jueves, 26 de febrero de 2009

Reposicionando el tema inmigratorio: Ambigüedades y problemas

En el contexto de la apoteósica asunción de Obama a la Presidencia de Estados Unidos, analistas y opinión pública enderezaron la crisis financiera, hoy crisis laboral, como el principal asunto de la nueva administración. La inmigración pasó a un lejano plano, aunque la reciente reforma al sistema de salud favorece a niños de inmigrantes.
La semana pasada el gobierno estadounidense dio los primeros pasos para reposicionar el tema inmigratorio. La postura de Rahm Emanuel, jefe de la oficina de Obama, estaría “evolucionando”, como lo demuestra su apoyo a la reforma del sistema de salud, la que no habría pasado sin su compromiso, acorde con líderes hispanos.
Asimismo, el mismo presidente Obama, en entrevista en el programa de gran audiencia Piolín por la mañana, de La Nueva 101.9 FM, dijo que convocaría a los líderes en el tema para preparar el borrador de una reforma integral, aunque es probable que políticamente sea difícil su aprobación por la situación económica.
En el programa radiofónico dijo que era necesario comenzar a trabajar; aunque su aprobación quizás tarde, está “muy comprometido” para hacer realidad la reforma. Llamó a las organizaciones pro-inmigrantes a proponer ideas para que sea aprobada por el Congreso. Además de la reforma, buscará mejorar el sistema de inmigración legal.
Si bien Obama expresó su compromiso por hacer realidad una de sus promesas de campaña, la reforma inmigratoria comprehensiva, su contenido, alcances y éxito estará condicionado por la respuesta del Congreso, la evolución de la crisis financiera, económica y laboral, y un cambio efectivo en las reglas de la inmigración legal.
Este reposicionamiento es importante, pues llega en un momento crítico para la inmigración: las secuelas de la política de Bush se siguen sintiendo, a pesar de que Janet Napolitano, la secretaria de Seguridad Interna (DHS, por sus siglas en inglés), anunció la revisión del programa de deportación y las redadas.
Política que golpea severamente a las comunidades de inmigrantes, independientemente de su estatus legal. En diversos puntos, prevalece la inseguridad y un perfil racial en la aplicación de la ley migratoria, pues se enfoca particularmente en la población latina o con apariencia hispana, inhibiéndola de reportar crímenes y de ejercer sus derechos.
Un reciente estudio del Pew Hispanic Center precisa que la política inmigratoria que heredó Obama está llenando las cárceles de latinos, representando actualmente el 40 por ciento de los convictos por delitos federales. 48 por ciento de los latinos están encarcelados por delitos inmigratorios, seguido por asuntos de drogas.
Muchos latinos no son ciudadanos estadounidenses y son sentenciados en alguno de los cuatro estados fronterizos con México. Asimismo, los inmigrantes indocumentados son deportados a sus países de origen al cumplir su sentencia. Según la American Civil Liberties Union la situación muestra la criminalización del sistema inmigratorio.
El reposicionamiento de Obama y los cambios en las percepciones sobre el tema inmigratorio en su gabinete, son sin duda positivos; el problema son las ambigüedades y la persistencia de una política inmigratoria que criminaliza la inmigración indocumentada, además de que tiene como objetivo racial a la población latina o hispana.
Ambigüedades y problemas que en la política interna y las relaciones México-Estados Unidos no parecen tener impacto. Douglas Massey, experto en inmigración de la Universidad de Princeton, en un evento del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) habló de un acuerdo entre ambos países además de la reforma inmigratoria.
El problema es bilateral y su solución no vendrá nada más del cambio de la política inmigratoria estadounidense. Nuestro país debe tomar la iniciativa, sobre todo cuando en Washington crece la preocupación por la seguridad interna en México, mientras la evasión de la realidad y culpar a los otros son política cotidiana panista-calderonista.

miércoles, 18 de febrero de 2009

Inmigrantes indocumentados, entre el desempleo y la criminalización

En Estados Unidos, las noticias sobre los inmigrantes indocumentados toman tintes dramáticos. La recesión estadounidense sigue lanzando a la calle a miles de desempleados, siendo los hispanos uno de los grupos más afectados, en tanto las acciones antiinmigrantes suben de tono, como en el condado de Maricopa, Arizona.Hace dos semanas, más de 200 inmigrantes latinos, vestidos como prisioneros y forzados a marchar por las calles, fueron transferidos de una cárcel del condado de Maricopa, Arizona, a un campo de detención a las afueras de Phoenix. Hecho que recuerda las vejaciones a los japoneses en la Segunda Guerra Mundial en Estados Unidos.Mientras eran filmados por la televisión, iban custodiados por 50 oficiales con chalecos antibalas, ropa de combate, y armados con pistolas y rifles automáticos, además de dos unidades caninas y un helicóptero de la Oficina del Sheriff del condado de Maricopa. El traslado, más allá del show mediático, hizo gala de la criminalización de los inmigrantes.El trato inhumano, discriminatorio y criminalizante, encabezado por Joe Arpaio, sheriff del condado de Maricopa, furioso antiinmigrante de Arizona, pretende aleccionar moralmente a los detenidos por violar las leyes migratorias, además de usarlos para limpiar la zona de paso de indocumentados del área desértica de ese estado fronterizo.Dicha situación está inspirada en la política inmigratoria de Bush, que permitió que localmente diversas autoridades se tomaran atribuciones para “enfrentar” la inmigración indocumentada con iniciativas legales y acciones como la anterior, pero desconciertan la postura de Obama y el Departamento de Seguridad Interna (DHS, por sus siglas en inglés).Acorde con el Pew Hispanic Center, la cuestión laboral es hoy una de las más importantes preocupaciones de los estadounidenses. En la percepción pública la crisis financiera se ha convertido en una crisis laboral. De octubre de 2008 a febrero de este año, se cuadriplicó la inquietud, pasando de diez a 42 por ciento.La percepción sobre la disponibilidad de empleos en las localidades de los encuestados resulta negativa, al aumentar a 80 por ciento en este mes respecto a octubre de 2008 (64 por ciento). La expectativa general es de más recortes laborales; y entre quienes han logrado conservar su empleo, reducción de horas de trabajo y gastos personales y familiares.Entre los hispanos el desempleo de los nacidos en otro país aumentó de 5.1 por ciento a ocho por ciento del último trimestre del 2007 al final del 2008. Aunque los afroamericanos tienen la tasa más alta de desocupación, los cambios en el mercado laboral han afectado más severamente a los hispanos.Aunque es difícil identificar entre los inmigrantes a documentados e indocumentados, se estima que los segundos representan cerca del cinco por ciento de la fuerza laboral de Estados Unidos, y un tercio de los trabajadores nacidos en otro país de la misma. La mayor parte se ubica en la construcción (doce por ciento) y los mexicanos son el 55 por ciento del total.Entre los hispanos nacidos fuera de Estados Unidos, el empleo cayó 2.6 por ciento, entre los blancos 1.7 por ciento, los afroamericanos dos por ciento, y los asiáticos 1.6 por ciento. Asimismo, el número de los hispanos inmigrantes en la fuerza de trabajo apenas creció un 0.5 por ciento del último trimestre de 2007 al de 2008.No existe una relación causa-efecto entre la criminalización y el desempleo de los inmigrantes indocumentados, pero las iniciativas legales en marcha en algunas localidades de seguro han dejado sin empleo a muchos indocumentados; adicionalmente, la recesión económica es ya una crisis de empleo en Estados Unidos