No haré una defensa de los gobernadores, independientemente de su color
partidista, pues es hasta ocioso cuestionar si respondieron a tiempo ante la
reciente catástrofe pluvial o si su defensa, lo es de la clase política. El
hecho es que, en realidad, todo se resume, como lo plantee en una opinión
previa, a una nueva campaña propagandística de los medios corporativos
golpistas y sus escribanos en contra de la presidenta de México. Prácticamente,
toda la prensa, la radio y la televisión, en nado sincronizado, han inventado
una nueva narrativa autoritaria y electorera. El fin es, por un lado,
posicionar al derechista Ricardo Salinas Pliego, quien con la fuerza de su
televisora pretende que los mexicanos lo consideren como parte de un entramado
político alternativo, a pesar de sus insultos a esos mexicanos, y por el otro,
la derecha partidista pretende articularse, aunque su postura carroñera no
parece darle muchos frutos.
Sin duda, los medios corporativos golpistas no se salen de su ruta
previamente establecida a partir de 2018. Estos medios no solo perdieron el
financiamiento público que, en épocas del PRIAN, con Felipe Calderón y Enrique
Peña Nieto, ascendió a miles de millones de pesos, incluyendo reparto de
prebendas a sus escribanos y locutores. Durante todo el sexenio de AMLO, los
medios construyeron varias narrativas para destruir su credibilidad y apoyo
ciudadano. No lo lograron. Hoy, tienen a la presidenta de México como objetivo
central de su campaña propagandística. La aprobación de 80% no les agrada a los
medios, sus dueños y amanuenses. Lo que muestra esta nueva campaña es la
ruindad mediática y de lo que son capaces con tal de intentar arruinar un
gobierno democráticamente electo. En su mira está 2027: revocación de mandato y
elecciones de medio término. No es que a la derecha le interese la gente.
La mezquindad de la derecha es esperable. Que los medios corporativos se
embarquen en una nueva campaña golpista, también. De lo que se trata es cercar
al gobierno que está impulsando, como algunos lo han llamado, un cambio de
régimen. El gran problema para la derecha es ese cambio, pues no es nada más una
operación para maquillar, sino que se trata de construir, por un lado, una
arquitectura institucional diferente –reforma al Poder Judicial, con una nueva
SCJN, entre otros-, y por el otro, nuevas leyes y normas que buscan transformar
el andamiaje legal mexicano. El uso de las tragedias, son parte de la batería
propagandística derechista. Un uso reprobable, pero esperable. La derecha en
México y en el mundo tiene un comportamiento previsible. Si observamos, por
ejemplo, el llamado “acuerdo de paz” sobre Gaza, vemos bien ese proceder. Mientras
Donald Trump firmaba su montaje, sin la presencia de Netanyahu y líderes de
Hamas, el ejército israelí asesinaba a más palestinos.
En México, la mezquindad de los medios corporativos golpistas no solo
aparece impresa en sus portadas y ocho columnas, sino particularmente en sus
escribanos. Con alguna excepción, los escribanos derechistas parece que copian
sus columnas a partir de algunas líneas que “alguien” les dictó. Lo único que
le imprimen son sus odios y fantasías personales. Como es el caso de Raymundo
Rivapalacio, Héctor de Mauleón, entre otros. No solo construyen narraciones
fantasiosas, sino vomitan el odio que no pueden contener en contra del gobierno
actual, su partido y sus líderes. Lo hicieron cuando AMLO gobernaba, lo hacen
ahora cuando gobierna Claudia Sheinbaum. El problema es que su aderezo es su
profunda misoginia, lo que está escrito en las columnas de hombres y mujeres de
la derecha que fabrican sus artículos tanto desde su misoginia personal como de
su odio político e ideológico.
Ruindad y mezquindad mediática. En otro momento abordaré el tema, pero
observando lo que la izquierda buenaondita plantea. Es decir, el golpeteo,
aunque más acabado el de la derecha y sus propios medios golpistas, también la
izquierda buenaondita tiene su parte.
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