Durante las últimas tres décadas del siglo XX y las dos primeras del
siglo XXI, México fue testigo del ascenso de un grupo de personajes
identificados como intelectuales. Algunos, académicos que construyeron sus cotos
de poder en universidades públicas y organismos financiados por las políticas
“científicas” de los gobiernos del PRI, otros, cabezas de camarillas que se
conformaron en torno a medios impresos que difundían artículos, ensayos y
análisis literarios, políticos y de coyuntura. En el segundo caso, destacan
Héctor Aguilar Camín, quien fundó la revista Nexos, que aglutinó a escritores,
analistas, politólogos, tecnócratas y expertos en diversos temas, varios de
extracción de izquierda, incluso sobrevivientes de las represiones de 1968,
1971 y de organizaciones izquierdistas antes clandestinas, y colaboradores
ligados a la derecha. Octavio Paz, premio Nobel de Literatura mexicano,
encabezó un proyecto editorial, literario y político con claros anclajes en la
derecha, con la revista Vuelta, la que a su muerte desapareció y dio paso,
según su supuesto heredero, Enrique Krauze, a una nueva publicación, Letras
Libres, de tono derechista sin ambages.
Si bien, en las universidades públicas y los hoy llamados CPI (Centros
Públicos de Investigación) del CONACYT, se consolidaron diversos grupos de
expertos y académicos, muchos no fueron tan visibles como aquellos que
crecieron y se consolidaron en torno a las revistas Nexos y Vuelta-Letras
Libres, encabezadas por sus fundadores. En ambos casos, el gobierno de Carlos
Salinas de Gortari (1988-1994) inició un acercamiento y cooptación a través de
prebendas, financiamiento, préstamos, publicaciones, compra de ediciones
completas de sus revistas, además de una intensa relación clientelar, hasta su
consolidación como intelectuales del régimen del PRI, y posteriormente del PAN.
Los intelectuales prianistas tuvieron la máxima exposición y actividad durante
el periodo neoliberal, convirtiéndose en productores de conocimiento que justificó
y sustentó las políticas neoliberales, la prevalencia del mercado, el
individualismo y cualquier acción de la tecnocracia. Fueron, en palabras de
Antonio Gramsci, intelectuales orgánicos, sin ambages. La mayoría de origen
derechista y fascista, mientras quienes se reclamaban de izquierda, se
derechizaban o anclaban en lo que actualmente es una facción de la llamada
“izquierda verdadera”.
Con el arribo a la presidencia de México, de AMLO, la ruptura con ambos
grupos de intelectuales del régimen del PRIAN fue evidente; pero la fractura
fue previa a su triunfo, pues Héctor Aguilar Camín, Enrique Krauze y diversos
personajes de sus camarillas, emprendieron un feroz ataque y participaron con
diversos insumos en las campañas electorales de 2006, 2012 y 2018, apoyando el
fraude electoral o promoviendo operaciones propagandísticas y mercadológicas
para anularlo. Personajes como Jorge Castañeda, Gabriel Zaid, Guillermo
Sheridan, entre otros, se han destacado por sus opiniones que buscan horadar el
apoyo popular de AMLO, y seguir alimentando las falsedades, mentiras y
#Fakenews.
Hoy esos “grandes” intelectuales de la derecha, el neoliberalismo, el
PRIAN, perdieron, no solo ingentes recursos públicos que los volvieron
millonarios, sino también su supuesta “capacidad de análisis”. Enrique Krauze,
denigrando el movimiento estudiantil de 1968, al compararlo con la marcha rosa
de sectores de las clases medias y la oligarquía; Héctor Aguilar Camín,
aplaudiendo a la derechista Xóchitl Gálvez, yendo a Estados Unidos y España a
pedir que México sea invadido para que la derecha se adueñe del país; Jorge
Castañeda intentando sembrar la duda con mentiras sobre notas periodísticas de
investigaciones de la DEA –una, cerrada por falta de evidencias, y otra jamás
iniciada, pero que el New York Times, trató de imponer-; Guillermo Sheridan
insultando a los mexicanos en Reforma–son borrachos, léperos, etc.- y buscando
plagios inexistentes. Es la derecha intelectual que sigue cayendo
estrepitosamente, desprestigiados, abyectos derechistas.