En ciertos espacios se ha estado generalizando lo que el patriarcado
suele llamar “ideología de género”. Las iglesias católicas y cristianas –particularmente
pentecostales evangelistas-, grupos de hombres, influencers e individuos que
creen que su masculinidad es agredida, han construido una narrativa que ha
llevado en algunos países, al feminicidio. La llamada “ideología de género” es
una construcción ideológico-política y religiosa, que pretende contrarrestar a
las mujeres que asumen posiciones contrarias al patriarcado. No existe la “ideología
de género”. Es un invento de la derecha patriarcal que está siendo cuestionada
por imponer distintas formas de dominación a las mujeres. El género es real. Es
una construcción histórica, social, económica y política, que va más allá de las
diferencias anatómicas “masculinas” y “femeninas”, como históricamente se han
catalogado los cuerpos humanos.
De ningún modo se ignoran las diferencias anatómicas entre los humanos,
pero es importante asumir que lo masculino y lo femenino son construcciones culturales,
sociales, económicas, políticas e históricas. Esto nadie tiene que ver con
alguna ideología. La realidad es. No lo que nos imaginamos. Ser hombre y ser
mujer, es parte de procesos históricos y evolutivos. En los tiempos primitivos,
acorde con estudios fundamentados, la diferencia entre hombres y mujeres era
relativa. Efectivamente, los diferentes humanos se apareaban, atendiendo a sus
diferencias anatómicas, para reproducir a la especie humana, pero nadie se
cuestionaba al respecto. El problema con lo que llaman “ideología de género”,
es que se plantea la historicidad de procesos sociales reales. Los impugnadores
suponen que sus argumentos están más allá de la historia humana. Es entendible
en el caso de las iglesias, pero no entre otros sectores de la sociedad.
La llamada “ideología de género” es una narrativa de la derecha. Su fin
es contrarrestar la perdida de cierto poder del patriarcado. Pero el problema
es que el patriarcado no reconoce la toxicidad de los hombres. En muchos casos,
esa toxicidad ha implicado feminicidios, no solo en México, sino en otros
países de América Latina. No es común leer a hombres que se quejan de que sus
exparejas están conducidas por la “ideología de género”. En Argentina un caso
reciente es realmente escandaloso, porque pasó de criticar a su expareja a
asesinarla y secuestrar a su hijo. También asesinó a su exsuegra. Es increíble
lo que los hombres son capaces de hacer en contra de las mujeres. Vuelvo a la
serie Monsters de Netflix, en la que Ed Gein asesina a algunas mujeres sin
aparente motivo. Sí, la serie me impactó mucho.
Ed Gein fue un asesino serial estadounidense –en realidad con muy pocas
víctimas, respecto de otros asesinos seriales de ese país- que muestran de lo
que algunos hombres son capaces de hacer en contra de algunas mujeres. Este
asesino serial, como se plantea en la serie, al parecer inspiró a Hitchcock en
su famosa y perturbadora película Psycho
(Psicosis), la que vi hace muchos
años. Para completar, es necesario ver The
Birds (Los Pájaros), otra
inquietante obra de Alfred Hitchcock. Pero regreso a la perturbadora y real
historia de un hombre que asesinó a su expareja y a su exsuegra en Argentina. En
sus redes sociales, el asesino siempre se expresó en contra de lo que llamó,
siguiendo a sus creencias e instancias patriarcales, “ideología de género”. Ese
fue el motivo por el que asesinó a su expareja y su exsuegra. Se imaginó que
las mujeres estaban en su contra. Y secuestró a su hijo.
No me cabe duda que el patriarcado conducirá a muchos hombres que crean
que su masculinidad está siendo amenazada. El patriarcado es una rémora
peligrosa de la evolución humana. Sigue determinando a los hombres en sus
relaciones con mujeres y hombres. Muchos hombres creen que su masculinidad está
amenazada –incluyendo su pene- porque las mujeres asuman una postura en la que
reclaman derechos a no ser minimizadas, maltratadas, reducidas a nada.
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