A pesar de la estrategia fracasada, de vez en vez potenciada por los medios corporativos y sus escribanos golpistas, el odio cotidiano en redes sociales, el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador avanza. Hay temas pendientes como la inseguridad y algunas áreas del sector salud, pero 30 años de neoliberalismo, en sentido estricto capitalismo salvaje y depredador, no pueden ser resueltos en cerca de 4 años. En los ochenta del siglo pasado, no solo fue colapsado a propósito el Estado mexicano hasta empequeñecerlo y desmantelarlo, también los gobiernos del #PRI hicieron pactos oscuros con la delincuencia organizada y el #PAN. Los dos sexenios del #PAN, no solo refrendaron la alianza política #PRIAN, otorgaron más privilegios a la oligarquía, igualmente refrendaron sus vínculos con los carteles del narcotráfico. En particular, Felipe Calderón se convirtió en lugarteniente de un solo cartel, colocando a quien lo llevó a su fraudulenta presidencia, en el pináculo del poder: Genaro García Luna.
El neoliberalismo también legó mayor pobreza, un tejido social deshecho,
corrupción y saqueo de las arcas públicas. En paralelo al reconocimiento de
derechos a ciudadanos, mujeres y minorías, creció una horda de grupos de la llamada
sociedad civil que se apoderó de recursos públicos, además de convertirse en
agencias clientelares, y se apropió de la defensa de los derechos de individuos
y colectividades, mientras sus dirigentes se embolsaban ingentes cantidades de
dinero público y se posicionaban como los únicos interlocutores ante el
menguado Estado y personas, comunidades y la sociedad mexicana. AMLO y su
movimiento social, hoy partido político Morena, arribaron a un México
fragmentado, polarizado, ninguneando por los partidos políticos #PRIANRD,
violentado por la delincuencia, organizada o no, y carcomido por la corrupción
y el saqueo.
Cuatro años parecerían no ser nada, sobre todo en un contexto de crisis
de salud pública y económica mundial. La #COVID19 ha sido un duro golpe, no
solo a la salud de millones de personas, sino también a sus bolsillos y a los
recursos públicos. A diferencia de países de la Unión Europea y diversos
estados de Estados Unidos, en México no hubo confinamiento obligatorio y las
medidas sanitarias fueron atendidas de manera voluntaria, pero amplia y eficaz,
por los mexicanos. Asimismo, la temprana campaña de vacunación emergente, que
finalmente enriqueció a las poderosas compañías farmacéuticas, dio resultados:
más del 80% de la población total ha recibido alguna dosis de vacunas de
diversas marcas y orígenes. Si bien fallecieron miles de mexicanos, sobre todo
aquellos vulnerados por enfermedades evitables y condiciones alimentarias y da
salud normalizadas por las huestes neoliberales, la catástrofe que la derecha
anunció en los medios corporativos, aminoró.
La estúpida guerra en Ucrania, emprendida por una Rusia que no sucumbirá
al intervencionismo de Estados Unidos y la Unión Europea, los que buscan
socavar el papel de Rusia y China en el actual orden global, pues el declive de
nuestro vecino del norte y las potencias europeas es impostergable, ha
implicado múltiples impactos, sobre todo en los precios de los alimentos, los
energéticos, el desplazamiento de personas, la inflación, entre otros. En México,
la política, desgastante en muchos sentidos, no solo para las finanzas públicas
y las familias, de subsidios a los combustibles ha surtido efectos, al mantener
en ciertos niveles la inflación, aunque los precios de los alimentos siguen
sujetos, no solo a los vaivenes del mercado, sino también a las ansias de
ganancias de las grandes empresas y los grupos que dominan diversos sectores de
la economía mexicana. En 2022 el empleo ha recuperado cierto dinamismo
prepandemia, la inversión extranjera sigue creciendo, la inversión pública
avanza, pero falta mucho por hacer.
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