miércoles, 7 de septiembre de 2022

La intelectualidad de derecha y la 4T

 Antes de 2018, año del triunfo electoral y político de Andrés Manuel López Obrador y Morena, el grupo de intelectuales mexicanos visibles, practicaba una narrativa que resumía, de un lado, sus vínculos insanos, ideológicos, políticos y de negocios con el régimen gobernante encabezado por #PRIANRD, y del otro, el discurso propagandístico, electoral y mediático que tenía como centro a AMLO. Entre el peligro para México y el mesías tropical, en algunas revistas (Vuelta, Nexos, Letras Libres, Etcétera, entre otras), cuyos tirajes eran comprados por los gobiernos anteriores, para ser arrumbados en bodegas y libreros que nadie consultaba, y los medios corporativos y sus escribanos, la consigna era desacreditar, no solo a AMLO sino también al movimiento social que lo acompañaba.

Durante 30 años, las derechas del PRI y el PAN convergieron y se fusionaron en las dos últimas décadas del siglo XX, para apoyar y promover el neoliberalismo, ideología política y económica que construyó un proyecto económico que acompañó a la globalización, quizás la fase del capitalismo más depredadora, salvaje, corrupta, saqueadora y empobrecedora de millones de pueblos del mundo. Estados Unidos pasó de experimentar el capitalismo salvaje en algunos países, como Chile, sostenido por una sangrienta dictadura, a imponer el modo de vida estadounidense en todos los países del orbe. México no fue la excepción. Los partidos políticos y la derecha intelectual, participaron de manera entusiasta, sin cuestionar sus graves consecuencias.

La pobreza en el mundo, con sus diferentes secuelas individuales y colectivas, tiene sus profundas raíces estructurales en el capitalismo, pero en algunos países el Estado se había consolidado para paliar sus implicaciones. El neoliberalismo cortó de tajo los avances impulsados por algunas naciones, por lo menos para aliviar el impacto entre algunos grupos sociales, imponiendo al mercado y achicando al Estado, con la finalidad de que el capital actuara sin contrapesos ni impedimentos legales, políticos y económicos. Las grandes corporaciones y los grupos oligárquicos se convirtieron en los protagonistas privilegiados.

En México, los cambios que favorecieron al capital extender su dominio en toda la sociedad, fueron promovidos e impuestos por el PRI inicialmente, pero después, al aliarse con el PAN, se profundizarían, generando estructuras para administrar la pobreza, a pesar de su peligrosa profundización. Asimismo, en esos 30 años, se pasó de las represiones y las desapariciones perpetradas por el PRI en los 50, 60 y 70, a las represalias encabezadas por la alianza hoy conocida como #PRIAN, más tarde consolidada por la asociación con el PRD, partido político con orígenes en distintos grupos de izquierda, unos disidentes del PRI, y otros de las diversas izquierdas socialistas y comunistas mexicanas.

A nivel político, los gobiernos neoliberales encabezados por el PRI y el PAN no tuvieron oposición entre la intelectualidad de derecha, la que con entusiasmo acompañó el programa neoliberal al llegar al poder Miguel de la Madrid (1982-1988), quien implemento lo que se llamó la reestructuración productiva, que incluyó la venta al mejor postor o liquidación de empresas paraestatales, la reducción de las funciones del Estado y la ampliación de la intervención del empresariado interno y externo. La ruta emprendida fue aplaudida por los intelectuales, en particular de los grupos visibles liderados en ese entonces por Octavio Paz-Enrique Krauze y Héctor Aguilar Camín, quienes pusieron sus revistas y publicaciones al servicio de académicos e intelectuales neoliberales mexicanos y extranjeros.

El gobierno de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), a pesar del fraude electoral contra Cuauhtémoc Cárdenas y las oscuras alianzas con el PAN, fue bien recibido por la derecha intelectual. El fin de la historia mexicana había llegado y el neoliberalismo, que ese presidente priista intentó transmutar en democracia social, comenzó a convertirse en el discurso único e inapelable. La caída del Muro de Berlín en 1989 y la desintegración de la URSS, aparentemente les dieron la razón, y junto con los intelectuales de Estados Unidos y Europa, anticomunistas, antisocialistas y antimarxistas, elevaron sus loas al modelo económico que en 1983 el Consenso de Washington apremió imponer para salir de los recientes ciclos recesivos del capitalismo, y así recuperar la tasa de ganancia.

Durante 30 años y cinco presidencias, tres que llegaron al poder por fraudes electorales (Carlos Salinas, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto), uno producto del asesinato del candidato presidencial priista Colosio (Ernesto Zedillo) y otro con legitimidad pero que traicionó a millones de mexicanos (Vicente Fox), la derecha intelectual mexicana se mimetizó al poder político y partidista del #PRIAN, por medio de negocios privados, prebendas, recursos públicos para financiar sus revistas, publicaciones y congresos, imponer la agenda pública mediática, convertir a los medios corporativos y sus escribanos en la narrativa única y dominante, a cambio de discursos favorables y loas al neoliberalismo, a pesar de extensión y profundización de las desigualdades, la marginación, la pobreza, el saqueo y la corrupción.

Ese ha sido el fatídico papel de la derecha intelectual en México. De una relativa autonomía antes de ser impuesto el programa neoliberal a la práctica servil a favor de los gobiernos neoliberales del #PRIAN. Con pocas excepciones, las voces críticas, o eran acalladas, o contenidas en los medios corporativos para guardar ciertas apariencias de pluralidad, o satanizadas hasta convertirlas en enemigos del pensamiento único y el mercado. En prácticamente todos los ámbitos, el neoliberalismo dejó huella: organizaciones de la sociedad civil, defensa de los derechos humanos, procesos electorales, uso del presupuesto público, adquisición de deuda pública para favorecer a unos cuantos, entre otros aspectos. No solo fue un programa económico, sino un proyecto cultural que permeó toda la vida social.

Los neoliberales, políticos, economistas, académicos, intelectuales, entre otros actores sociales, defendieron los negocios sucios, el saqueo y la corrupción, los vínculos entre gobiernos del #PRIAN con la delincuencia organizada, la creación de organizaciones no gubernamentales, con presupuesto público, privado y de gobiernos extranjeros para “proteger” derechos, pero a la vez buscaban la reducción de impuestos a las grandes empresas y la oligarquía, privatización de servicios públicos (educación, agua, salud), y la disminución o eliminación de los derechos laborales y a la educación, agua, salud. Aunque parezca contradictorio, el neoliberalismo promovió la visibilidad y defensa de ciertos derechos humanos, pero también buscó acotarlos y disminuirlos, por medio de diversos mecanismos legales.

lunes, 5 de septiembre de 2022

La derecha latinoamericana y la nueva Constitución de Chile

 Poco más de 62% de los chilenos y chilenas rechazaron la nueva Constitución de su país, producto de una movilización social hace escasos tres años. El constituyente que se avocó a su redacción, fue rebasado por la derecha y un gobierno progresista que camina con titubeos. En Chile, la derecha y ultraderecha dominan un panorama en el que la democracia es su parapeto para revertir lo ganado. Que millones de ciudadanos prefieran que la Constitución golpista pinochetista prevalezca, no es una buena noticia para una nación y un pueblo que han resistido décadas de un trágico experimento que impuso bajo una sangrienta y asesina dictadura.

El referéndum para apoyar o rechazar la nueva Constitución estuvo cercada por la desinformación, la manipulación mediática y la operación de grupos derechistas que usan la democracia para revertir el camino chileno a un cambio. Pero este resultado también permite observar que la concientización del pueblo chileno navega entre la precarización política, la desmovilización del grupo actualmente en el poder, la manipulación de los medios corporativos y una ciudadanía que no tiene entre sus prioridades ideológicas y políticas los derechos de las mujeres y otros grupos vulnerables, y el reconocimiento de los grupos étnicos históricamente marginados.

Sin duda, el rechazo a la nueva Constitución chilena tendrá diversas implicaciones, tanto para el pueblo chileno, el gobierno que recién asumió el poder, los derechos humanos y los grupos étnicos, como para el movimiento progresista e izquierdista latinoamericano. En octubre, las elecciones gubernamentales en Brasil, en particular a la presidencia del país sureño, deberán mostrar el musculo de la izquierda para sostener la nueva ola de cambios que Latinoamérica está experimentando, además de cuestionar, de manera contundente, a la derecha y ultraderecha, cuyo fin no es la democracia, sino aplastar a los pueblos y movimientos progresistas de la región.

En Chile, la sangrienta dictadura de Pinochet, no solo profundizó las desigualdades en ese país, además de sembrar el terror y el miedo por la cruenta represión y desaparición de grupos izquierdistas, colectivos, personas, niños/as y familias, sino también precarizó política e ideológicamente las conciencias ciudadanas y humanas. La Constitución reivindicaba derechos fundamentales de mujeres, hombres y grupos étnicos, vulnerados y marginados por el capitalismo salvaje y depredador. Al parecer, los chilenos necesitan otro estallido social para que el actual gobierno siga encabezando las demandas de las mayorías.

A nivel continental, prácticamente todos los gobiernos progresistas e izquierdistas están bajo ataque. En Bolivia, después de un golpe de estado operado por la derecha local y la OEA, a nombre de Estados Unidos, regresó al poder el partido que había sido depuesto. En Perú, el gobierno del actual presidente está siendo dinamitado desde su arribo al cargo. En Argentina, el atentado contra la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, es muestra del poder de la derecha y la ultraderecha que no escatiman atentar contra un gobierno democrático. En México, la oligarquía, sus medios corporativos y escribanos, los partidos políticos aliados a un sector de la derecha empresarial, no paran su guerra sucia de odio, mentiras, fakenews, contra un presidente y movimiento social legítimos.

Las derechas latinoamericanas no escatiman en golpear a los gobiernos democráticos, producto de profundas y democráticas transformaciones. Los pueblos latinoamericanos que acompañan y decidieron, a través del voto, llevar al poder a presidentes, movimientos sociales y partidos izquierdistas y progresistas, porque no solo los ven como sus líderes sino también porque años de marginación, pobreza y desprecio de los privilegiados que ostentan el poder económico y mangoneaban al poder político y judicial para sus fines, los cansaron y decidieron asumir el protagonismo que se merecen. El empoderamiento de los pueblos no tiene reversa.

domingo, 4 de septiembre de 2022

Seguridad y paz

 La violencia en México –y en el mundo- tiene diferentes matices. La represión del 68, el 71, Tlatenco, Ayotzinapa, la guerra contra el narco de Felipe Calderón, entre otros hechos trágicos, son ejemplos de la violencia del Estado mexicano y sus gobiernos #PRIANRD. Asimismo, la violencia delincuencial es la otra cara de las tragedias que sin duda se agravaron cuando las fuerzas armadas fueron lanzadas a la calle, sin estrategia, previsiones, para supuestamente combatir a los carteles de la droga, mientras el gobierno del #PAN tenía entre sus filas a un delincuente: Genaro García Luna, quien era en realidad parte del crimen organizado.

Según las perversiones de Felipe Calderón Hinojosa, quien llegó a la presidencia de México por medio de un fraude electoral de incalculables dimensiones, los carteles de la droga, debían ser exterminados acorde con las operaciones “Rápido y furioso” y “Mérida”. Es decir, Estados Unidos tenía la supuesta “razón” para intervenir, diseminar armas y aniquilar, con el contubernio de Felipe Calderón, a los mexicanos, independientemente de su situación.

Efectivamente, el gobierno espurio, no solo aniquiló o apresó narcos, también asesinó a miles de familias y jóvenes inocentes: Salvarcar, Tec de Monterrey, y otros casos en los que familias y personas fueron asesinadas por órdenes de Felipe Calderón, a quienes, en su absoluto cinismo y desprecio por la vida de los mexicanos, llamó “daños colaterales”. En el caso de los jóvenes que fueron asesinados, sea por estar involucrados con la delincuencia o por haber estado en donde la violencia calderonista era la norma, fueron criminalizados, ninguneados, despreciados. Durante el gobierno de Calderón ser joven era un delito.

Por ello, es pertinente enfatizar, como la secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana afirmó en la ONU: no vamos por ganar la guerra, sino ganar la paz. Invierte así los términos de la fatídica guerra de Felipe Calderón, quien en diciembre de 2006 anunció en Michoacán, enfundado en una enorme casaca militar, su guerra personal, aplaudida por #PRIANRD y Estados Unidos. La paz jamás estuvo entre los intereses de Calderón y su régimen fascistoide. Era una guerra en contra de los mexicanos, generalizada. No solo se trató de los narcos y delincuentes, sino de escarmentar a los ciudadanos, propagar el miedo, para que los mexicanos no se atrevieran a delinquir.

Son ya sabidas las “guerritas” que Felipe Calderón jugaba en Los Pinos, además de su adoración por las armas, así que su esquizofrénica guerra contra los mexicanos no fue fortuita. Su intención fue acabar con una situación delincuencial de la manera más violenta posible. El espurio jamás se preguntó porque miles de jóvenes engrosaban las filas de las organizaciones delictivas. Nunca la pobreza y el tejido social roto fueron parte de sus preocupaciones personales, políticas y gubernamentales. Lo más simple era lanzar una guerra contra sus enemigos: los mexicanos.

La paz no llegará si las fuerzas armadas y la Guardia Nacional van a la guerra. México libra, dicen los supuestos expertos que no entienden –y ni les importa- el “abrazos no balazos”, una guerra civil no declarada, pero esos mismos “expertos” incendian mediáticamente al país. Para los medios corporativos y sus escribanos, los enfrentamientos entre delincuentes por mercados o confiscaciones de sus activos, detenciones de delincuentes que no serán pantalla pagada en esa prensa golpista, son “terrorismo”. Buscan que Estados Unidos intervenga en México. Los escrúpulos y la defensa del país y la soberanía no les importa.

Todo es Andrés Manuel López Obrador, el movimiento social que lo acompaña, sostiene y mueve, y las transformaciones: lucha contra la corrupción, derogación de privilegios como la condonación de impuestos, señalamiento de corruptelas en el Poder Judicial, exhibición de dirigentes y partidos políticos #PRIANRD por corrupción y saqueo, entre otras acciones. La oligarquía y sus corruptos medios corporativos, líderes partidistas y partidos políticos siguen cavando sus tumbas.

viernes, 2 de septiembre de 2022

AMLO: 4to Informe

 A pesar de la estrategia fracasada, de vez en vez potenciada por los medios corporativos y sus escribanos golpistas, el odio cotidiano en redes sociales, el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador avanza. Hay temas pendientes como la inseguridad y algunas áreas del sector salud, pero 30 años de neoliberalismo, en sentido estricto capitalismo salvaje y depredador, no pueden ser resueltos en cerca de 4 años. En los ochenta del siglo pasado, no solo fue colapsado a propósito el Estado mexicano hasta empequeñecerlo y desmantelarlo, también los gobiernos del #PRI hicieron pactos oscuros con la delincuencia organizada y el #PAN. Los dos sexenios del #PAN, no solo refrendaron la alianza política #PRIAN, otorgaron más privilegios a la oligarquía, igualmente refrendaron sus vínculos con los carteles del narcotráfico. En particular, Felipe Calderón se convirtió en lugarteniente de un solo cartel, colocando a quien lo llevó a su fraudulenta presidencia, en el pináculo del poder: Genaro García Luna.

El neoliberalismo también legó mayor pobreza, un tejido social deshecho, corrupción y saqueo de las arcas públicas. En paralelo al reconocimiento de derechos a ciudadanos, mujeres y minorías, creció una horda de grupos de la llamada sociedad civil que se apoderó de recursos públicos, además de convertirse en agencias clientelares, y se apropió de la defensa de los derechos de individuos y colectividades, mientras sus dirigentes se embolsaban ingentes cantidades de dinero público y se posicionaban como los únicos interlocutores ante el menguado Estado y personas, comunidades y la sociedad mexicana. AMLO y su movimiento social, hoy partido político Morena, arribaron a un México fragmentado, polarizado, ninguneando por los partidos políticos #PRIANRD, violentado por la delincuencia, organizada o no, y carcomido por la corrupción y el saqueo.

Cuatro años parecerían no ser nada, sobre todo en un contexto de crisis de salud pública y económica mundial. La #COVID19 ha sido un duro golpe, no solo a la salud de millones de personas, sino también a sus bolsillos y a los recursos públicos. A diferencia de países de la Unión Europea y diversos estados de Estados Unidos, en México no hubo confinamiento obligatorio y las medidas sanitarias fueron atendidas de manera voluntaria, pero amplia y eficaz, por los mexicanos. Asimismo, la temprana campaña de vacunación emergente, que finalmente enriqueció a las poderosas compañías farmacéuticas, dio resultados: más del 80% de la población total ha recibido alguna dosis de vacunas de diversas marcas y orígenes. Si bien fallecieron miles de mexicanos, sobre todo aquellos vulnerados por enfermedades evitables y condiciones alimentarias y da salud normalizadas por las huestes neoliberales, la catástrofe que la derecha anunció en los medios corporativos, aminoró.

La estúpida guerra en Ucrania, emprendida por una Rusia que no sucumbirá al intervencionismo de Estados Unidos y la Unión Europea, los que buscan socavar el papel de Rusia y China en el actual orden global, pues el declive de nuestro vecino del norte y las potencias europeas es impostergable, ha implicado múltiples impactos, sobre todo en los precios de los alimentos, los energéticos, el desplazamiento de personas, la inflación, entre otros. En México, la política, desgastante en muchos sentidos, no solo para las finanzas públicas y las familias, de subsidios a los combustibles ha surtido efectos, al mantener en ciertos niveles la inflación, aunque los precios de los alimentos siguen sujetos, no solo a los vaivenes del mercado, sino también a las ansias de ganancias de las grandes empresas y los grupos que dominan diversos sectores de la economía mexicana. En 2022 el empleo ha recuperado cierto dinamismo prepandemia, la inversión extranjera sigue creciendo, la inversión pública avanza, pero falta mucho por hacer.

El 4to Informe de gobierno de AMLO quizás peca de optimismo, pero es muestra de que ante la adversidad las políticas públicas avanzan, con sus errores y dificultades. En el tema de seguridad/inseguridad, los procesos son lentos, pues no dependen totalmente del Poder Ejecutivo. El Poder Judicial, un anquilosado, corrupto y saqueador, sector, no va a la par de las transformaciones. No es que ministros, magistrados, jueces y ministerios públicos defiendan la Constitución, sino que décadas de connivencia y complicidades con el poder político y la oligarquía, han mermado esa autonomía que le obsequiaron los políticos. Delincuentes de cuello blanco y criminales que son liberados por supuestas faltas en la integración de las carpetas de investigación, inocentes que por no tener acceso a la justicia permanecen encarcelados sin ser definidos sus procesos, muchos inventados. La delincuencia prohijada por las décadas de neoliberalismo depredador, saqueador, corrupto, cómplice, es difícil de erradicar.