Hoy miércoles a la media noche,
más de 24 horas después de enviada esta colaboración, finaliza la campaña
electoral de lo que se presume será una jornada electoral histórica el domingo
1 de julio. Pero será histórica porque los mexicanos votarán entre guerras que
buscan impedir a la ciudadanía decidir su futuro inmediato.
Distingo al menos cinco: la
guerra sucia electoral, la guerra delincuencial-policiaco-militar, la violencia
de género, la amenaza del fraude electoral, consigna de José Antonio Meade, y
la corrupción. En todos los casos, los actores se entrecruzan y transmutan. El
problema es un ciudadano vapuleado por el miedo y la incertidumbre.
En tres meses de campaña electoral del año en que vivimos en peligro, tres
debates, la propaganda sucia y perversa, la guerra de los poderosos contra la
mayoría, profundizó la polarización social, empujada por el PRI-gobierno, buena
parte de los medios chayoteros y las oligarquías económicas y políticas.
A fines de abril, cuando apenas llevábamos penosamente un mes de campaña
electoral, a Enrique Peña Nieto se le ocurrió –una administración corrupta,
sangrienta, soberbia, despreciativa de las mayorías, falaz, prodiga en
privilegios a su grupo de depredadores, empresarios y políticos- demandar no
votar con el estómago.
Tal cinismo solamente a un depredador se le ocurriría. La gente que irá a
las urnas el próximo 1 de julio de 2018 votará dividida, vilipendiada, harta de
un grupúsculo de depredadores que se enriqueció sin importarle la gente. El
grueso de los mexicanos podría votar por echar de Los Pinos a los corruptos.
La delincuencia empuja una agenda perversa y violenta que amenaza al Estado
mexicano, a las oligarquías políticas y a los ciudadanos. Aparte del alza de
ejecuciones, atroces en muchos casos, los atentados contra candidatos y otros
personajes involucrados en los procesos electorales locales, cobraron más
vidas, mientras la autoridad se pasma.
Entre los políticos asesinados, destacan las mujeres. La violencia de
género y política convergieron en el proceso electoral. El mejor ejemplo, aunque
muchos opinadores lo niegan, fue José Antonio Meade contra Nestora Salgado,
cuyas acusaciones, desmentidas sin ambages, buscaron arrancar unos puntos a
punta de misoginia a AMLO.
La amenaza del fraude electoral está encabezada por José Antonio Meade y el
PRI-gobierno. El candidato se refirió a ganar con el ejemplo del Estado de
México, cuya elección en 2017 ha sido documentada como gran fraude electoral.
Repetir esta historia no le añade puntos a Meade. Los mexicanos saben bien qué
pasó en esa entidad.
Entre corruptos votamos. La corrupción en México ha sido proverbial, pero
el grupúsculo que sigue en Los Pinos rebasó cualquier medición y marca. Los
medios chayoteros y sus columnistas coronaron la corrupción en un país en el
que los agravios tenían permiso. Solamente los poderosos tenían la razón, la
gente era estúpida.
Mucho se ha escrito, y bastante mal, sobre un supuesto regreso al pasado,
pero ¿vale la pena la continuidad? Fox, Calderón y Enrique Peña Nieto nos
demostraron con creces que no. El primero prometió el cambio y perfeccionó la
corrupción, el segundo lanzó una guerra apocalíptica, y el tercero confirmó la
vorágine de la violencia y la corrupción.
Meade afirma que el populismo y el mesianismo significan un retorno al
pasado y perder lo ganado, pero ¿qué ganaron los mexicanos en este sexenio? Las
llamadas “reformas estructurales” han sido rebasadas por la inflación (2017),
la corrupción, el mediocre crecimiento económico, la pobreza, la exclusión, el
empleo precario y la violencia.
Es una falsa disyuntiva. El voto no será por enojo o con el estómago, sino
por el hartazgo, la corrupción y el desprecio de que la gente es objeto. En Los
Pinos se vanaglorian de un México que solo ven en ese recinto privilegiado. Más
de 50 millones de mexicanos viven en la pobreza, miles han sido asesinados,
desparecidos y desplazados.
¿Se puede razonar otra respuesta? No es factible. El candidato que tiene la
mayoría de las preferencias tiene respuestas, limitadas en opinión de algunos,
pero que apuntan a cambiar más de 40 años de un modelo económico depredador y
excluyente que ha sido potenciado por la violencia delincuencial que hace de
ese modelo gran aliado.
Los jóvenes, marginados y criminalizados, el bono demográfico que se
extravió, se insertan en la delincuencia con la esperanza de alcanzar los
“ideales” del modelo neoliberal: consumismo, individualismo a rajatabla, un
mercado que lo define todo, la depredación que es marca neoliberal, la
exclusión como sede de sus “oportunidades”.
A diferencia de AMLO, José Antonio Meade y Ricardo Anaya hablan de
prevención y continuar con la guerra esquizofrénica de Felipe Calderón-Enrique
Peña Nieto, pero no ir a la raíz de la violencia. Amenazar al presidente de la
República y su candidato con la cárcel, no resuelven nada. Ni corrupción ni
violencia, menos la continuidad.
Sin duda, la desigualdad, que se expresa en pobreza –más de 50 millones de
mexicanos-, marginación, exclusión, discriminación e iniquidades de todo tipo,
es un asunto prioritario. Otro, es el Estado de Derecho. Si Anaya respetara las
instituciones, no amenazaría con encarcelar a Enrique Peña Nieto y Mead.
Es paradójico o cínico, pero Enrique Krauze llama a votar diferenciado para
evitar el “poder absoluto”, pero tanto Meade como Anaya lo representan sin
rubor. En más de 70 años, además de los 12 del PAN en el poder, el PRIAN ha
ejercido un poder autoritario y sin complacencias. El Congreso ha estado a sus
órdenes. Y está documentado.
Pocas veces la crueldad de un energúmeno en la Presidencia del país más
poderoso del mundo, caso de los niños separados de sus familias inmigrantes,
exhibe claramente la crisis civilizatoria que enfrentamos. No es privativo de Estados
Unidos; en la Unión Europea se repite la historia. No es un hecho aislado, es el
modelo neoliberal exacerbado.
El cambio que se busca en México tiene la oportunidad de atenuar y
transformar por la vía ciudadana un modelo económico que en los últimos
cuarenta años ha golpeado a millones. El neoliberalismo depreda los recursos
naturales, excluye a la gente del bienestar, privilegia a unos pocos y ha hecho
de la corrupción su meta.
Para los neoliberales, el voto por AMLO supone un “experimento riesgoso” (The Economist, 06/23/2018), pero la
revista neoliberal que antes elogió a Enrique Peña Nieto le apuesta a la
exclusión, privilegios de unos pocos, depredación, corrupción y una “economía o
democracia moderna” a favor de las elites económicas.
Su comparación AMLO-Trump caricaturiza la democracia. México requiere un
voto de paz y justicia, no el policíaco-militar, del gobierno corrupto o la
delincuencia. Urge un país que transite hacia otro momento, que eche al PRIAN y
sus cómplices, PRD, MC, PANAL, PVEM. En cuatro días, voto ciudadano. Acudamos a
las urnas.
La
última y nos vamos: 1. ¿La fiesta local,
móvil del homicidio del edil de Taretan? Sofisticada motivación para una
ejecución. 2. Ricardo Anaya,
refrendó su posición antiaborto y contra matrimonios y adopción por parejas del
mismo sexo, con el ultraderechista y neonazi Frente por la Familia. ¿Votará el
colectivo LGBTTTI por un candidato sospechoso de lavado de dinero y
antiLGBTTTI? 3. La ultraderechista Mexicanos
Primero, privilegiada por el gobierno de Michoacán, garante de la educación
pública y gratuita, al “informarle” de sus “logros y problemáticas” educativos.
4. Los candidatos a ediles de Morelia, incluido el “independiente”, prometen
maravillas. Ya hasta el presupuesto anual fue rebasado. 5. Gabriel Zaid,
excelso representante de la ultraderecha intelectual sobrevalorada, escribió en
Reforma (06/24/2018) que AMLO es insultador,
pero su recuento da cuenta del lenguaje popular, ningún insulto. 6. La
fundadora del PRD, Amalia García, líder de Foro Nuevo Sol, tribu del gobernador
michoacano, se bajó de los despojos del partido derechista. 7. Según el PRD,
candidatos de Morena “amasan fortunas” en Michoacán, pero a quienes acusan, si
es verdad, lo que tendrán que probar, fueron sus correligionarios. Habrá que
revisar la fortuna de los acusadores que de seguro fue hecha igual y en
paralelo. Última: Un leguleyo de
Ricardo Anaya justificando las ilegalidades (AristeguiNoticias.com, 06/26/2018) que el TEPJF e INE permiten con
su tarjeta, instancias que violentaron la legislación electoral vigente y la
ley que protege los datos. Y el Grupo Rioboó lo denunció por daño moral.