El juicio contra Genaro García Luna en Nueva York, revela también el cinismo, la hipocresía y estupidez del #PAN, sus satélites supuestamente independientes y los fascistoides anaranjados. Los testigos protegidos y colaboradores que van narrando una serie de situaciones que, precisamente por ser delincuentes, saben de lo que hablan, pues protagonizaron esos momentos –es hasta cuestionable creer que, por ser malhechores, los fiscales les hayan dado un guion para responder a sus cuestionamientos, como algunos personajes en los medios corporativos y redes sociales vociferan- que exhiben a medios corporativos, partidos políticos, políticos, exfuncionarios públicos, además de tocar tangencialmente a integrantes de organizaciones no gubernamentales y de la sociedad civil. Las redes políticas, mediáticas, institucionales y con instancias de la llamada sociedad civil, fueron el más avanzado contexto del que se sirvió el exfuncionario público para hacer de sus vínculos con la delincuencia organizada un edulcorado y profesional negocio.
Genaro García Luna y el PAN, tejieron una robusta de red de corrupción,
saqueo, lavado de dinero, complicidad, impunidad, privilegios. El exsecretario
de Seguridad de Felipe Calderón, se encargó de dar forma a un narcoestado, el
cual no terminó de fructificar cuando el PRI decidió arrebatar al PAN la
presidencia de la República, para hacer de la alternancia elemento central del
pacto de corrupción que concretaron con Carlos Salinas de Gortari y Ernesto
Zedillo. Pero sus perversas intenciones cayeron en el vacío de más de 30
millones de mexicanos que finalmente decidieron sepultar la corrupción y el
saqueo del #PRIAN. La siniestra asociación delincuencial del #PRI y el #PAN no
terminó en 2018, pues actualmente buscan, con mentiras, intentos de golpe de
estado, uso de la legislación y los órganos que supuestamente deben impartir
justicia, la sociedad civil financiada por Estados Unidos y el empresariado
golpista, los medios corporativos golpistas, regresar al poder.
Con todo, lo más vergonzoso del PAN y el PRI, es no asumir la
responsabilidad política de tres gobiernos (Vicente Fox, Felipe Calderón,
Enrique Peña Nieto) que pactaron con el narco y fueron cómplices de una guerra
que el espurio Felipe Calderón lanzó, por un lado, buscando la legitimidad que
jamás obtuvo, y por el otro, para cumplir con la agenda externa de Estados
Unidos, país que culpa de las adicciones de sus ciudadanos a otras naciones. La
guerra contra el narco en América Latina no era nueva, lo novedoso fue, en
connivencia con el espurio Felipe Calderón, armar a los delincuentes y asesinar
a miles de mexicanos, muchos sin tener nada que ver con la esquizofrenia del fraudulento
Calderón. En este contexto, Genaro García Luna, su asesino serial, encajó en
las obsesiones esquizofrénicas del espurio, pues le ofreció un pacto con la
delincuencia organizada, no solo para enriquecerse, sino también para alimentar
la sed enfermiza de Calderón por sangre de mexicanos. Salvárcar, TecMonterrey,
son solo algunos ejemplos de su perversidad.
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