viernes, 10 de abril de 2009

La sonrisa de la diplomacia y el garrote

La esquizofrenia, centro de la política, la diplomacia y los políticos: Hillary Clinton, secretaria de Estado del gobierno de Obama, estuvo en México suavizando el escándalo del “Estado fallido”, mientras Janet Napolitano, secretaria de Seguridad Interna, confirmaba la desconfianza sobre el derrotero de nuestro país en la guerrita contra el narco.
Hillary Clinton afirmó que el gobierno estadounidense tratará de detener el flujo de armas a los cárteles de la droga, además de asumir que la insaciable demanda de drogas en Estados Unidos alimenta su comercio. Rechazó que haya lugares ingobernables por la violencia en México, y señaló el compromiso de Obama por una reforma migratoria integral.
Asimismo, sostuvo que su país es “corresponsable” en la lucha que lleva a cabo México, ofreciendo reforzar la seguridad. Adicionalmente enfatizó que la relación Estados Unidos-México enfrenta nuevos desafíos y comprometió a su gobierno a enfrentar conjuntamente la violencia del narcotráfico.
Pero mientras la secretaria de Estado repartía sonrisas diplomáticas, la secretaria de Seguridad Interna anunciaba un acuerdo de Obama para enviar algo más de 450 nuevos agentes federales a la frontera con México, perros detectores de drogas, escáneres de Rayos X, analistas de inteligencia y otros recursos para reforzar su seguridad.
El garrote incluye un doble objetivo: asistir al gobierno mexicano y proteger a Estados Unidos de la violencia del narco. Se especula el envío de más agentes estadounidenses a México y el aumento de los fondos destinados a la Iniciativa Mérida, el programa de Bush contra el narcotráfico que abarca a Centroamérica.
La nominación como embajador de Estados Unidos en México, de Carlos Pascual, diplomático de origen cubano, experto en “estados fallidos”, es otra parte del garrote. Causó preocupaciones, como lo expresó la senadora priísta Rosario Green, ex secretaria de Relaciones Exteriores del zedillato, parece que el “mensajero es el mensaje”.
Para cerrar el periplo del garrote, el propio presidente Obama, en entrevista con la cadena de televisión CBS, transmitida el domingo pasado, afirmó que para Calderón, con todo y su “audacia”, su guerrita se ha salido de control, pues los cárteles de la droga tienen más poder y están minando y corrompiendo a grandes segmentos de la sociedad.
La comparación de la actitud calderónica con la del policía Elliot Ness contra Al Capone, fue un recurso mediático para confirmar la “preocupación” del gobierno estadounidense sobre la violencia del narcotráfico, pues sus implicaciones son percibidas como una seria amenaza para las comunidades de la frontera sur de ese país, norte de México.
Aunque descartó el despliegue de la Guardia Nacional en la frontera, pues espera evaluar el impacto de la intensificación de las tareas policiales, no parece que esté desechado del todo. La seguridad interna de su país está en juego y la atención que preste a la guerrita de Calderón estará en función de que no traspase la frontera.
Como puede colegirse, la asistencia a México reconoce la incapacidad, impericia y mínima legitimidad del grupo en el poder. Mientras, el señor de Los Pinos departe con príncipes y princesas, y el germancito liga una carrera de exabruptos electoreros que intentan ocultar el fracaso, la falta de estrategias y la mediocridad.

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