jueves, 23 de febrero de 2023

PAN: de la victoria cultural a la victoria del narco

 De la fundación del Partido Acción Nacional en 1939, como respuesta “democristiana” mexicana al gobierno de tintes socialistas del General Lázaro Cárdenas del Río, a la formulación de Carlos Castillo Pereza, hombre medianamente inteligente, militante de ese partido político, de la victoria cultural, transcurrieron varias décadas en las que el PAN, esgrimiendo su talante conservador, se convirtió en alternativa para ciertos sectores de la clase media y las elites mexicanas. Al oponerse activamente al PRI, el PAN ocupó un lugar destacado en el imaginario social, mientras las izquierdas, después de la represión, desaparición y asesinato, se refugiaban en el anonimato o en organizaciones de corto alcance.

Cuando Castillo Pereza festinó la victoria cultural de su partido respecto a la ya añeja, corrupta y saqueadora del PRI, pretendió convertir al PAN en la única alternativa capaz de empujar al país por la senda de la democracia, bajo el esquema bipartidista tipo Estados Unidos. También significó el intento por volver más marginal a las izquierdas mexicanas, pues –decían los panistas- representaba valores extremos, ajenos a supuestos sobre la idiosincrasia mexicana. Pero esa victoria cultural pronto naufragó y se convirtió en pírrica, pues las dirigencias del PAN decidieron aliarse con el PRI de Salinas de Gortari y Zedillo, a cambio de cederles triunfos electorales legítimos, como parte de componendas para aparentemente cogobernar.

Los dos últimos gobiernos del PRI a fines del siglo XX, vieron como esas componendas se convertían en lo que después se llamaría PRIAN. La culminación de la alianza conservadora devino “normalidad” con el triunfo de Vicente Fox. Según dijeron, comenzaba la transición democrática que finalmente quedó en alternancia entre dos partidos políticos que representaban, política e ideológicamente, lo mismo. Entre los años de arreglos entre el PAN y el PRI de Salinas de Gortari y Zedillo y los doce años de administraciones del PAN, no solo se pretendió consolidar el neoliberalismo como política económica y medida de las relaciones sociales, sino también normalizar el saqueo, la corrupción que el PAN magnificó, y los narcogobiernos.

En este contexto, durante 12 años el PAN-PRIAN encumbró a un personaje, entre otros, que era un delincuente que algunos periodistas habían documentado e incluso funcionarios del gobierno de Felipe Calderón habían denunciado, pero fueron defenestrados, encarcelados o muertos sospechosamente. La alternancia PRI-PAN no implicó cambios democráticos, sino la profundización del saqueo y la corrupción justificadas con las políticas neoliberales y la normalización de los vínculos entre los gobiernos panistas y los narcos. En algún momento, algunos intelectuales derechistas hablaron de la “necesidad” de que el gobierno negociara con los narcos para la gobernabilidad, pero solo fue una justificación ante la evidente colusión entre el PAN-Felipe Calderón-Genaro García Luna-narcos. Es la realidad del Partido Acción Nacional.

Treinta minutos después de que se enteraron los legisladores del PAN de la condena unánime, se salieron del Congreso de la Unión. Se escondieron, fueron a darse ánimos, pero no se dieron cuenta que todos los del PAN están podridos. Ya no podrán declarar perseguido político a Genaro García Luna, pero tampoco los del PAN pueden gritar que políticamente los persiguen, porque en su ridiculez su partido se sigue hundiendo. El escenario en el que Felipe Calderón habla de “no distraerse” y llamar a la #MarchaFifi = #MarchadelosNarcos, solo muestra el cinismo y la hipocresía de un partido político que hoy cree que al negar que Genaro García Luna no era o es miembro del PAN, lo purifica. El 26 de febrero marcharán el PAN, PRI, PRD, MC, Claudio X. González, José Woldenberg, el exministro Cossio, María Amparo Casar, Alito Moreno, Marko Cortés, Jesús Zambrano, entre otros conocidos corruptos y saqueadores, por los narcos, los delincuentes Vicente Fox, Felipe Calderón, Genaro García Luna, el Chapo Guzmán.

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