miércoles, 28 de julio de 2010

Crisis y pobreza

La crisis que aun no termina, que ha lanzado a la pobreza a unos 60 millones de personas más en el mundo, según el Banco Mundial, sirve hoy al “gobierno” federal para sacar cuentas vergonzosas. Acorde con el secretario de Hacienda, 6 millones de mexicanos se sumaron a la pobreza por la crisis, e ironiza señalando que son la mitad de 1995.
Es decir, tranquilicémonos que en la larga pesadilla neoliberal el priismo zedillista hundió aún más al pueblo mexicano en la miseria; el hundimiento panista calderonista es una minucia. El problema de las cifras gubernamentales está en la ausencia de ética y moral, no solamente en las mediciones, como ha sido señalado en diversas ocasiones.
Observando el acomodo insano que se hace de la tragedia humana, no queda más que pensar en la lejanía discursiva y el desinterés social y ético de la burocracia actual en los millones de pobres que habitan las ciudades y campos mexicanos. El panismo cuya derrota cultural es evidente, se parapeta entre la estupidez humana por votos y privilegios.
A los “logros” del actual “gobierno” federal sumemos, además de los 25 mil muertos de la guerrita esquizofrénica, 6 millones de nuevos convidados a la miseria e indigencia. Para aderezar esa cifra, al último trimestre del 2009, 3.2 millones de mexicanos carecía de recursos suficientes para adquirir la mísera canasta básica decretada por la burocracia.
En este contexto, el reciente reporte Panorama Educativo de México 2009, del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), es revelador: 322 mil menores de 6 a 14 años no van a la escuela pues trabajan más de 20 horas a la semana. Niños y niñas que pronto serán adultos en extrema pobreza y calidad de vida precaria.
No olvidemos el reciente desdén a jubilados y pensionados de hoy y mañana, instigado por la nada Suprema Corte de Justicia de la Nación, al emitir una irónica jurisprudencia basada en una norma derogada por el priismo neoliberal, para hundirlos aún más en la pobreza, la precariedad alimentaria y la vejez sin horizonte, respaldada por el panismo neoliberal.
La pobreza, como problema estructural del capitalismo, se agrava por el desdén ético y moral de la alta burocracia panista, actualmente rodeada de privilegios. Sonrientes acuden a darse golpes de pecho, dan una limosna que lava sus culpas judeo-cristianas, y regresan a sus torres de marfil, ignorando a millones hundidos en la miseria.
Asimismo, prevalece, como en los viejos tiempos priistas, el uso electorero de la pobreza para conservar el poder. Después de las recientes elecciones del 4 de julio, donde las derechas se reposicionaron, haciendo aún más patente la patética ausencia de la izquierda electoral y las otras izquierdas, todo discurso y despliegue mediático alude al 2012.
La crisis de la globalización nos enfrenta a una cotidianeidad furiosa. Los pobres, quienes no ven salida a su situación histórica, están donde la delincuencia, organizada o no, teje y desteje su accionar con “protección”, “apoyos”, reclutamiento, violencia, convencimiento. Donde el Estado ya no está, y el “gobierno” ya es menos que fallido.

Obviedades. 1. Arizona está a un día y horas de convertirse en el primer estado de la Unión Americana donde se perseguirá legalmente a los inmigrantes indocumentados, si es que la juez encargada de la demanda presentada por la administración de Obama y respaldada por organizaciones pro-inmigrantes y otros países (“amigos de la corte”) no la detiene. 2. Investigadores mexicanos señalan con razón que México no está preparado para recibir a los probables deportados de Arizona, pues ni los anuncios de fondos extras y proyectos supuestamente productivos cambiarán de la noche a la mañana la situación crítica que todos vivimos. 3. En realidad, los probables deportados de Arizona se sumarían a los cerca de 400 mil “repatriados” que anualmente expulsa Estados Unidos, producto de las redadas, inspecciones, detenciones arbitrarias, apresamientos por ingresar a ese país, y un acuerdo de “repatriación voluntaria” que el panismo aplaude diariamente. 4. De acuerdo con el Southern Poverty Law Center, cada año aumenta 20 por ciento los crímenes de odio contra inmigrantes en Estados Unidos, además de que existen unos 602 grupos racistas antiinmigrantes a lo largo de la frontera entre ambos países. 5. 81 legisladores republicanos solicitaron a la Corte de Distrito de Arizona desestimar la demanda de Obama contra la ley SB1070, por falta de méritos, porque el gobierno federal no hace mucho para frenar la inmigración indocumentada y porque suponen que Arizona está en su derecho al tomar acciones contra los “ilegales”. 6. Acorde con la Alianza Nacional de Comunidades Latinoamericanas y Caribeñas (NALACC, siglas en inglés), 18 estados de la Unión Americana están promoviendo leyes similares a la de Arizona, la cual, como hemos dicho en otros lados, solamente va a institucionalizar, si es que comienza a aplicarse, la discriminación y racismo históricos. 6. Acorde con el Washington Post, las deportaciones de inmigrantes indocumentados alcanzaron su máximo histórico en 2009, pero a junio de 2010 la cifra está arriba del 50 por ciento del año anterior; las redadas en los sitios de trabajo han descendido, pero las inspecciones a las empresas en busca de trabajadores indocumentados, crecen. 7. En la tercera Conferencia Mundial de Presidentes de Parlamentos, celebrada en Ginebra, Suiza, 8 asambleas legislativas latinoamericanas condenaron la ley SB1070 por xenofóbica, racista y discriminatoria; además el representante de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa y parlamentarios de Ghana, Senegal y Turquia, apoyaron la declaración.

miércoles, 21 de julio de 2010

¡Todos al suelo!

La porra de los boy scouts, narra la prensa nacional, congeló la sonrisa de la esposa del señor de Los Pinos. En Chihuahua, en el norte del país, el orgullo del México moderno se transformó en ¡Todos al suelo!, grito y escenificación del miedo. La inseguridad y la violencia que desde el búnker del poder se convierte en simple percepción.
Mientras niños y jóvenes escenifican su miedo, el señor de Los Pinos arenga a los “jodidos” (el Tigre Azcárraga dixit) con nuevas convocatorias mediáticas a dialogar y “reconocer lo que nos une”. Según percibe, la inseguridad es la principal amenaza a la libertad. Las mayorías pueden expresarse, actuar y criticar con plenitud, pero corren peligro.
En este sentido, nuestras libertades, garantías constitucionales y derechos humanos están amenazados por la inseguridad y la violencia de los “otros”: los narcos, la delincuencia organizada o no. Nada menciona de una guerrita que en cuatro años ha implicado 25 mil muertos, donde la violencia impulsada por el Estado también coacciona, amedrenta.
Lo que nos acerca en este año de centenario y bicentenario es la inseguridad y sus implicaciones. Poco hay que celebrar, a pesar del dispendio y la arrogancia de la derecha intelectual que justifica cualquier espectáculo mediático, como es el caso de la Expo Bicentenario, cuyo costo asciende a mil 100 millones de pesos.
En general, la derecha se solaza con las frivolidades mediáticas disfrazadas de creatividad e innovación; el México del marketing, el dispendio y la apariencia. También se erige en moral colectiva, acusatoria, que convierte en pecado hasta lo que la Iglesia católica se atreve a dispensar, como es el caso de las mujeres con tatuajes.
Según la titular del Instituto de la Mujer Guanajuatense (IMUG), “los tatuajes en las mujeres reflejan la pérdida de valores en la sociedad”. Un tatuaje, acorde con una mujer que ocupa un cargo en una institución que se supone con “perspectiva de género”, resume en la piel el pecado original del catolicismo militante.
A contracorriente de los creyentes que satanizan cualquier acto de libre albedrío, identidad o resistencia reflejada en el cuerpo humano, el gobernador de Guanajuato y el arzobispo de la diócesis de ese estado, discreparon. El segundo negó que tatuarse el cuerpo sea pecado y que se pueda juzgar a alguien por su apariencia.
El catolicismo militante, al erigirse en juez y parte, golpea con su moralina derechista discriminando, estigmatizando y violentando los derechos de las mujeres. Pero la discriminación en este país tiene otras caras y objetivos. Es el caso de la gente que vive con VIH-SIDA. En 30 de las 32 entidades mexicanas está penalizada la transmisión de enfermedades infeccionas, como el VIH.
De acuerdo con especialistas y defensores de los derechos de las personas con VIH, estas leyes discriminan y estigmatizan a los portadores de esta enfermedad, haciendo más difícil la labor de concientización, respeto y defensa de sus derechos. El Estado mexicano es garante de la discriminación, cuando debería ser árbitro y protector.
La violencia e inseguridad en este país tiene sus matices, dimensiones y expresiones territoriales y corporales. ¡Todos al suelo!, dibuja los miedos del norte violentado por el narco y la guerrita fracasada. La discriminación y estigmatización de las mujeres tatuadas y los portadores de VIH, hablan de la violencia legalizada contra el cuerpo humano.
Finalmente, la violencia fiscal contra las entidades federativas mexicanas también debería importarnos, además del uso faccioso de los recursos e instancias de seguridad, como en los casos del Distrito Federal y Chihuahua. Mientras, el dispendio y la frivolidad se imponen en las “celebraciones” del centenario y el bicentenario, en simulación neoporfirista.

miércoles, 14 de julio de 2010

Inmigración en EU, retórica e hipocresía

La emigración mexicana a la Unión Americana ha tendido a bajar, por lo menos desde 2006, presentando una caída importante en 2009-2010, pero actualmente alrededor de 12 millones de mexicanos reside en ese país, 11 por ciento de la población de México; 3 de cada 5 vive en California y Texas.
Tanto el CONAPO como la OCDE destacan el descenso, según recientes reportes; el número de mexicanos en Estados Unidos da una idea de su impacto demográfico en el mercado laboral y la sociedad estadounidense en general, además de que la crisis entre los indocumentados ha tenido mayores consecuencias respecto a otros grupos.
Asimismo, dicha cifra, aunada a los efectos de la crisis, alimenta, por un lado, el rechazo injustificado a los inmigrantes, traducido en xenofobia y odio por conservadores, ultraderechistas, supremacistas y antiinmigrantes, y por el otro, la objeción a una reforma migratoria que encamine soluciones al problema inmigratorio.
Es interesante observar, acorde con una encuesta de Gallup, que el 50 por ciento de los estadounidenses se opone a la demanda interpuesta por el gobierno de Obama contra la ley Arizona, opinión que refuerza los resultados de otras encuestas en los que importantes mayorías apoyaron la SB1070 cuando fue promulgada.
La retórica del gobierno estadounidense parece estar en línea con ambas opiniones, pues a pesar de la demanda contra dicha ley, prácticamente será imposible impulsar una propuesta de reforma inmigratoria este año. Las elecciones de noviembre próximo y la negativa de los republicanos, según el presidente Obama, hacen imposible cualquier paso a favor.
Pero esta postura cómoda e hipócrita, pretende sacar del debate las acciones emprendidas por la administración demócrata, las cuales han reforzado lo impuesto por Bush, haciendo de la política inmigratoria un conjunto de medidas antiinmigrantes. Así, en vez de redadas, se audita a las empresas, las que se ven obligadas a despedir a los indocumentados.
Tampoco se puede ignorar que la SB1070 no es la única medida antiinmigrante. En diversas localidades proliferan iniciativas, varias aprobadas, quizás menos severas, que impulsan la dispersión de los inmigrantes en busca de empleo, menor hostilidad, además de evitar la racialización de los mexicanos, tema presente en la discusión, pero ocultado.
En un reciente reporte, Human Rights Watch propone un marco para mejorar las leyes locales, y apoya una reforma migratoria que lleve a la legalización de los indocumentados, asegure la protección gubernamental de sus derechos, reduzca su vulnerabilidad, y promueva que denuncien ante la autoridad cuando son victimas de delitos.
Como la prensa y los políticos estadounidenses repiten diariamente, el sistema inmigratorio estadounidense está “roto” y exige una cirugía mayor, pero la retórica y la hipocresía poco hacen. Adicionalmente, las medidas de la era Bush siguen intactas, haciendo de la inmigración indocumentada una condición cada vez más vulnerable.
Por lo pronto, este año la reforma inmigratoria está fuera del alcance de los millones de indocumentados que viven y trabajan en Estados Unidos. Mientras, crece el apoyo a medidas más severas contra los inmigrantes, particularmente los de origen mexicano, y la retórica pro y antiinmigrante campea en los discursos políticos, legales y académicos.

miércoles, 7 de julio de 2010

La transición fallida

El tránsito del autoritarismo a la democracia, iniciado a fines de los ochenta, y en aparente consolidación con la alternancia en el 2000, se ha convertido en un acto fallido. Los actos fallidos (Fehlleistung), según el catecismo freudiano son los lapsos o acciones defectuosas de las intenciones originales. En política, a mi parecer, la transición falló.
Pretender que los votos definan la democracia, mientras la imposición y la manipulación del sufragio universal se imponen, desvirtuó la transición. La derecha en el poder desde 2000 es una de las grandes herederas de la cultura priista. El llamado triunfo cultural del panismo, su lucha por la democracia, quedó en una grotesca copia del autoritarismo.
Durante las elecciones del 2006, predominó la llamada guerra sucia, salida de las catacumbas de la derecha y la ultraderecha, financiada por la oligarquía y promovida por el gobierno federal y su partido. Cada elección posterior ha reivindicado la basura política como arma para desbarrancar y destruir moralmente adversarios.
Esa guerra sucia ha sido la divisa del gobierno actual, aderezada del espectáculo mediático que la oligarquía ha puesto a su servicio. Políticos y opositores detenidos por supuestos y nunca probados vínculos con el narco; desapariciones, encarcelamiento y asesinato de integrantes de movimientos sociales; desaparición de empresas estatales.
Todo como parte de la impunidad, alentada o no, desde el Estado y los aparatos y la burocracia gubernamental. Pero sobresale la mediocridad, incapacidad e ignorancia de un grupo para gobernar. La administración ineficaz incluso ha sido notada por la oligarquía que apoyó el asalto al poder, pues para unos hay privilegios y para otros nada.
Sin duda la actuación de la partidocracia también ha promovido la transición fallida, entre alianzas espurias y corrupción. Mientras los expertos, la comentocracia y los medios celebran los votos, se ocultan las artimañas que han hecho de la transición un espectáculo mediático grotesco, en el que sobresale la impunidad e injusticia.
Las elecciones estatales de este cuatro de julio, reflejan el patetismo de la izquierda derechizada y la derecha mediocre, mientras el PRI, el dinosauro tecnocrático, neoliberal y corrupto, refuerza su estatus como elite política y partido aliado a la oligarquía. Hemos vivido, entre el 2000 y el 2010, la transición más perversa y grotesca.
Entre la derecha y la izquierda, estas elecciones confirman, no solamente las prácticas probadas por el PRI en más de setenta años, sino el aprendizaje de sus herederos, los llamados grandes partidos y la chiquillada. Unos y otros se aplicaron para superar a su maestro e hicieron uso de recursos, artimañas y trampas por doquier.
Asimismo, estas elecciones, en el contexto de la guerrita contra el narco, cuyo saldo asciende ya a unos 25 mil muertos, refrendaron el miedo impulsado, tanto por el Estado y el “gobierno” fallido como por la delincuencia organizada. La “democracia” del voto, fue un simple acarreo despensero y tamalero; el voto útil probó su inutilidad.
Como se esperaba, los medios, oficialistas, oficializados, partidistas, mediatizados, fueron el mejor canal y el mensaje contundente para posicionar ganadores antes de tiempo, además de negar la violencia, tanto la generada en la contienda como la causada por la delincuencia, convirtiendo los comicios en zona de paz y participación multitudinaria.
Sin embargo, en varios estados reinó la abstención y es falso que quienes salieron a votar estén enviando algún mensaje a la delincuencia. Si algo entendemos de este proceso electoral, es que la gente que votó le anunció a las alianzas, el partido en el poder y los partidos en general, su hartazgo y miedo porque las cosas sigan como están.