viernes, 21 de agosto de 2009

Shocks y shows

Durante la pasada campaña electoral, el PAN-gobierno se ufanó, para consumo de incautos, del supuesto “buen” manejo de la economía, el “nulo” endeudamiento, entre otras mentiras mediáticas. El lector recordará el spot “Yo voy a votar por los que manejan nuestra economía con responsabilidad”. Hubo otro también sobre no endeudamiento.
Sin embargo, debacles, mentiras electoreras, amago de censura a la prensa no afín, no pueden seguir ocultando que el catarrito tantas veces aludido y la “responsabilidad” están hundiendo al país. Hoy se reconoce que la economía está en “shock” y los responsables irresponsables solo atinan a convertir el “shock” en show mediático.
Las políticas “contracíclicas” no han servido para mucho; países como Brasil y Perú están creciendo, mientras en México la tecnocracia neoliberal espera la recuperación de Estados Unidos aplicando las mismas recetas que profundizan la crisis. La caída de la producción industrial de nuestro vecino aminoró en julio, pero una golondrina no hace verano.
Incluso, la percepción externa sobre la fortaleza de nuestro país está en su peor momento. En términos de nuestras relaciones internacionales, el panismo fracasado ha subordinado a México a las políticas estadounidenses; en cuanto a la economía, hasta en las reuniones de los organismos financieros y de desarrollo se pregunta el porqué de nuestra debacle.
Respecto a la relación bilateral México-Estados Unidos, la cumbre de Guadalajara mostró los límites del “gobierno”. Una reunión social, un espectáculo mediático, mientras horas después la administración estadounidense anunció fondos adicionales para respaldar la Operación Stonegarden a través de la frontera sur de ese país, nuestra frontera norte.
Según Janet Napolitano, secretaria de Seguridad Interna (DHS, en inglés), se busca detener la violencia, reforzar la política inmigrante y combatir el tráfico ilegal. Adicionalmente, se fortaleció el programa 287(g), una ley instaurada durante la administración Clinton que permite a los estados y localidades aplicar las leyes inmigratorias.
Asimismo, la carta de intención que las autoridades mexicanas y estadounidenses firmaron, con la finalidad de combatir conjuntamente el tráfico ilegal de armas y municiones, además de la creación de una fuerza de tarea de seguridad fronteriza, apuntalarán el programa 287(g), la Operación Stonegarden, las iniciativas locales y a los antiinmigrantes.
En tanto se integra y debate una reforma migratoria en Estados Unidos, se refuerza la actual política inmigratoria, cuyo sentido antiterrorista, antiinmigratorio, ligado a la necesidad de ese país de que las batallas contra el narco y los terroristas se peleen allende sus fronteras, continúe golpeando a la inmigración indocumentada.
Si bien la emigración a Estados Unidos no se acaba, su intensidad ha tendido a bajar, al menos desde el 2007. Los estudios más recientes también dan cuenta del descenso en el envío de remesas. La crisis económica, la política inmigratoria, sostenida en redadas, deportaciones y otros mecanismos punitivos, han tenido su impacto.
El reforzamiento de la actual política inmigratoria busca sentar las bases para debatir, y en su momento aprobar, una reforma migratoria que convenza a congresistas, antiinmigrantes, proinmigrantes, empresarios y la opinión pública estadounidense, la que será acotada por los intereses internos, domésticos. Su “integralidad” tendrá serios límites.

jueves, 13 de agosto de 2009

Cumbres mediáticas

Durante varios días, Guadalajara se convirtió en una ciudad sitiada y vigilada. La cumbre de América del Norte fue un encuentro para alinear al calderonato. Previamente se afirmó en Estados Unidos que no habría anuncios espectaculares, y Canadá fijó su postura irreversible e intransigente sobre las visas para mexicanos.
La reunión de Guadalajara, que animó a analistas y especuladores a apostar por amplias expectativas, fue el escenario para confirmar el alineamiento de Canadá y Estados Unidos en asuntos que realmente importan a ambos países, mientras se reserva a México el papel de comparsa y cumplidor de acuerdos a cambio de sostener la guerrita contra el narco.
Asuntos como la guerra contra el narco y el cerco contra la influenza sacaron de la agenda cuestiones fundamentales: las violaciones a los derechos humanos por parte del ejército mexicano, cuyo visto bueno firmado por el Departamento de Estado de Estados Unidos fue frenado en seco previamente, la reforma migratoria, el TLCAN.
Las demandas por revisar el TLCAN, al menos el capitulo agropecuario, y el diferendo del transporte mexicano, que viola flagrantemente el acuerdo, recibieron respuestas contundentes: una revisión en tiempos de crisis sería contraproducente, según el presidente Obama, y los Teasmters son más importantes que los transportistas mexicanos.
Quedó entonces una reunión a modo, en la que Calderón y México fueron únicamente anfitriones de los dos socios comerciales dominantes de América del Norte. El mote de “líderes” fue la ocurrencia de algún mercadólogo calderonista para consumo mediático. Con excepción de la súplica por los dólares de la Iniciativa Mérida, no hubo más nada.
En esta perspectiva, el encuentro no fue un fracaso. Fue la exhibición política de un “gobierno” ilegítimo, sin iniciativa y el peor manejo histórico de las relaciones bilaterales y trilaterales. Nuestro país no pasa de ser patio trasero. La reunión de Guadalajara confirmó el papel al que ha sido confinado por el panismo fracasado.
Para Estados Unidos y Canadá la reunión fue para mostrar el alineamiento de ambas naciones en la perspectiva continental que comparten problemas y objetivos comunes. Los intereses domésticos de los dos países (detener la inmigración, cercar la influenza, violencia fronteriza, lucha contra el narco afuera de sus fronteras) definieron el encuentro.
Las declaraciones finales (un borrador de la reforma migratoria “quizás” para fin de año), las sonrisas y los apretones de manos ilustran la retórica e hipocresía estadunidense en temas bilaterales. El hemisferio sur es un escenario en el que México juega el papel de guardián. No más. Por eso el envalentonamiento de Calderón.
En una declaración desafortunada, el líder del panismo machín (botas con Fox, machines panistas en duda) retó a quien fuera a presentar pruebas de violaciones a los derechos humanos por el ejército. Horas después, en medio del silencio cómplice de “analistas”, periodistas y medios oficialistas, Human Rights Watch (HRW) presentó las pruebas.
No es solamente un caso. Son docenas. Y tanto HRW como Amnistía Internacional y el periódico Washington Post han documentado las atrocidades cometidas por algunos miembros de la milicia mexicana. El envalentonamiento en el escenario de Guadalajara y los hipócritas elogios de Obama, son la cara de la derrota.
La guerrita contra el narco depende de los recursos estadounidenses, y por ende de la estrategia continental de Estados Unidos en América Latina. Para ese país es importante el control externo de la violencia, con la finalidad de evitarla en su territorio. Esa es la labor de México como parte de ese concepto inoperante llamado América del Norte.
Guadalajara fue así el gran escenario mediático para la quinta reunión entre tres países que supuestamente son socios comerciales y vecinos, además de haber firmado el TLCAN. Sin embargo, vimos a dos naciones que impusieron sus agendas domésticas a un “gobierno” que celebra la subordinación a los intereses geopolíticos de Estados Unidos.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Reforma migratoria en Estados Unidos y exclusiones michoacanas

El jueves pasado, el presidente de Estados Unidos se reunió con 30 legisladores demócratas y republicanos en Washington, DC. El encuentro anunciado semanas atrás, pospuesto en tres ocasiones, significa el arranque de nuevas reuniones para impulsar una reforma migratoria que, en palabras de Obama, es necesaria.
Las organizaciones pro-inmigrantes, algunos medios y analistas, recibieron con cautela y esperanza los planteamientos presidenciales. Aunque del lado republicano se favorece una reforma integral, la ampliación y revisión del actual programa de visas H-2A, que para efectos laborales es un programa de trabajadores huéspedes, gana adeptos.
Por parte de los demócratas, la legalización de 12 millones de indocumentados, la reunificación familiar, los cambios en la política interna que criminaliza la migración indocumentada, entre otros aspectos, tienen muchos adeptos. El problema es que algunos miembros del gabinete presidencial los valoran en votos.
Es decir, el relanzamiento de los trabajos a favor de una reforma migratoria comprehensiva no implica su inmediata aprobación. Abogados pro-inmigrantes sugieren que el camino a recorrer deberá comenzar en el Senado estadounidense, donde integrantes de ambos bandos políticos apoyan los principales puntos de una iniciativa presidencial.
Asimismo, el apoyo en la Cámara de Representantes, además del Senado, está ligado a las elecciones, por lo que muchas reelecciones podrían depender del carácter de los compromisos políticos. Sin duda las comunidades hispanas y mexicanas tendrán un papel fundamental, a pesar del creciente clima antiinmigrante.
Sobre este asunto, en la colaboración pasada comenté algunas preocupaciones, estudios y casos de agresiones a hispanos; el creciente clima antiinmigrante es buen caldo de cultivo para el ascenso de los crímenes de odio, además del impacto de la crisis económica que aunque afecta diferencialmente, tiene un peso en las percepciones de los desocupados.
Como he señalado en otro momento, la reforma migratoria no tendrá final feliz este año. Quizás a principios del 2010, dependiendo del contenido de una nueva propuesta, arrecie el cabildeo y la presión presidencial para ganar votos y buscar su ulterior aprobación. La migración a Estados Unidos, contra los pronósticos oficiales, no cesa; su disminución no ha cambiado las tendencias recientes, y el retorno masivo fue un hecho mediático.
Mientras tanto, en Michoacán los diputados están promoviendo una ley de los migrantes discriminatoria, focalizada, clientelar y burocrática. Acentúa el interés político por grupos y líderes en Estados Unidos, haciendo a un lado la urgente necesidad de generar leyes e instrumentos que atiendan la migración de manera comprehensiva e integral.
En Michoacán, así como en todo el país, la migración interna, interestatal, intraestatal, rural-urbana, interregional, y la migración a Canadá, deberían tener igual peso que la migración a Estados Unidos. Son fenómenos que forman parte de movimientos de población históricos y trascendentes, transformadores de nuestras realidades.
La ignorancia y el interés producen mamotretos legales que no resuelven problemas reales. La carencia de una visión integral de los fenómenos y procesos sociales es proverbial entre los legisladores; además, es cuestionable (quizás inconstitucional) un órgano binacional que dicte las políticas estatales y esté por encima de una Secretaría de Estado.

La reforma migratoria puede esperar

Mientras en México la alerta sanitaria por la influenza humana construyó una cortina mediática de dos semanas para disipar las preocupaciones sobre la economía en quiebra, el desempleo galopante, la violencia del narco, el sistema de salud pública fracturado, en Estados Unidos los signos negativos por una pronta reforma migratoria crecen.
El jueves pasado, el gobierno del presidente Obama presentó una propuesta de presupuesto para el próximo año fiscal que causó mayor zozobra. Solicita fondos para diseñar un sistema de verificación de empleos y dinero extra para contratar más personal y comprar equipo para patrullar su frontera sur, nuestra frontera norte.
De hecho, la propuesta remite el “problema” inmigratorio a la idea de la “guerra contra el crimen” y la “guerra contra las drogas”. Aunque recientemente el gobierno de Washington declaró nulo el concepto de “guerra contra las drogas”, por su fracaso rotundo, además de criminalizar a los ciudadanos adictos, no lo saca de la esfera del tema inmigratorio.
La “guerra contra las drogas” no aplica al interior de Estados Unidos, pero las cárceles de ese país están llenas de inmigrantes indocumentados que son criminalizados, por muchos ciudadanos que los perciben como criminales y un sistema judicial que convirtió las redadas, el uso indebido de números de seguro social, el empleo, en delitos.
Al parecer, el presidente Obama ha asumido la idea de que hay que aplicar de manera estricta las leyes migratorias, lo que antes criticaba. Según The New York Times, Obama argumenta que no podrá promover una reforma comprehensiva en tanto los votantes estén crean que las fronteras deben ser reforzadas.
En una reciente conferencia afirmo que si los estadounidenses no están convencidos de que se les garantice una frontera segura, no puede pedir un acuerdo que saque a los inmigrantes de las sombras vía la ciudadanía, porque la mayoría de la gente pensará que ese hecho promoverá que al año siguiente lleguen más inmigrantes a su país.
Planteada así, la postura presidencial está siendo duramente criticada. Los republicanos creen que el gobierno de Obama no sabe qué hacer con la migración, pues no la entiende y parece que no tiene un plan “B”. Algunos activistas y estudiosos alertan que es necesaria una postura más congruente, que vaya hacia adelante y rechace la doctrina Bush.
Sin duda, la recesión en ese país, cuya tasa de desempleo alcanzó 8.9 por ciento, la más alta desde 1983, las percepciones sobre una frontera explosiva, con un vecino que prácticamente ha perdido su guerrita, y la opinión pública acicateada por el miedo mediático de una epidemia, parecen influir en las ideas sobre la reforma migratoria.
Como lo he comentado, parece que este año apenas se abrirá en Estados Unidos el debate sobre la reforma migratoria; y no parece haber mucho margen de maniobra. En tanto, algunos legisladores de ese país están promoviendo una ley que refuerce el empleo en el sector agrícola, que podría beneficiar, con límites estrictos, a algunos indocumentados.