miércoles, 5 de agosto de 2009

Reforma migratoria en Estados Unidos y exclusiones michoacanas

El jueves pasado, el presidente de Estados Unidos se reunió con 30 legisladores demócratas y republicanos en Washington, DC. El encuentro anunciado semanas atrás, pospuesto en tres ocasiones, significa el arranque de nuevas reuniones para impulsar una reforma migratoria que, en palabras de Obama, es necesaria.
Las organizaciones pro-inmigrantes, algunos medios y analistas, recibieron con cautela y esperanza los planteamientos presidenciales. Aunque del lado republicano se favorece una reforma integral, la ampliación y revisión del actual programa de visas H-2A, que para efectos laborales es un programa de trabajadores huéspedes, gana adeptos.
Por parte de los demócratas, la legalización de 12 millones de indocumentados, la reunificación familiar, los cambios en la política interna que criminaliza la migración indocumentada, entre otros aspectos, tienen muchos adeptos. El problema es que algunos miembros del gabinete presidencial los valoran en votos.
Es decir, el relanzamiento de los trabajos a favor de una reforma migratoria comprehensiva no implica su inmediata aprobación. Abogados pro-inmigrantes sugieren que el camino a recorrer deberá comenzar en el Senado estadounidense, donde integrantes de ambos bandos políticos apoyan los principales puntos de una iniciativa presidencial.
Asimismo, el apoyo en la Cámara de Representantes, además del Senado, está ligado a las elecciones, por lo que muchas reelecciones podrían depender del carácter de los compromisos políticos. Sin duda las comunidades hispanas y mexicanas tendrán un papel fundamental, a pesar del creciente clima antiinmigrante.
Sobre este asunto, en la colaboración pasada comenté algunas preocupaciones, estudios y casos de agresiones a hispanos; el creciente clima antiinmigrante es buen caldo de cultivo para el ascenso de los crímenes de odio, además del impacto de la crisis económica que aunque afecta diferencialmente, tiene un peso en las percepciones de los desocupados.
Como he señalado en otro momento, la reforma migratoria no tendrá final feliz este año. Quizás a principios del 2010, dependiendo del contenido de una nueva propuesta, arrecie el cabildeo y la presión presidencial para ganar votos y buscar su ulterior aprobación. La migración a Estados Unidos, contra los pronósticos oficiales, no cesa; su disminución no ha cambiado las tendencias recientes, y el retorno masivo fue un hecho mediático.
Mientras tanto, en Michoacán los diputados están promoviendo una ley de los migrantes discriminatoria, focalizada, clientelar y burocrática. Acentúa el interés político por grupos y líderes en Estados Unidos, haciendo a un lado la urgente necesidad de generar leyes e instrumentos que atiendan la migración de manera comprehensiva e integral.
En Michoacán, así como en todo el país, la migración interna, interestatal, intraestatal, rural-urbana, interregional, y la migración a Canadá, deberían tener igual peso que la migración a Estados Unidos. Son fenómenos que forman parte de movimientos de población históricos y trascendentes, transformadores de nuestras realidades.
La ignorancia y el interés producen mamotretos legales que no resuelven problemas reales. La carencia de una visión integral de los fenómenos y procesos sociales es proverbial entre los legisladores; además, es cuestionable (quizás inconstitucional) un órgano binacional que dicte las políticas estatales y esté por encima de una Secretaría de Estado.

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