sido asesinados, desparecidos y desplazados.
¿Se puede razonar otra respuesta? No es factible. El candidato que tiene la mayoría de las preferencias tiene respuestas, limitadas en opinión de algunos, pero que apuntan a cambiar más de 40 años de un modelo económico depredador y excluyente que ha sido potenciado por la violencia delincuencial que hace de ese modelo gran aliado.
Los jóvenes, marginados y criminalizados, el bono demográfico que se extravió, se insertan en la delincuencia con la esperanza de alcanzar los “ideales” del modelo neoliberal: consumismo, individualismo a rajatabla, un mercado que lo define todo, la depredación que es marca neoliberal, la exclusión como sede de sus “oportunidades”.
A diferencia de AMLO, José Antonio Meade y Ricardo Anaya hablan de prevención y continuar con la guerra esquizofrénica de Felipe Calderón-Enrique Peña Nieto, pero no ir a la raíz de la violencia. Amenazar al presidente de la República y su candidato con la cárcel, no resuelven nada. Ni corrupción ni violencia, menos la continuidad.
Sin duda, la desigualdad, que se expresa en pobreza –más de 50 millones de mexicanos-, marginación, exclusión, discriminación e iniquidades de todo tipo, es un asunto prioritario. Otro, es el Estado de Derecho. Si Anaya respetara las instituciones, no amenazaría con encarcelar a Enrique Peña Nieto y Mead.
Es paradójico o cínico, pero Enrique Krauze llama a votar diferenciado para evitar el “poder absoluto”, pero tanto Meade como Anaya lo representan sin rubor. En más de 70 años, además de los 12 del PAN en el poder, el PRIAN ha ejercido un poder autoritario y sin complacencias. El Congreso ha estado a sus órdenes. Y está documentado.
Pocas veces la crueldad de un energúmeno en la Presidencia del país más poderoso del mundo, caso de los niños separados de sus familias inmigrantes, exhibe claramente la crisis civilizatoria que enfrentamos. No es privativo de Estados Unidos; en la Unión Europea se repite la historia. No es un hecho aislado, es el modelo neoliberal exacerbado.
El cambio que se busca en México tiene la oportunidad de atenuar y transformar por la vía ciudadana un modelo económico que en los últimos cuarenta años ha golpeado a millones. El neoliberalismo depreda los recursos naturales, excluye a la gente del bienestar, privilegia a unos pocos y ha hecho de la corrupción su meta.
Para los neoliberales, el voto por AMLO supone un “experimento riesgoso” (The Economist, 06/23/2018), pero la revista neoliberal que antes elogió a Enrique Peña Nieto le apuesta a la exclusión, privilegios de unos pocos, depredación, corrupción y una “economía o democracia moderna” a favor de las elites económicas.
Su comparación AMLO-Trump caricaturiza la democracia. México requiere un voto de paz y justicia, no el policíaco-militar, del gobierno corrupto o la delincuencia. Urge un país que transite hacia otro momento, que eche al PRIAN y sus cómplices, PRD, MC, PANAL, PVEM. En cuatro días, voto ciudadano. Acudamos a las urnas.
La última y nos vamos: 1. ¿La fiesta local, móvil del homicidio del edil de Taretan? Sofisticada motivación para una ejecución. 2. Ricardo Anaya, refrendó su posición antiaborto y contra matrimonios y adopción por parejas del mismo sexo, con el ultraderechista y neonazi Frente por la Familia. ¿Votará el colectivo LGBTTTI por un candidato sospechoso de lavado de dinero y antiLGBTTTI? 3. La ultraderechista Mexicanos Primero, privilegiada por el gobierno de Michoacán, garante de la educación pública y gratuita, al “informarle” de sus “logros y problemáticas” educativos. 4. Los candidatos a ediles de Morelia, incluido el “independiente”, prometen maravillas. Ya hasta el presupuesto anual fue rebasado. 5. Gabriel Zaid, excelso representante de la ultraderecha intelectual sobrevalorada, escribió en Reforma (06/24/2018) que AMLO es insultador, pero su recuento da cuenta del lenguaje popular, ningún insulto. 6. La fundadora del PRD, Amalia García, líder de Foro Nuevo Sol, tribu del gobernador michoacano, se bajó de los despojos del partido derechista. 7. Según el PRD, candidatos de Morena “amasan fortunas” en Michoacán, pero a quienes acusan, si es verdad, lo que tendrán que probar, fueron sus correligionarios. Habrá que revisar la fortuna de los acusadores que de seguro fue hecha igual y en paralelo. Última: Un leguleyo de Ricardo Anaya justificando las ilegalidades (AristeguiNoticias.com, 06/26/2018) que el TEPJF e INE permiten con su tarjeta, instancias que violentaron la legislación electoral vigente y la ley que protege los datos. Y el Grupo Rioboó lo denunció por daño moral.

jueves, 24 de mayo de 2018

Campañas políticas y violencia contra la mujer

Diversos reportes indican que la violencia contra la mujer, en el actual contexto de las campañas políticas está escalando niveles peligrosos. En una sociedad dividida y violentada por el crimen, en la que el PRI-gobierno y su candidato, el postulado por la otra triada corrupta, PAN-PRD-MC, alientan mentiras, agravios, guerra sucia, la vulnerabilidad de las mujeres crece.
La acusación de José Antonio Meade contra Nestora Salgado, luchadora social, candidata al Senado por Morena, es simple y llanamente violencia política y de genero contra una mujer. Su mensaje en redes sociales, el que se niega a disculparse de manera agresiva y grosera, muestra el uso perverso, ignorante y manipulado de un hecho por avanzar unos puntos en la contienda.
Efectivamente, como las encuestas lo muestran, José Antonio Meade sigue en tercer lugar, y en las próximas semanas podría disputar el segundo, pero no más. Por ello, el ignorante y mediocre candidato del PRI-gobierno, aconsejado por sus tramposos asesores, marca emblemática del PRI, usa el caso de la luchadora social por unos puntos, no por las víctimas y la legalidad.
Igualmente, mujeres del PRI, su vocera, entre otras, se aglutinan para arreciar la violencia política y de género contra la guerrerense. No es solo perversa su actitud de sumisión y obediencia, sino que son claro ejemplo del uso que hace de ellas el patriarcado misógino y violento que domina y somete a las mujeres de ese partido corrupto y pretende conservar el poder.
Acorde con una revisión de los expedientes del caso de Nestora Salgado, por Verificado 2018 (verificado.mx) y el portal Animal Político (animalpolitico.com), José Antonio Meade, y por añadidura quienes se le han sumado, mienten. El candidato del PRI-gobierno y ex funcionario del PAN, que nada tiene de ciudadano, que representa la nada, se corona como gran mentiroso.
En el coro de mujeres por la violencia política y de género, destaca la favorita del PAN con Felipe Calderón y amiga de Enrique Peña Nieto, dueña del membrete Alto al secuestro, quien afirmó que el proceso contra Nestora Salgado fue repuesto. Falso. Siguen abiertos tres casos de siete, pero por los que se le liberó, los jueces fueron claros: no había pruebas y se violentó el debido proceso.
Sin duda al patriarcado misógino del PRI-gobierno, cuyo abierto representante es José Antonio Meade, no le importa el creciente número de feminicidios que azota al país, cuya principal base político oligárquica es el Estado de México, donde asesinan a diario, con atroz violencia, a las mujeres. Y claro, tampoco a las mujeres de ese partido político corrupto.
Asimismo, sobresale el uso político de un caso jurídico por unos puntos. Las conferencias de prensa, los alegatos de sus voceros, además de llamar a la violencia política y de género, dan cuenta del uso faccioso y perverso de las instancias que deberían resolver lo que está pendiente, y los más grave: la criminalización de una mujer, luchadora social, y en general de la lucha cívica y social.
Las actuales campañas políticas significan más de lo que parecen. No es solo una contienda por cargos públicos, donde la disputa por la presidencia de la República es central, sino que está generando condiciones perversas para ahondar la división en la sociedad, criminalizar la lucha social, normalizar la guerra sucia y la violencia política y de género contra la mujer.
Este proceso también pretende hacer de la calumnia un hecho normal, atentando contra los valores de la democracia. Por ejemplo, el hecho de que Canal 11-IPN, en un farragoso boletín use a las audiencias para reabrir el programa de Ricardo Alemán, quien llamó en redes sociales a violentar a un candidato, muestra la pretensión gubernamental de ignorar y normalizar el periodismo sicario.
Si bien más mujeres están participando en el actual proceso electoral, no implica que la violencia política y de género contra ellas amaine. En algunos casos, su vulnerabilidad ha crecido; en otros, son usadas por los partidos políticos para justificar la cuota de género instituida en 2014, y varios más, son violentadas por miembros de las oligarquías políticas, como Meade.