miércoles, 14 de noviembre de 2012

Obama, nuevo mandato

El súper martes o día de la elección presidencial en Estados Unidos, arrancó con encuestas ambiguas y barruntos de una carrera cerrada y de pronóstico reservado. Sin embargo, con cambios frecuentes en el número de electores, antes de lo esperado se confirmó la reelección de Barack Obama por cuatro años más.
Las elecciones estadounidenses, en opinión de unos, las más reñidas de los últimos años, plagada de insultos, acusaciones y guerra sucia, la más costosa de la historia de Estados Unidos, se definió a favor del primer afroamericano que ha llegado a la Casa Blanca, dándole un nuevo mandato.
Pero quizás lo más significativo de esa carrera presidencial es que Obama se queda en la Casa Blanca en un país dividido. Los blancos anglosajones y protestantes, quienes todavía son la mayoría en ese país, y las minorías y algunos sectores blancos de clase media, terminaron confrontados.
El discurso de Romney, al aceptar su derrota, y la mesura de Obama, al proclamar su victoria, reflejaron la situación a la que llevó a Estados Unidos la elección presidencial. Por ello, ambos llamaron a la reconciliación. El presidente Obama fue más allá, emplazó a los estadounidenses a continuar el camino.
De acuerdo con las estimaciones más recientes, los latinos, afroamericanos, asiáticos, jóvenes y mujeres, entre los que destacan anglosajones de clase media y urbana, votaron por Obama. Por Romney sufragaron la mayor parte de los hombres anglosajones, mayores de edad y de origen urbano.
En este sentido, fueron a las urnas a refrendar al primer presidente de origen afroamericano los estadounidenses que están configurando un Estados Unidos que ve al futuro, además de estar conformado por las minorías que en conjunto serán mayoría a la vuelta de algunos años.
Los Estados Unidos de la transición demográfica jugaron un papel fundamental en estas elecciones. Esta coalición rechazó, a pesar del incumplimiento de las promesas que llevaron a Obama a su primer mandato, a esa parte de la sociedad estadounidense anclada en el pasado conservador, racista y ultraderechista.
Efectivamente, los sectores más conservadores, encabezados por hombres de mayor edad, blancos, anglosajones y protestantes, muchos de origen rural, evangélicos, algunos ligados a la ultraderecha representada por el Tea Party, grupos racistas, y profundamente republicanos, respaldaron al perdedor.
No cabe la menor duda que las recientes elecciones en ese país implicaron la confrontación entre la sociedad del pasado y la del futuro. La Unión Americana blanca, anglosajona y protestante pronto cederá su lugar a una sociedad diversificada y multicultural, donde las minorías tendrán un nuevo protagonismo.
En términos políticos, algunos analistas señalan que Obama está obligado a cumplir en este segundo mandato sus promesas incumplidas; otros afirman que poco cambiará la situación en temas tan importantes como la inmigración, la seguridad, la relación con México y América Latina, el narcotráfico.
Desde mi punto de vista, el tema migratorio tendrá una respuesta mixta. Es altamente probable que el presidente Obama presente una iniciativa al respecto, pero no olvidemos que la división en la sociedad se reflejó en el Congreso: los republicanos dominan la Cámara de Representantes y los demócratas el Senado.
Esta situación es similar a la de los pasados cuatro años. La diferencia es que en aquel momento los demócratas, con algunas excepciones, abandonaron en el camino una propuesta de reforma inmigratoria por cuestiones políticas y electorales, mientras los republicanos reforzaron su postura antiinmigrante.
Asimismo, no debemos perder de vista, de presentarse la iniciativa presidencial, de seguro recogería los grandes trazos de la política inmigratoria vigente. Quizás se suavicen las deportaciones, las redadas, programas como comunidades seguras, y la construcción del muro fronterizo, pero lo esencial está en el camino.
Si suponemos que la reforma inmigratoria favorecerá una amnistía como la de 1986, nos equivocamos. No sólo porque la Cámara de Representantes está dominada por los republicanos, sino porque en cuatro años se ha consolidado una política inmigratoria restrictiva que prácticamente reforzó lo realizado por Bush.
La pequeña Dream Act o DACA, que permitirá a un reducido número de inmigrantes evitar las acciones de deportación, además de tener un límite de vigencia, lo que no implica un posible refrendo, fue, como lo comenté en su momento, una acción electoral que tuvo un buen fin.
En cuanto a seguridad, narcotráfico y las relaciones con México y América Latina, es probable que la perspectiva varíe muy poco. Mientras en dos estados de la Unión Americana se aprobaron sus respectivos referéndums para legalizar el uso de mariguana recreativa, los países productores recibirán igual trato como hoy.
Sin duda lo anterior, a pesar de las felicitaciones oficiales por la matanza de más de 60 mil personas en nuestro país, es un golpe a una estrategia, definida por Washington y de aplicación continental, que ha demostrado su fracaso político y un alto costo social, definido por la violencia del Estado y la delincuencia.
El nuevo mandato de Obama puede ser positivo para los inmigrantes indocumentados, incluso para México, en términos geopolíticos, pero los grandes trazos de la política inmigratoria y las relaciones entre los vecinos distantes están escritos. En ambos casos, son temas estrictamente domésticos. No hay más.

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