miércoles, 3 de marzo de 2010

Nuevos y viejos clientelismos

La formación de una nueva organización política, en el contexto de un sistema de partidos corrupto e ineficaz como el mexicano, puede ser oportuno y loable. Más aún si busca aglutinar a un sector, como el de los migrantes, cortejado, manipulado y usado por los gobiernos de todos los colores y la partidocracia para sus fines.
Sin embargo, de la nota publicada el domingo pasado en La Voz de Michoacán, no se desprende un planteamiento novedoso. El Partido Migrante Mexicano pretende recabar un millón 600 mil firmas para solicitar su registro ante el IFE y acceder a los fondos públicos, uno de los grandes privilegios del corrupto sistema político mexicano.
Encabezan la nueva organización, una activista de origen michoacano; otro de Guanajuato, y uno más del Distrito Federal, los tres residentes en Los Ángeles, Cal., Estados Unidos. Argumentan que su iniciativa es una opción ajena a la partidocracia actual, la que nada ha hecho a favor de una reforma migratoria integral en ese país.
Acorde con la nota periodística, tres ideales impulsan su organización: primero, valores, destacando la patria, el movimiento y los hombres; segundo, niños y ancianos como únicos privilegiados, y tercero, búsqueda de soluciones más allá de los partidos tradicionales. Asimismo, los principales activistas son líderes de otras tantas organizaciones.
Parece loable su interés, pero en la misma nota periodística destaca que su exclusión de organizaciones clientelares, como el Instituto de los Mexicanos en el Extranjero (IME), creado por Vicente Fox para mediatizar a los migrantes organizados en Estados Unidos, y la desatención de Felipe Calderón, los mueven para crear un partido.
Así, de activistas comunitarios en Estados Unidos pasaron a clientes del sistema político mexicano, con las promesas que la partidocracia suele repartir, y los organismos y programas creados por el panismo gobernante para allegarse votos, apoyos políticos y recursos económicos, como el caso del IME y el 3x1.
Tienen razón al afirmar que poco han hecho los partidos tradicionales mexicanos respecto al debate de la reforma migratoria en Estados Unidos, pero sus críticas tendrían que extenderse a la política exterior del panismo gobernante, la que impulsa oficialmente el intervencionismo estadounidense en México (Iniciativa Mérida), a cambio de dólares.
Sin duda, la reforma del sistema migratorio estadounidense es fundamental, pero es un tema que está fuera de la agenda bilateral y las relaciones entre México y Estados Unidos. Aunque es un asunto que compete a la política interna americana, el “gobierno” mexicano nada ha hecho para influir en el debate interno.
Las promesas incumplidas de Obama y el factor económico, han favorecido el clima antiinmigrante en la Unión Americana, a pesar de que las encuestas señalen que una amplia franja de opinantes apoya una reforma migratoria. Adicionalmente, el contenido de esta reforma (amnistía o deportación masiva) no tiene ni tendrá una fácil solución.
En la relación con Estados Unidos, a México importa más la integración geopolítica, adoptando las políticas y preocupaciones de ese país en materia de terrorismo y narcotráfico, y la dependencia del ritmo y los ciclos de la economía estadounidense, amarrando nuestra recuperación al avance, hasta ahora muy lento, de ese país.
Ojalá el Partido Migrante Mexicano vaya más allá de querer acceder a los fondos públicos que generosamente se reparten PRI, PAN, PRD y la chiquillada, pues entre todas estas fuerzas políticas no hay grandes diferencias. En la retórica se mueven de la derecha al izquierdismo electoral, pero bien recrean corrupción, impunidad y patrimonialismo.