miércoles, 10 de agosto de 2011

Los pueblos indígenas

A propósito de las renovadas formas de resistencia indígenas, cada 9 de agosto se celebra el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, fecha instituida por la ONU a partir de 1995, lo que dio pie también a la primera Década Internacional de los Pueblos Indígenas del Mundo. El Convenio 169 de la OIT refrendó desde 1989 los derechos indígenas.
En aquellas fechas, como ahora, para 350 millones de indígenas no hubo grandes cambios. Los descendientes de las poblaciones originarias se encuentran entre las poblaciones más vulnerables, discriminadas y marginadas. Los territorios que habitan y sus recursos están siendo amenazados por el capitalismo salvaje, sin que a los gobiernos les importe.
De acuerdo con el INEGI, en México el 6.6 por ciento de la población de 3 años y más, habla alguna lengua indígena. La mayoría habla náhuatl (23 por ciento), maya (11.5 por ciento), tzeltal (7 por ciento), mixteco (6.9 por ciento), tzotzil (6.5 por ciento) y zapoteco (6.4 por ciento), y 6 de cada 10 hablantes de lengua indígena viven en zonas rurales.
Hoy entendemos que el criterio lingüístico oculta las identidades indígenas entre números que poco dicen sobre la situación de los pueblos indígenas. Las identidades étnicas e indígenas van más allá de hablar o no una lengua indígena. La renovación de las formas de resistencia indígena permite observar a los pueblos y comunidades de otro modo.
En muchas partes del país, la ausencia gubernamental, en cuanto a programas de desarrollo, educación, entre otros, impacta sobre manera a los pueblos y comunidades indígenas. Si durante décadas el medio rural, mestizo, ranchero, indígena, fue ignorado por diversos gobiernos, entre los indígenas esta situación implica exclusión, explotación y marginación.
La exclusión de los pueblos indígenas obedece a situaciones históricas y estructurales. En el siglo XX, el Estado diseñó una política que implicaba la integración de los indígenas a lo que se llamó desarrollo nacional. El problema es que decidía arbitrariamente sobre el destino de los pueblos indígenas. Hoy, prácticamente se les ha ignorado y marginado.
En el campo educativo, 46 por ciento de la población indígena es analfabeta, mientras 76 por ciento no tiene la primaria completa. La tercera parte de los municipios del país es indígena; más del 80 por ciento de las comunidades indígenas tiene menos de 500 habitantes, y 75 por ciento de los indígenas se ocupa de actividades agrícolas.
Los 15.7 millones de indígenas viven situaciones extremas de discriminación. La Primera Encuesta Nacional sobre Discriminación reporta que un 43 por ciento de los encuestados afirma que los indígenas están limitados por sus características raciales, y un 30 por ciento señala que para salir de la pobreza los indígenas no deben comportarse como tales.
Asimismo, los pueblos indígenas mexicanos migran continuamente, ya sea porque sus condiciones de subsistencia en sus comunidades son deplorables, por la violencia y porque es parte de sus formas culturales e ideológicas. Entre los jornaleros agrícolas en las zonas de agricultura de exportación, los indígenas de diferentes grupos étnicos sobresalen.
Por lo mismo, han formado flujos permanentes transnacionales en Estados Unidos. Tal es el caso de mixtecos, zapotecos, mayas y otros grupos. Su capacidad de resistencia, juzgada erróneamente como tradicionalismo y cerrazón, les ha permitido reproducir elementos de sus formas de organización y cultura en diversos puntos de la Unión Americana.
En Michoacán, la migración internacional indígena tiene una larga historia. Los p’urhépecha de la Sierra, la ribera del Lago de Pátzcuaro y la Cañada de los Once Pueblos, comenzaron a migrar bajo el Programa Bracero (1942-1964). Originalmente se asentaron en California, Illinois, entre otros; hoy trabajan y sobreviven en las Carolinas.
Los p’urhépecha, mayas, zapotecos y mixtecos, han construido un consistente y fluido espacio transnacional entre las comunidades que habitan en Estados Unidos y sus territorios de origen. Las primeras generaciones suelen comunicarse en sus lenguas originales y el inglés, además de que reproducir sus formas organizativas y culturales e ideológicas.
Esto no significa que hayan eludido la discriminación y marginación que solían vivir en México. En Estados Unidos son altamente vulnerables por diversas circunstancias. No es sólo el color de su piel; puede ser su habla, formas de organización, creencias, etc. La sociedad anglosajona, blanca y protestante los discrimina como inmigrantes e indígenas.
Pero los indígenas que se quedan en México, quienes no tienen migrantes internacionales entre sus familias y mucho menos redes sociales, subsisten en la precariedad de sus comunidades y la explotación de que son objeto cuando emigran a los campos agrícolas del centro y norte del país. Son también objeto de violencia y desarraigo continuo.
La resistencia indígena actual implica recuperar protagonismo; resolver problemas históricos; conservar y proteger sus recursos y territorios; renovar su cultura, formas organizativas e identidad. Los mexicanos deberíamos de asumirnos como sociedad multicultural y diversa, respetar al otro y crecer en la pluralidad.