jueves, 30 de octubre de 2014

Crisis política, crisis del sistema

26/09/2014 #Ayotsinapa ¡vivos se los llevaron, vivos los queremos!

La crisis que estalló con el asesinato y desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, y que alcanzó a golpear el mundo feliz de Enrique Peña Nieto y sus “reformas estructurales”, no es nada más una crisis coyuntural, es también una crisis del sistema político mexicano, de los partidos políticos y las elites políticas.
Además de la costosa y partidista burocracia incrustada en el INE, antes IFE, para garantizar la supuesta normalidad democrática y la transición fallida, es notable la incapacidad política y operativa de los tres niveles de gobierno, las instituciones del Estado mexicano y, particularmente, los partidos políticos y sus elites.
El PAN en Sonora y Puebla; el PRI en Michoacán y Veracruz; el PRD en Guerrero, entre otros casos, muestran la ineficacia, ineficiencia, connivencia entre elites políticas y delincuentes, uso descarado de recursos públicos para fines personales y partidistas, ausencia de transparencia, y economías a punto del colapso.
Durante los dos gobiernos federales del PAN, se fue perdiendo la centralidad del sistema político. El presidente era el factor de poder, por lo que al perder el PRI la presidencia, se genera una suerte de atomización política que fomentó una especie de feudalización, además de facilitar los tratos con la delincuencia.
Las elites políticas locales, sus burocracias y estructuras partidarias se adueñaron de la transición política a nivel local. En general, esta tendencia fue positiva, pero contribuyó al faccionalismo, reforzamiento de las mafias y la interacción con los grupos delincuenciales, los que se apoderaron de los gobiernos.
En Guerrero, Michoacán, y otras entidades, hay diversos ejemplos locales de las interacciones entre crimen organizado y elites políticas locales. Se argumenta que el miedo y las presiones favorecieron estas corruptelas, pero cuenta también el abandono gubernamental y las perversiones personales.
Si bien, estos tratos permitieron la operación del crimen organizado y su escalamiento hasta crispar económica y socialmente las tramas locales, a nivel estatal y nacional las sospechas de complicidades e impunidades entre gobiernos estatales, funcionarios gubernamentales y partidistas, persisten.
La esquizofrénica guerra del ex-presidente Felipe Calderón, en lugar de atacar las entrañas del problema a nivel local, estatal y federal, y entre las elites políticas y económicas, desató una cacería que pretendió otorgarle la legitimidad que no obtuvo en las urnas, además de exacerbar localmente la problemática.
Esta guerra dejó intactas las tramas nacionales, estatales y locales, permitiendo a las elites políticas y la delincuencia organizada pactar una especie de gobernabilidad que implicaba extorsiones, secuestros, asesinatos, expoliaciones y el ascenso de grupos y personajes a cargos públicos.
La crisis ha impuesto la inseguridad como un proceso cotidiano y elemento fundamental del despojo que impacta al trabajo, los territorios, los recursos estratégicos, la vida comunitaria, el tejido social. Esta es la normalidad política que la transición nos legó, no la democrática que realmente urge.
Esta normalidad política ha implicado que una parte de la sociedad civil observe, sin participar, la corrupción, normalizándola, mientras otra parte la pone en práctica. La complicidad e impunidad practicada entre las elites políticas y económicas es un hecho cotidiano y perverso.
¿Hasta dónde llegará esta crisis política y social? No hay respuesta fácil, pero el movimiento pacífico encabezado por los jóvenes y estudiantes de distintos orígenes sociales y económicos, además de la convergencia de otros reclamos y organizaciones de la sociedad civil, tienen la respuesta.
Obviedades. 1. Otro grave problema de esta crisis, es la mercantilización de las relaciones bilaterales y multilaterales. El PAN colapsó la tradicional política exterior mexicana, pero el nuevo PRI ha convertido a los embajadores en mercaderes y lobistas. Se dedican a hacer negocios. 2. La movilización del 22 de octubre, que unificó a nivel nacional y mundial el #Ayotzinapa, calificada por la prensa y algunos comentócratas oficialistas de ejemplar, sacó a la calle a hombres y mujeres jóvenes que PAN y PRI criminalizan sin razón. Marcharon indignados, unidos, ante las elites políticas que los minimizan y han pretendido convertirlos en simples consumidores. 3. Lamentable respuesta del IEM, organismo electoral caduco y costoso, a la queja interpartidista sobre la evidente falta de un gobernador, cuyas principales actividades han sido discursos vanos y vacíos, y frivolidades por doquier. 4. José María Martínez, senador del PAN, fanático derechista, misógino y homofóbico, celebró los cambios que personeros de los medios y la derecha hicieron a la ley sobre derechos de niños y adolescentes en la Cámara de Diputados, otra muestra más de discriminación y criminalización. 5. El PRI, en aras de sacar leña política electorera de una crisis en la que este partido, el gobierno priista y el Estado mexicano tienen la mayor responsabilidad, poniéndose a la par de los chuchos del PRD, enfoca sus baterías mediáticas contra AMLO, quien muy desafortunadamente no se ha deslindado, igual que Cuauhtémoc Cárdenas de los chuchos del PRD, de los involucrados en el problema con la contundencia necesaria. 6. El PAN no tardó en sumarse, como se esperaba, al PRI, su gran maestro y hermano. No sería mala idea investigar a AMLO, pero a condición de que investiguen a Vicente Fox, Martha Sahagún, los hijos de esta señora, y todas las atrocidades y corruptelas del sexenio de Felipe Calderón. Dos sexenios en los que el PAN fue el rey de la corrupción, la simulación, las complicidades. 7. Mientras las elites políticas buscan socavar a AMLO, en el Presupuesto de Egresos de la Federación 2015, se propone un incremento de 10.37 por ciento real respecto al 2014, al Congreso, sin claridad sobre el destino de cuantiosos recursos. Es el caso también del Congreso michoacano. 8. Y Zambrano, chucho-perredista, quien se reunió horas antes de que el ex-alcalde Abarca huyera, no es cómplice. ¿Los chucho-perredistas tienen la venia del periodismo y los comentócratas oficialistas, PRI, EPN, PAN, para denostar a AMLO? 9. Y a Claudio X. González, ante la profundidad de la crisis mexicana, se le ocurre que se firme otro pacto, figura retórica que solo ha servido para saquear al país y favorecer a los empresarios. 10. La aprobación de EPN cayó 30 por ciento, lo que explica el ataque del PRI-PAN a AMLO, y refleja la conmoción y el pasmo de un gobierno y sus elites políticas ante su propio fracaso. Al interior crece el rechazo y en el exterior se revela el fracaso, como la prensa del capitalismo salvaje, The Economist, Financial Times, The Guardian, The New York Times, Le Monde, The New Yorker, El País, celebradora de las supuestas “reformas estructurales”, señala: México se hunde.

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