miércoles, 20 de junio de 2012

¿Dream Act electoral?


El reciente anuncio del presidente Obama que reactiva, con restricciones, la llamada Dream Act (acrónimo de Development, Relief, and Education for Alien Minors Act), ha generado reacciones encontradas en el contexto electoral que también en Estados Unidos está en camino. Los republicanos tienen un nuevo frente para reforzar su postura antiinmigrante.
Barack Obama, en uso de sus atribuciones, ordenó detener las deportaciones de estudiantes indocumentados, quienes arribaron a Estados Unidos siendo niños cuando sus padres se establecieron definitivamente en ese país. Según el Migration Policy Institute, podrían beneficiarse 1.4 millones de niños y jóvenes menores de 15 y hasta 30 años de edad.
Según la Secretaria de Seguridad Interna (DHS, siglas en inglés), no se iniciarán acciones de deportación a los indocumentados que llegaron a Estados Unidos antes de los 16 años de edad, que hayan residido al menos 5 años en ese país, que estén estudiando, sean graduados de High School o veteranos del ejército, y menores de 30 años sin antecedentes criminales.
Las reacciones en Estados Unidos van de la férrea oposición, tanto de los republicanos, incluido su candidato presidencial, como de los grupos y Think Tanks antiinmigrantes, a la bienvenida por una medida largamente esperada y reclamada por abogados, defensores y activistas a favor de una reforma inmigratoria comprehensiva.
El candidato presidencial republicano, Mitt Romney, acusó al presidente Obama de implementar una medida “motivada políticamente” por las elecciones presidenciales del 6 de noviembre. Insistió, según The New York Times (17/06/2012), en que debió hacer algo en los pasados tres años y medio, no en los últimos meses de que finalice su mandato.
Sin duda la medida es polémica, y resulta de al menos dos situaciones: responde, por un lado, a las acciones de los activistas pro-inmigrantes que se han manifestado en contra de las deportaciones y la política inmigrante más restrictiva y, por el otro, al proceso electoral en puerta, en el que el voto latino o hispano podría ser determinante.
Efectivamente, en los pasados tres años y medio, la promesa de una reforma inmigratoria comprehensiva de Obama a los electores latinos, estuvo condicionada por el cálculo político y sus implicaciones. Cuando tuvo mayoría en el Congreso de ese país, los demócratas se abstuvieron y los republicanos que apoyaban la iniciativa, retiraron su voto.
Después de continuar con la política inmigratoria restrictiva de Bush, en esos tres años y medio, que resultó en la caída de la inmigración y el alza de las deportaciones a 400 mil personas anualmente, violaciones a los derechos humanos, entre otros, se decide electoralmente detener parcialmente las deportaciones de un sector de los inmigrantes.
Por supuesto que la medida no es desdeñable, pero es producto del cálculo político de los demócratas y el desistimiento de aquellos republicanos que en su momento favorecieron la reforma inmigratoria, todo en consonancia con la crisis, la opinión pública, las voces pro y anti-inmigrantes, y el clima electoral.
El trabajo de los activistas latinos y pro-inmigrantes es también un factor que en el contexto electoral favoreció la medida. Las presiones, protestas y marchas contra una política inmigratoria gubernamental restrictiva y dañina a las familias, particularmente latinas, y la urgencia de atraer votos para la causa reeleccionista, jugaron su papel.
La medida en sí misma rechaza la amnistía; únicamente provee un marco para regular la estancia de niños y jóvenes indocumentados, ofrece un alivio a las tensiones creadas por los procesos de deportación, y detiene los procedimientos contra la población que cubra ciertos requisitos, por lo que es igualmente restrictiva.
Para los inmigrantes mexicanos es favorable, pues la mayoría de los latinos es de este origen. Sin duda es una medida que ofrece una pausa a los hijos de los inmigrantes que nacieron en México y cuyos padres decidieron, en los pasados 30 años, establecerse definitivamente en Estados Unidos.
Muchos de estos inmigrantes indocumentados, niños y jóvenes, hombres y mujeres, a pesar de su situación legal, están integrados a la sociedad estadounidense, son regularmente bilingües, estudian y tienen entre sus metas vitales permanecer en ese país. Enfrentar un proceso de deportación es particularmente devastador para ellos y sus familias.
Como Gustavo López Castro (El Colegio de Michoacán) está documentando, la migración de retorno está al alza. Buena parte de los retornados son niños y jóvenes, además de que muchos fueron objeto de procesos de deportación. Y el problema es que en los distintos niveles de gobierno nadie está diseñando alguna política pública al respecto.
La Dream Act electoral de seguro tendrá efectos positivos para la reelección de Barack Obama. De seguro formará parte de otra serie de promesas de campaña que en un momento dado podrían implicar una reforma migratoria restringida, pues la presión del electorado conservador y antiinmigrante no es desdeñable.
Esta medida es sin duda un gran avance respecto a una política que golpea cotidianamente a los inmigrantes, particularmente latinos e indocumentados. A pesar de las restricciones, un considerable número de niños y jóvenes indocumentados podrían acogerse a la medida, incluso podrían tramitar licencias de conducir y trabajar legalmente.