26/09/2014 #Ayotsinapa ¡vivos se los llevaron, vivos los
queremos!
La crisis que
estalló con el asesinato y desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, y que
alcanzó a golpear el mundo feliz de Enrique Peña Nieto y sus “reformas
estructurales”, no es nada más una crisis coyuntural, es también una crisis del
sistema político mexicano, de los partidos políticos y las elites políticas.
Además de la
costosa y partidista burocracia incrustada en el INE, antes IFE, para
garantizar la supuesta normalidad democrática y la transición fallida, es
notable la incapacidad política y operativa de los tres niveles de gobierno,
las instituciones del Estado mexicano y, particularmente, los partidos
políticos y sus elites.
El PAN en Sonora
y Puebla; el PRI en Michoacán y Veracruz; el PRD en Guerrero, entre otros
casos, muestran la ineficacia, ineficiencia, connivencia entre elites políticas
y delincuentes, uso descarado de recursos públicos para fines personales y
partidistas, ausencia de transparencia, y economías a punto del colapso.
Durante los dos
gobiernos federales del PAN, se fue perdiendo la centralidad del sistema
político. El presidente era el factor de poder, por lo que al perder el PRI la
presidencia, se genera una suerte de atomización política que fomentó una
especie de feudalización, además de facilitar los tratos con la delincuencia.
Las elites
políticas locales, sus burocracias y estructuras partidarias se adueñaron de la
transición política a nivel local. En general, esta tendencia fue positiva,
pero contribuyó al faccionalismo, reforzamiento de las mafias y la interacción
con los grupos delincuenciales, los que se apoderaron de los gobiernos.
En Guerrero, Michoacán,
y otras entidades, hay diversos ejemplos locales de las interacciones entre
crimen organizado y elites políticas locales. Se argumenta que el miedo y las
presiones favorecieron estas corruptelas, pero cuenta también el abandono
gubernamental y las perversiones personales.
Si bien, estos
tratos permitieron la operación del crimen organizado y su escalamiento hasta
crispar económica y socialmente las tramas locales, a nivel estatal y nacional
las sospechas de complicidades e impunidades entre gobiernos estatales,
funcionarios gubernamentales y partidistas, persisten.
La
esquizofrénica guerra del ex-presidente Felipe Calderón, en lugar de atacar las
entrañas del problema a nivel local, estatal y federal, y entre las elites
políticas y económicas, desató una cacería que pretendió otorgarle la
legitimidad que no obtuvo en las urnas, además de exacerbar localmente la
problemática.
Esta guerra dejó
intactas las tramas nacionales, estatales y locales, permitiendo a las elites
políticas y la delincuencia organizada pactar una especie de gobernabilidad que
implicaba extorsiones, secuestros, asesinatos, expoliaciones y el ascenso de
grupos y personajes a cargos públicos.
La crisis ha
impuesto la inseguridad como un proceso cotidiano y elemento fundamental del despojo
que impacta al trabajo, los territorios, los recursos estratégicos, la vida
comunitaria, el tejido social. Esta es la normalidad política que la transición
nos legó, no la democrática que realmente urge.
Esta normalidad
política ha implicado que una parte de la sociedad civil observe, sin
participar, la corrupción, normalizándola, mientras otra parte la pone en
práctica. La complicidad e impunidad practicada entre las elites políticas y
económicas es un hecho cotidiano y perverso.
¿Hasta dónde
llegará esta crisis política y social? No hay respuesta fácil, pero el
movimiento pacífico encabezado por los jóvenes y estudiantes de distintos
orígenes sociales y económicos, además de la convergencia de otros reclamos y
organizaciones de la sociedad civil, tienen la respuesta.
Obviedades. 1. Otro grave problema
de esta crisis, es la mercantilización de las relaciones bilaterales y
multilaterales. El PAN colapsó la tradicional política exterior mexicana, pero el
nuevo PRI ha convertido a los embajadores en mercaderes y lobistas. Se dedican
a hacer negocios. 2. La movilización del 22 de octubre, que unificó a nivel
nacional y mundial el #Ayotzinapa, calificada por la prensa y algunos
comentócratas oficialistas de ejemplar, sacó a la calle a hombres y mujeres
jóvenes que PAN y PRI criminalizan sin razón. Marcharon indignados, unidos,
ante las elites políticas que los minimizan y han pretendido convertirlos en
simples consumidores. 3. Lamentable respuesta del IEM, organismo electoral
caduco y costoso, a la queja interpartidista sobre la evidente falta de un
gobernador, cuyas principales actividades han sido discursos vanos y vacíos, y
frivolidades por doquier. 4. José María Martínez, senador del PAN, fanático
derechista, misógino y homofóbico, celebró los cambios que personeros de los medios
y la derecha hicieron a la ley sobre derechos de niños y adolescentes en la
Cámara de Diputados, otra muestra más de discriminación y criminalización. 5. El
PRI, en aras de sacar leña política electorera de una crisis en la que este
partido, el gobierno priista y el Estado mexicano tienen la mayor
responsabilidad, poniéndose a la par de los chuchos del PRD, enfoca sus
baterías mediáticas contra AMLO, quien muy desafortunadamente no se ha
deslindado, igual que Cuauhtémoc Cárdenas de los chuchos del PRD, de los
involucrados en el problema con la contundencia necesaria. 6. El PAN no tardó
en sumarse, como se esperaba, al PRI, su gran maestro y hermano. No sería mala
idea investigar a AMLO, pero a condición de que investiguen a Vicente Fox,
Martha Sahagún, los hijos de esta señora, y todas las atrocidades y corruptelas
del sexenio de Felipe Calderón. Dos sexenios en los que el PAN fue el rey de la
corrupción, la simulación, las complicidades. 7. Mientras las elites políticas
buscan socavar a AMLO, en el Presupuesto de Egresos de la Federación 2015, se
propone un incremento de 10.37 por ciento real respecto al 2014, al Congreso,
sin claridad sobre el destino de cuantiosos recursos. Es el caso también del
Congreso michoacano. 8. Y Zambrano, chucho-perredista, quien se reunió horas
antes de que el ex-alcalde Abarca huyera, no es cómplice. ¿Los
chucho-perredistas tienen la venia del periodismo y los comentócratas
oficialistas, PRI, EPN, PAN, para denostar a AMLO? 9. Y a Claudio X. González,
ante la profundidad de la crisis mexicana, se le ocurre que se firme otro
pacto, figura retórica que solo ha servido para saquear al país y favorecer a
los empresarios. 10. La aprobación de EPN cayó 30 por ciento, lo que explica el
ataque del PRI-PAN a AMLO, y refleja la conmoción y el pasmo de un gobierno y
sus elites políticas ante su propio fracaso. Al interior crece el rechazo y en
el exterior se revela el fracaso, como la prensa del capitalismo salvaje, The
Economist, Financial Times, The Guardian, The New York Times, Le Monde, The New
Yorker, El País, celebradora de las supuestas “reformas estructurales”, señala:
México se hunde.