El 26 de febrero de 2023, las cúpulas partidistas y empresariales reactivaron a sus marchistas, logrando reunir a, según la propia oposición, 500 mil personas en el Zócalo de la #CDMX, pero acorde con datos oficiales, 90 mil o quizás más de 100 mil. Dos oradores, bien identificados con las complicidades de los gobiernos del PAN y del PRI, expusieron sendos discursos en los que presionan a la SCJN para declarar inconstitucional el llamado Plan B de la reforma electoral, y defienden, de manera engañosa, mentirosa y manipuladora, al INE y lo que suponen que es la democracia: una credencial de elector y el “voto libre”, el que, en ningún párrafo de la recién aprobada iniciativa, se menciona, mientras los impresentables personajes que dicen defender la democracia y el INE, como si fueran lo mismo, pretenden negar vínculos con la delincuencia organizada y las complicidades y participación en el saqueo y la corrupción.
Lo importante de esta segunda convocatoria de la derecha y ultraderecha
en México, es que a través de diversos mecanismos clientelares, corporativos,
acarreo y amenazas evidentes, lograron reunir a miles de personas durante 45
minutos en el corazón de la Ciudad de México, pero entre discursos de odio,
mentiras y fotografías mediáticas que impresionan a la prensa extranjera y a
las columnetas de los medios corporativos golpistas mexicanos, los asistentes,
tanto los oradores como dirigentes y participantes, exponen su ignorancia.
Testimonios en redes sociales dan cuenta que una buena parte de la gente no
sabe de qué trata el Plan B, pero marcharon muy a gusto con su odio y desprecio
en contra de un proyecto de gobierno legítimo y democrático, al que la derecha
califica de dictadura, autoritaria, comunista, pero fueron a ejercer su derecho
libremente.
Con todo, aunque miles llenaron el Zócalo de la Ciudad de México, no es
el estallido de una movilización social y popular. Representa cómo los partidos
políticos de la alianza derechista entregaron a las cúpulas empresariales,
elites económicas y políticas, medios corporativos, cuotas de ciudadanos que
forman parte de las corporaciones y clientela partidista. En realidad, millones
de pesos están detrás de la marcha, pero no son los líderes del PRIAN los que
deciden, sino la oligarquía, tanto mexicana como extranjera. En este sentido,
es muy cuestionable que a la marcha se le pretenda mitificar como auténtico
ejercicio ciudadano, cuando las supuestas motivaciones que la animaron son
falsas. Muchos de los participantes –líderes, personajes políticos,
empresarios, clasemedieros, entre otros- jamás antes defendieron la democracia.
La marcha fue también síntoma de una oposición fallida, sin rumbo, sin
articulación, sin organicidad. En el día después, vemos a los líderes de los
partidos de la alianza derechista refugiarse en discursos y videos
autocomplacientes, en las redes sociales y los medios corporativos para repetir
sus mentiras y odio. Gritan contra el "dictador", el comunismo y el
autoritarismo, pero es obvio que se congregan y nadie los reprime. Los supuestos
500 mil en el zócalo #CDMX y "cerca" de un
millón en otras ciudades, marchan, se congregan, pero quienes los organizan son
las cúpulas de la derecha y ultraderecha partidista y empresarial, no los
ciudadanos que asistieron a las marchas. Las cuotas partidistas y clientelares
llevaron, también, acarreados, amenazados, simpatizantes y de seguro gente
crédula de las mentiras de la derecha.