miércoles, 19 de mayo de 2010

Gobierno fallido y derechos humanos

Los derechos humanos no importan al gobierno fallido. Los asesinatos de defensores de derechos humanos en Copala, Oaxaca, comunidad Triqui, sitiada por paramilitares; el fallo de la SCJN contra los ombudsman; el rechazo del gobierno a la condena de la ONU sobre Oaxaca, y su intento porque se ignoren en Europa los feminicidios, hablan por sí solos.
No otra cosa se espera de un grupo en el poder que vende sin miramientos (México, negocio que da utilidades, dice) y con mentiras a un país en crisis; privilegia la guerra contra el narco, por encima de los derechos de la gente, y ofrece obsequioso los deteriorados recursos naturales y la riqueza de una sociedad que profundiza la exclusión.
En Copala, Oaxaca, la muerte estaba anunciada; el gobernador de esa entidad ha dado muestras de intolerancia, autoritarismo, violencia, protección a grupos de choque, y hasta cierta xenofobia. La condena de los relatores de la ONU no es exagerada, no así la falacia gubernamental, cuyo planteamiento desdeña el papel de los derechos humanos.
Si bien, en Europa el representante del gobierno fallido se comprometió a esclarecer la emboscada de Copala, nada indica que cumplirá; la semana anterior a la cumbre Unión Europea-América Latina, sus operadores buscaban eliminar de la agenda el tema de los feminicidios, incluyendo la histórica sentencia de la CIDH contra el gobierno mexicano.
Al deterioro de la defensa de los derechos humanos y la mayor vulnerabilidad de los defensores de los mismos, se añade la actitud de la SCJN, organismo cupular y faccioso que ha negado facultades a los ombudsman para demandar la inconstitucionalidad en leyes que no respeten los tratados internacionales en la materia.
Mientras la secretaria de Estado de la Unión Americana sostenía que el gobierno fallido carece de una “estrategia efectiva” de combate al narcotráfico, el mexicano representante del mismo, precisaba que a pesar de la violencia su “estrategia” seguiría. Lo que habla del desdén de las implicaciones de “su” guerra, que ya alcanzó a prominente panista.
Sin duda la vida del panista “desaparecido”, “secuestrado” o lo que el gobierno diga, vale lo mismo que la de cualquier mexicano y ser humano; el asunto es que la mayoría de quienes han perecido por y padecido la violencia del narco, como “problema menor”, no reciben atención mediática y menos la del aparato burocrático para su esclarecimiento.
En tanto, la PGR confirma los fallos del gobierno fallido: “los cárteles de la droga y grupos del crimen organizado han implantado su ley de violencia y muerte en regiones donde la debilidad institucional y la carencia de una estructura moral y solidaria de la sociedad eran ya una problemática profunda y arraigada” (La Jornada, 13/05/10).
La profundización del fallido gobierno panista corre paralelo al deterioro de los derechos humanos. Incluso boicoteó la condena contra la homofobia (17 de mayo) con una declaración políticamente correcta: “Día de la Tolerancia”, que diluye la defensa explícita de los derechos de la diversidad, y favorece al oscurantismo y la derecha.
El cambio social y cultural de la sociedad democrática, es resistido de manera violenta por el autoritarismo, la derechización de los grupos sociales, los privilegios de los poderosos y un gobierno que no solamente se identifica con el oscurantismo, sino también pone en marcha su aparato burocrático y sostiene a sus aliados para socavar los derechos humanos.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Entre la guerra y la plegaria

Dice René Girard (Clausewitz en los extremos. Política, guerra y apocalipsis. Buenos Aires, Katz Editores, 2010), que la violencia actual provoca una confusión entre los desastres causados por la naturaleza y las catástrofes de los hombres; una confusión de lo natural y lo artificial. Así parece operar el “gobierno” fallido, confusión tras confusión.
El optimismo gubernamental no tiene desperdicio. Ahora el “gobierno” fallido lanza plegarias a un Dios para que “ilumine” a los gobernantes en el asunto del combate a la pobreza. Una invocación que refleja, por decir lo menos, el fracaso de un grupo, un aparato burocrático ineficaz y corrupto, y políticas y programas que no funcionan.
Mientras se invoca la intervención divina, se exalta el arrojo del Ejército en la guerrita contra el narco, además de implementar nuevos operativos militares (Paz en la frontera). Y contra el supuesto oficial del descenso de la violencia, el FBI y la DEA señalan que la “horripilante violencia” seguirá creciendo.
Adicionalmente, un alto mando de la Secretaría de Marina afirma que el problema del crimen organizado es “mayúsculo”. La exaltación elude la autocrítica y rechaza las crecientes evidencias de que la militarización y la guerra como única estrategia para combatir al narcotráfico han implicado daños y abusos igual de mayúsculos.
En México se privilegia la guerra contra el narco, ignorando sus impactos entre la población. En Estados Unidos el presidente Obama recién anunció una nueva estrategia antidroga, replanteando el enfoque para privilegiar la prevención y el tratamiento que busque reducir el consumo en determinados plazos.
Asimismo, “refuerza los programas comunitarios antidrogas, estimula a los proveedores médicos a detectar problemas de drogas antes de que se afiance la drogadicción y expande el tratamiento más allá de los centros especializados a las instalaciones regulares del cuidado de la salud” (eluniversal.com.mx, 11/05/10).
La OEA señala que para enfrentar el problema de las drogas “debe hacerse especial énfasis en su impacto sobre la pobreza y la marginalización, e impulsar la implementación de políticas y acciones que favorezcan la inclusión social y la reducción de esas vulnerabilidades”, con enfoque de género (Estrategia Hemisférica sobre Drogas 2010).
En ambos casos se observa un cambio en los enfoques y las estrategias, haciendo a un lado la confrontación violenta y sanguinaria como vía única y eficaz para combatir el problema de las drogas. Pero en México se exalta el arrojo militar y se encomienda a Dios para solucionar los inconvenientes de un país de discursos mediáticos.
La pobreza en México, dramática y endémica, es la asignatura pendiente del panismo que llegó a Los Pinos en el 2000. Entre cifras mañosas y apoyos interesados (CEPAL), se argumentó que a la mitad del foxismo se había reducido el número de pobres. Datos recientes, muestran que el catarrito nacional profundizó la exclusión y la pobreza.
Son múltiples las evidencias y los llamados de los especialistas para observar las vinculaciones entre pobreza, delincuencia organizada y violencia. La desesperanza, frustración y nulas expectativas de vida pueden llevar a la gente a ser parte de las mafias y organizaciones delincuenciales.
No hay causa-efecto en esta situación, pero las circunstancias personales, familiares, comunitarias y la ruptura del tejido social, aunado al uso clientelar de las políticas públicas, el abandono y maltrato oficial, ofrecen escenarios que pueden alimentar las filas de la delincuencia. Además, las mafias llenan los vacíos del Estado.
La narcoguerra es ya intolerable; las plegarias a la divinidad, como asunto de fe individual son plausibles, pero no van a resolver la pobreza, corrupción y la guerra. Es lamentable tal confesión pública de mediocridad e ineficacia. La burocracia panista no tiene la menor idea de lo que son las políticas públicas; suponen que los rezos y las jaculatorias son suficientes.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Días sin guardar

En Días de guardar (1971), Carlos Monsiváis, a quien esperamos ver restablecido pronto, aborda el 68 y sus implicaciones en la modernidad mexicana. Retomo el espíritu del libro pensando en la barbarie mexicana (¿modernidad trastocada?). Ejemplos: Día del Niño (30 de abril); Día del Trabajo (1 de mayo); Día de la Libertad de Expresión (3 de mayo).
Según algunas fuentes, en México el 30 de abril devino Día del Niño por mandato del presidente Álvaro Obregón, siendo José Vasconcelos, secretario de Educación; la ONU estableció el 20 de noviembre de 1954 como día universal del niño. Hoy la parafernalia comercial seduce a adultos y menores, quienes para el mercado son simples consumidores.
Así, en el “tema” de los niños mexicanos tenemos varios México: Los niños jornaleros que acompañan a su familia buscando sobrevivir más allá de sus comunidades de origen, como es el caso de quienes arriban de otros estados o migran internamente en Michoacán. Están también los niños solos que emigran a Estados Unidos por diversas razones.
Otro amplio contingente es el de los niños de la calle, quienes devienen adolescentes y adultos en la vía pública. También consideramos a los niños y adolescentes que mueren en la guerrita contra el narco, muertes que el “gobierno”, su Ejército y Policía, se empeñan en negar, manipular, convertir en “problema menor”.
Un reporte de la Universidad de California (Berkeley y Davis) resalta que 88 mil niños se han quedado sin padres por las deportaciones de inmigrantes indocumentados; acción producto de la política inmigratoria establecida por George Bush, pero que la administración Obama ha profundizado. La SB 1070 se enmarca en ese proceso.
Buena parte de la niñez mexicana actual transita como: consumidores, migrantes, jornaleros, de la calle, muertos en batallas ajenas, abandonados. Población altamente vulnerable que, a diferencia del famoso “la niñez, futuro de México”, vive un presente en el que la barbarie prevalece. Hasta el famoso bono demográfico parece hoy escarnio.
El primero de mayo recuerda a los Mártires de Chicago. Hoy la fecha emblemática llevó a miles de personas en 80 ciudades en Estados Unidos a gritar “Todos somos Arizona”, rechazar la exclusión, discriminación y racismo de la SB 1070, y alertar, en México, de la agudización del conflicto entre capital y trabajo; de clase, en palabras llanas.
Actualmente es políticamente incorrecto hablar de lucha de clases, como si el sistema económico prevaleciente no fuera el capitalismo. En México, la mano amiga gobernante de la oligarquía pretende someter aún más al trabajo y los trabajadores a la barbarie de la exacción, a la subsistencia precarizada, y la exclusión de la riqueza.
La ley Lozano es una SB 1070 a tono con el capitalismo salvaje, la arbitrariedad de los dueños del capital y el desprecio gubernamental. Es necesario y urgente reformar la legislación laboral, pero no en la vía del “gobierno” fallido y la oligarquía que con sus “reformas estructurales” van por una sociedad más inequitativa y excluyente.
El Día Mundial de la Libertad de Prensa fue establecido por la ONU en 1991. Hoy más que nunca debe ser memoria y protesta de una situación en la que el periodismo se ha convertido en una profesión altamente peligrosa. México es actualmente territorio de periodistas asesinados, desaparecidos, censurados y temerosos.
Si bien el clima de violencia, donde la delincuencia organizada es la protagonista principal, a pesar del espectáculo mediático del “gobierno” (“vamos ganando”), golpea diariamente el ejercicio periodístico, en todos los niveles gubernamentales, independientemente del color partidista, se fomenta y practica la animadversión a la prensa y los periodistas.
La libertad de expresión, por censura, autocensura, presiones criminales, amenazas gubernamentales, refleja el peligro en el que vivimos todos. Resulta incluso insultante la abyecta clasificación de depredadores de la prensa de la derechista Reporteros sin Fronteras, que omite la situación de Honduras y México, por señalar dos casos.