sábado, 24 de enero de 2009

Obama

La asunción de Barack Obama como 44º presidente de Estados Unidos fue la apoteosis de una ciudadanía cansada de 8 años de una presidencia imperial catastrófica y la expectativa del cambio; haber tomado la ruta de Abraham Lincoln hace menos de dos siglos en tren rumbo a Washington, DC, confirió al hecho una tremenda carga simbólica.
Carga adosada de discursos esperanzadores, reconocimientos a quienes pusieron algunos cimientos de esa nación, actitudes de apertura y unidad, todo enmarcado en una especie de orgía mediática; espectáculo tras espectáculo para honrar al ungido, en quien quizás se han depositado demasiadas expectativas.
Durante el recorrido en tren, Obama habló de "una nueva Declaración de la Independencia", libre de desprecio, prejuicios y discriminación; pidió “buscar juntos una mejor vida”, y subrayó sus grandes retos: la economía debilitada, las guerras en Irak y Afganistán, la amenaza del calentamiento global y la dependencia al petróleo extranjero.
El discurso de asunción este 20 de enero mezcló valores históricos, hazañas, heroicidad, honestidad, visión de futuro, la nueva era de responsabilidad, la nueva generación. En este contexto, señaló el "el fin de la era de las quejas mezquinas, de las falsas promesas, las recriminaciones y los dogmas desgastados" en la política estadounidense.
Habló de Estados Unidos “en guerra contra una vasta red de violencia y odio; la “economía… debilitada (por) la irresponsabilidad de algunos”, y por no tomar “decisiones firmes para… una nueva era”. Se perdieron “hogares, empleos, negocios, (el) servicio médico es muy costoso y… la forma en que (usa) la energía fortalece a (sus) adversarios”.
Asimismo, puntualizó “la falta de confianza en nuestra nación, un temor de que la declinación de Estados Unidos es inevitable y que la próxima generación debe reducir sus expectativas, hoy los retos que enfrentamos son reales, son muchos, que no se van a encarar con facilidad o en corto tiempo pero, sepan esto estadounidenses, van a ser encarados”.
Si bien no hubo una clara referencia al problema inmigratorio, reto que muy probablemente no esté en la agenda interna de inicio de su mandato, Obama recordó que Estados Unidos da la bienvenida a todos, además de que buscará rehacer el liderazgo de su país, tendiendo la mano a todos los países, pueblos y líderes.
El discurso del 44° presidente de Estados Unidos refrendó sin duda expectativas y esperanzas, así como la necesidad de dar vuelta a la página negra de Bush; aunque agradeció su servicio a la nación y apoyo para la transición, reconoce que los problemas que enfrenta ese país se fueron construyendo en los pasados ocho años.
Irresponsabilidad, falta de previsión, serios problemas con el mundo, avaricia, recesión, son algunos de los asuntos que reprocha a Bush, mientras enfatiza el inicio de una nueva era de responsabilidad, además de retomar algunos valores como el trabajo duro y conjunto para las nuevas generaciones, prometiendo enfrentar los retos.
No hay duda que el discurso de Barack Obama está lleno de esperanza, referencias a valores históricos estadounidenses y los retos producto de la presidencia imperial. Si observamos históricamente la asunción de un afroamericano al máximo cargo de una nación profundamente racista y desigual, tal ves estemos ante una nueva era.Sin embargo, las bases del capitalismo seguirán intactas. Aunque regresa el Estado como actor esencial de la dinámica económica y social, los principios esenciales de la globalización y el modelo económico de mercado continúan. Quizás sean demasiadas las expectativas, muy grandes las esperanzas, pero tiene el apoyo para cambiar muchas cosas.

1 comentario:

Juan García Tapia dijo...

Fox, Vicente, con el actual cargo único y plenipotenciaro de esposo de la señora Martha, llegó a la presidencia de México con un nivel altísimo de popularidad, de aceptación, esperanza y legitimidad, generosas bondades del electorado del momento, que, luego, el flamante cónyuge de la ladrona de la Lotería Nacional, y amorosa madre de bribonzuelos de cuantiosa monta, se encargaría de desperdiciar por aquí y por allá y acullá también. No esperemos, como no debemos esperar, que Obama, guardadas las diferencias de personalidades, pero no guardadas las similitudes de legitimación democrática, no esperemos, digo, que decepcione de tal modo y a tantos y por doquier. El mundo necesita distensión, que la liga que tanto tensionó el loquito y zapateado alcohólico de Bush se relaje. Ya la llevamos bien con el cierre de Guantánamo.
No esperemos tanto. No esperemos. No.
Chao.