miércoles, 5 de mayo de 2010

Días sin guardar

En Días de guardar (1971), Carlos Monsiváis, a quien esperamos ver restablecido pronto, aborda el 68 y sus implicaciones en la modernidad mexicana. Retomo el espíritu del libro pensando en la barbarie mexicana (¿modernidad trastocada?). Ejemplos: Día del Niño (30 de abril); Día del Trabajo (1 de mayo); Día de la Libertad de Expresión (3 de mayo).
Según algunas fuentes, en México el 30 de abril devino Día del Niño por mandato del presidente Álvaro Obregón, siendo José Vasconcelos, secretario de Educación; la ONU estableció el 20 de noviembre de 1954 como día universal del niño. Hoy la parafernalia comercial seduce a adultos y menores, quienes para el mercado son simples consumidores.
Así, en el “tema” de los niños mexicanos tenemos varios México: Los niños jornaleros que acompañan a su familia buscando sobrevivir más allá de sus comunidades de origen, como es el caso de quienes arriban de otros estados o migran internamente en Michoacán. Están también los niños solos que emigran a Estados Unidos por diversas razones.
Otro amplio contingente es el de los niños de la calle, quienes devienen adolescentes y adultos en la vía pública. También consideramos a los niños y adolescentes que mueren en la guerrita contra el narco, muertes que el “gobierno”, su Ejército y Policía, se empeñan en negar, manipular, convertir en “problema menor”.
Un reporte de la Universidad de California (Berkeley y Davis) resalta que 88 mil niños se han quedado sin padres por las deportaciones de inmigrantes indocumentados; acción producto de la política inmigratoria establecida por George Bush, pero que la administración Obama ha profundizado. La SB 1070 se enmarca en ese proceso.
Buena parte de la niñez mexicana actual transita como: consumidores, migrantes, jornaleros, de la calle, muertos en batallas ajenas, abandonados. Población altamente vulnerable que, a diferencia del famoso “la niñez, futuro de México”, vive un presente en el que la barbarie prevalece. Hasta el famoso bono demográfico parece hoy escarnio.
El primero de mayo recuerda a los Mártires de Chicago. Hoy la fecha emblemática llevó a miles de personas en 80 ciudades en Estados Unidos a gritar “Todos somos Arizona”, rechazar la exclusión, discriminación y racismo de la SB 1070, y alertar, en México, de la agudización del conflicto entre capital y trabajo; de clase, en palabras llanas.
Actualmente es políticamente incorrecto hablar de lucha de clases, como si el sistema económico prevaleciente no fuera el capitalismo. En México, la mano amiga gobernante de la oligarquía pretende someter aún más al trabajo y los trabajadores a la barbarie de la exacción, a la subsistencia precarizada, y la exclusión de la riqueza.
La ley Lozano es una SB 1070 a tono con el capitalismo salvaje, la arbitrariedad de los dueños del capital y el desprecio gubernamental. Es necesario y urgente reformar la legislación laboral, pero no en la vía del “gobierno” fallido y la oligarquía que con sus “reformas estructurales” van por una sociedad más inequitativa y excluyente.
El Día Mundial de la Libertad de Prensa fue establecido por la ONU en 1991. Hoy más que nunca debe ser memoria y protesta de una situación en la que el periodismo se ha convertido en una profesión altamente peligrosa. México es actualmente territorio de periodistas asesinados, desaparecidos, censurados y temerosos.
Si bien el clima de violencia, donde la delincuencia organizada es la protagonista principal, a pesar del espectáculo mediático del “gobierno” (“vamos ganando”), golpea diariamente el ejercicio periodístico, en todos los niveles gubernamentales, independientemente del color partidista, se fomenta y practica la animadversión a la prensa y los periodistas.
La libertad de expresión, por censura, autocensura, presiones criminales, amenazas gubernamentales, refleja el peligro en el que vivimos todos. Resulta incluso insultante la abyecta clasificación de depredadores de la prensa de la derechista Reporteros sin Fronteras, que omite la situación de Honduras y México, por señalar dos casos.

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