jueves, 9 de septiembre de 2010

Espectáculos y paradojas

Con diferencia de días, Felipe Calderón y Enrique Peña ofrecieron sendos shows mediáticos. El primero, en un ambiente amigable, develó las bondades de un “gobierno” que solamente él y sus cuates alcanzan a asir entre privilegios y complicidades. Me recordó la novela de Michael Ende (1979), hecha película The Neverending Story (1984).
Entre paradojas, Enrique Peña, gobernador del Estado de México, pretendió exorcizar el autoritarismo priista si el PRI recupera el poder, y acusó a la extraña alianza PAN-PRD de buscar el poder por el poder. Olvidó que durante poco más de setenta años su partido encabezó la asombrosa historia unipartidista que Vargas Llosa llamó la dictadura perfecta.
Mientras ambos personajes celebraban en costosas ceremonias pagadas con nuestros impuestos, nos enteramos que el “gobierno” federal obtuvo malas notas. Consulta Mitofsky refiere que para 83 por ciento de los mexicanos la economía está peor; 78 por ciento piensa que vivimos peores momentos respecto al año pasado; 80 por ciento considera que la seguridad ha empeorado, y para 25 por ciento la inseguridad es el mayor problema.
Asimismo, 60 por ciento de los mexicanos considera que al “gobierno” se le han salido las cosas de control. Aunque salud, combate a la delincuencia y educación son las áreas mejor evaluadas, ninguna supera el 40 por ciento. El combate a la inflación, la creación de empleos y la lucha contra la pobreza, son los rubros peor valorados.
Finalmente, el 58 por ciento cree que vamos por el rumbo equivocado. Los números suelen ser hechizos; por ello, el festejo continúa. Los spots siguen dando la buena nueva, mientras evaluaciones serias (Centro de Análisis Multidisciplinario, CAM-UNAM), son ignoradas. En el rubro laboral no se han recuperado las más de 700 mil plazas perdidas.
A agosto de 2010 el IMSS registra 35 mil empleos menos respecto a igual mes del año pasado, y más de un millón 400 mil mexicanos forma parte de la economía informal o el subempleo. En junio de este año más de 8 millones de personas estaba desempleada, mientras el nivel real de desocupación alcanzó 15.3 por ciento y no 5.3 por ciento.
El presidente del empleo olvidó dichas cifras; también, escamoteó los números del endeudamiento que hoy alcanza cifras estratosféricas. En el 2006, al calor de la guerra sucia electoral, ofreció que no endeudaría al país, en relación con el candidato de izquierda: el mesías tropical krauziano. Pero las cosas van de mal en peor.
La matanza de transmigrantes centroamericanos y sudamericanos, exhibió al “gobierno” católicamente correcto en su desinterés por los migrantes. Si los mexicanos que emigran a Estados Unidos sólo valen un discurso, los transmigrantes están sujetos, no solamente al mercado global laboral, sino también al crimen global. Laissez faire, laissez passer.
Entre la comentocracia oficialista, disculpar las ausencias sobre la realidad es permisible, pues según su particular punto de vista los mandatarios deben hablar de sus “logros”, aunque sea para imaginar otro país. El hecho es que la crítica no es bienvenida, pues es mejor aderezar con frases supuestamente contundentes esa realidad.
No parece que el show mediático sea de larga duración, a pesar del bombardeo de spots publicitarios que venden un país inexistente, pues la crítica de la sociedad gana presencia. Los llamados a la “unidad” son cada vez más huecos, sin muchos destinatarios. Es la paradoja: nos embarcaron en líos por los que jamás se nos consultó.
La comentocracia oficialista rechaza la idea del Estado y el gobierno fallido, pero observamos que las respuestas a los problemas perfilan, no solamente fallos cotidianos sino también el colapso gubernamental y estatal. En los círculos cercanos a Los Pinos se vive la euforia de una fiesta de privilegios y complicidades ajena a México.
Obviedades. 1. En Estados Unidos, el debate sobre la inmigración indocumentada será un punto crucial en las elecciones de noviembre próximo. La SB1070 de Arizona reafirmó entre la opinión pública el tema, además de generar nuevas batallas en otros estados en los que se están impulsando leyes similares. Las posiciones en juego en el Congreso de ese país serán definidas por el talante pro o anti-inmigrante de los candidatos, mientras el gobierno de Obama continua reforzando las medidas antiinmigrantes promovidas por Bush. 2. Según una reciente encuesta, 59 por ciento de la población estadounidense y 76 por ciento de las elites en Washington, DC, desean acciones respecto a la reforma inmigratoria. El 61 por ciento de los demócratas e independientes, y el 59 por ciento de los republicanos, piensan que el Congreso debe promover un esquema para discutir la reforma inmigratoria. Estos números contrastan con la desaprobación de los votantes a las leyes de estimulo económico y de salud, y el rumbo del Congreso, pues desean que esta instancia actúe a pesar de haber eludido las promesas de Obama y Bush sobre el tema.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

La Bestia o el colapso del Estado mexicano

Indignación, asco, estupefacción, alarma; fueron algunas de las reacciones en medios impresos, electrónicos e internet. La Bestia, el ferrocarril que transporta a los transmigrantes desde el sur hasta la frontera con Estados Unidos, perdió a 72 pasajeros de Centro y Sudamérica, en un final de viaje cruel en Tamaulipas.
El martes de la semana pasada, los informes de la CNDH, organismos humanitarios asentados en la frontera norte, organizaciones internacionales de derechos humanos, hicieron un recuento cruento de la violencia cotidiana hacia los transmigrantes, aunque el “gobierno” mexicano intentó justificar su inacción y desprecio por los migrantes.
Son cotidianos los abusos; están documentadas las vejaciones; peor, se sabe que el círculo de la extrema violencia hacia los transmigrantes está formado por traficantes, polleros, zetas, policías municipales, estatales y federales. Impunidad, complicidad, corrupción, sobresalen y corroen al gobierno fallido y un Estado a punto del colapso.
En los Estados Unidos, entre organismos gubernamentales y organizaciones de la sociedad civil nacional e internacional, se ha criticado acremente la postura del “gobierno” mexicano: En ese país blande un discurso, soso y hueco, en torno al abuso de los indocumentados mexicanos, pero poco hace sobre el trato y abuso a los transmigrantes.
Los transmigrantes, la mayoría centroamericanos, pero también sudamericanos, árabes, cubanos, chinos y de otras nacionalidades, transitan por territorio mexicano buscando llegar a Estados Unidos. La propia política inmigratoria de ese país, al mover las rutas tradicionales de acceso, ha favorecido el tráfico de seres humanos.
En los últimos diez años, el tráfico de personas se convirtió en un negocio lucrativo, involucrando a la delincuencia organizada y a los carteles de la droga. Los transmigrantes, mujeres, niños y niñas, son sus principales víctimas. Los abusos, vejaciones, secuestros, asesinatos, crecen. Para muy pocos el sueño americano es alcanzable.
Los abusos y explotación a los indocumentados mexicanos, en un contexto de xenofobia, racismo y odio en Estados Unidos, son preocupantes; reflejan cuán lejos está una reforma migratoria integral. Pero en México, es vergonzante y horroroso el maltrato que sufren los transmigrantes. No solamente el ferrocarril se ensaña con ellos, la otra “Bestia” también.
Esta otra “Bestia”, la burocracia migratoria, las policías de todos los niveles, se entremezclan con polleros, zetas, traficantes y demás delincuencia, para hacer del derecho a migrar, a la movilidad, un acto peligrosamente aterrador. Huir de la precariedad y la pobreza de un país de origen es un viaje al laberinto del horror en suelo mexicano.
La reforma a la Ley de Población que evita criminalizar a los indocumentados que pasan por México, no les otorgó garantías para denunciar los abusos y las vejaciones. Pero en un país en el que muchas situaciones se norman y sancionan, la justicia sigue estando ausente. El cúmulo de leyes existentes no es garantía de respeto, equidad, imparcialidad.
Asimismo, el “gobierno” mexicano, al asumir la Iniciativa Mérida, se convirtió en garante de la política antiterrorista, antidrogas y antiinmigrante de Estados Unidos. Una de las vertientes del papel de México en dicho acuerdo es reducir la “porosidad” de nuestra frontera sur; es decir, detener el paso de los migrantes.
Las vejaciones sufridas por los mexicanos al internarse en Estados Unidos, las muertes de mexicanos en su intento por alcanzar el “sueño americano”, deberían conducir a una estrategia diplomática y bilateral para resolver el problema migratorio entre ambos países. A la par, se tendría que discutir el problema de los transmigrantes.
Sin duda, en la migración mexicana a Estados Unidos la motivación laboral así como la expectativa de una vida mejor siguen pesando. En México, salvo las mentiras mediáticas de la supuesta recuperación, millones de mexicanos siguen sin empleo; y cuando lo tienen, sobresale la precariedad, inequidad y un salario que ya ni siquiera cubre la canasta básica.
En Centroamérica, Sudamérica, y otros países, la migración laboral sigue conduciendo el flujo migratorio que lleva a Estados Unidos. La supuesta tierra de las oportunidades ha convertido al territorio mexicano en uno de los principales corredores migratorios sur-norte, norte-norte. A pesar de las evidencias, en México no se entiende esto.
La postura de los gobiernos panistas, después del acto fallido Fox-Castañeda, apenas atina a mal administrar una de las caras del proceso migratorio internacional que define en mucho las relaciones México-Estados Unidos: la emigración mexicana. En cambio, la transmigración se la han dejado a la violencia y crueldad de la delincuencia organizada.
Según se sabe, la actual comisionada del Instituto Nacional de Migración (INM), está en su cargo por la gracia de Dios y su amigo Calderón. Informes de todo tipo le han llegado, pero apenas atina a decir que la delincuencia ha invisibilizado a los transmigrantes y culpa a diputados y senadores por no crear una ley de migración.
También sabemos que en el INM, delegaciones estatales y estaciones migratorias, se tejen acompasadamente las redes de la impunidad, complicidad y corrupción. Hay historias desgarradoras de transmigrantes centroamericanos que, al menos a quienes públicamente violentan con su fe católica al Estado laico, deberían compungir su cristiano corazón.
Migrar es un derecho. La movilidad humana, histórica, milenaria, ha llevado a la especie humana, en distintos estadios, a poblar y repoblar el mundo. La hominización, la geografía, la adaptación, el cambio climático, la búsqueda de comida y refugio, el aprovechamiento de los recursos, la organización social, han hecho del caminar humano un signo de evolución.
La constitución de los Estados-nación, la aparición de las fronteras políticas y administrativas, la racialización de la especie humana, el otro, el extraño, las guerras de conquista y colonización, han impuesto normas al caminar humano. En una época de modernización y democracia, la migración tiene que ser reivindicada como un derecho.