El intelectual orgánico de los gobiernos neoliberales y de la derecha,
Enrique Krauze, hace gala de nuevo de su torpeza intelectual. De considerar al
derechista exgobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, como un nuevo Mariano
Otero, un liberal al que se considera, con Manuel Crescencio Rejón, creador del
juicio de amparo en el siglo XIX, ahora convierte al mito genial de la derecha
mexicana, Ernesto Zedillo, en “hijo del 68”. Es notable la narrativa de la imbecilidad
derechista, cuya intencionada posverdad busca hacer sus propios héroes,
manipulando personajes y hechos históricos. Su reciente artículo en el
periódico Reforma, elogiando al mediocre expresidente como supuesto “gran
reformador”, revela que, como intelectual neoliberal, ha perdido los estribos y
la brújula, si es que alguna vez los tuvo.
Inicialmente, una entrevista en Nexos, y un ensayo en Letras Libres,
desvelaron el obsceno objeto del deseo de la intelectualidad neoliberal y
derechista por encumbrar a un expresidente, Ernesto Zedillo, quien es
recordado, no como el “gran reformador”, sino como un vulgar asesino de
indígenas y campesinos, artífice de una de las peores crisis económicas de
México, bajo el neoliberalismo. Asimismo, los mexicanos del sexenio Zedillista,
no olvidan el impacto de la crisis de fines de 1994, la que canceló miles de
historias personales y familiares pues, quien no se suicidó, cayó en la pobreza
más indignante. Tampoco los mexicanos deben olvidar que Zedillo disolvió la
SCJN, dando un golpazo al tercer poder de la República, lo que no está
sucediendo ahora, pues el Constituyente decidió reformar al Poder Judicial. No
fue una decisión unipersonal.
El expresidente Zedillo no es, ni será el nuevo héroe de la derecha. Su
sexenio fue un desastre que arrastró al mundo globalizado, al imponer a
rajatabla las doctrinas neoliberales. La derecha añora el regreso, pero
particularmente porque los gobiernos del PRIAN solían repartir dinero a los
intelectuales derechistas, los medios corporativos, la comentocracia mediática
y a todos los que favorecían sus supuestas “reformas” y sus masacres. Enrique
Krauze se equivoca de nuevo. La democracia sin adjetivos es la entelequia de la
derecha. Ernesto Zedillo jamás fue demócrata, menos “hijo del 68”. Es hasta un
insulto venderlo como parte de un hecho en el que miles de estudiantes fueron
masacrados y desaparecidos por el PRI.
Si la derecha intelectual, en su torpeza intelectual, quiere convertir a
Zedillo en “hijo del 68”, no es solo porque carece de héroes e ideas, sino
también porque manipula y miente. Si Zedillo es “hijo del 68”, lo es de Gustavo
Díaz Ordaz y Luis Echeverría, los asesinos y represores. Y el expresidente siguió
muy bien las elecciones de Díaz Ordaz. Las masacres de Acteal, El Charco, entre
otras, son su huella presidencial. Asimismo, las recientes revelaciones de
audios en los que su esposa y familiares aparentemente pactan con narcos de su
época, no los puede rebatir la intelectualidad derechista mexicana. Las
masacres Zedillistas, nunca se esclarecieron y jamás el expresidente aclaró sus
decisiones al respecto. En el caso de Guerrero, su compadre Figueroa renunció,
pero nunca se pronunció por las crueles matanzas de los guerrerenses.
Los héroes de la derecha mexicana, nunca tendrán buen fin. Enrique
Krauze ha intentado reescribir la historia mexicana. Sus escritos, nada
geniales, se dedicaron a justificar la dictadura de Porfirio Díaz, denostar a
Francisco I. Madero, rebajar a los caudillos mexicanos, entre otros personajes
y periodos de la historia mexicana. No es extraño que defienda a políticos de
la derecha mexicana e insulte a la 4T y otros políticos de izquierda. Pero al
defender a un personaje como Ernesto Zedillo, intentando convertirlo en “héroe”
del 68, miente. El expresidente es hijo de la represión, del PRI que hundió al
país, que empobreció a millones de mexicanos, que se retiró con una pensión
millonaria, que enriqueció a unos pocos, que privatizó empresas a las que
después se incorporó como empleado. Es un individuo que tiene años sin vivir en
México, que desconoce nuestro país. Es la derecha ignorante que intenta
erigirse en caudillo de un país que no conoce.