En un reciente encuentro (9
Congreso Internacional de Migración, auspiciado por el ININEE de la UMSNH, con
el tema “Migraciones Centroamericanas”), presenté algunas reflexiones sobre la
necesidad de reconsiderar nuestra visión de la movilidad humana, idea que
incluye los múltiples desplazamientos del ser humano, en las agendas
gubernamentales.
Argumenté, entre otros asuntos, que
la migración mexicana es necesaria pero no indispensable para Estados Unidos,
en términos geopolíticos. La cercanía geográfica y la vecindad la favorecen pues
abaratan la mano de obra, pero ese país podría buscar trabajadores en otros
países, quizás a mayores costos y otras implicaciones políticas.
El planteamiento es polémico,
pues se ha demostrado el peso socioeconómico de los inmigrantes, sin importar
su situación jurídica, en las economías de distintos estados de la Unión
Americana, de ahí que supongamos que los mexicanos son indispensables; pero ignoramos
que ese país abre y cierra sus fronteras acorde con sus intereses y
necesidades.
Las diferentes olas migratorias
de mexicanos responden a las necesidades de Estados Unidos, no a las de nuestro
país, menos a las de los mexicanos y sus familias y localidades de origen. Las
deportaciones de los veintes y treintas del siglo pasado, y las actuales, son
el mejor ejemplo histórico de un proceso que tiende a moverse acorde a los
ritmos de ese país.
En el contexto de la carrera por
la Presidencia en ese país, diversas voces, no necesariamente pro-inmigrantes,
además de lamentar la ausencia del tema migratorio en los debates de los
candidatos, urgen a reconsiderar la inmigración, particularmente la de alto
nivel educativo, para mantener y reforzar el rol económico de esa nación en el
mundo.
De acuerdo con Bloomberg
Businessweek (businessweek.com), tres graves problemas que podrían resolverse
con la reforma inmigratoria: primero, la caída de la inmigración en varios
estados está golpeando la agricultura y otros sectores, como la construcción,
pues el contexto antiinmigrante promueve la salida, acoso y deportación de
indocumentados.
Segundo, la vejez de la población
en Estados Unidos plantea dudas urgentes sobre la mano de obra que deberá sustituirla,
además de los recursos pecuniarios para sostener a jubilados y pensionados. Es
importante recordar que los inmigrantes indocumentados pagan impuestos en ese
país, lo que favorece los fondos de pensiones de los trabajadores en retiro.
En tercer lugar, se señala que el
incremento de las oportunidades en países en desarrollo promueve que muchos
inmigrantes calificados y con educación de alto nivel, se vayan a otras
naciones, mientras la Unión Americana necesita de ellos para mantener su
posición económica y política en un mundo competitivo.
Bajo esta perspectiva, Estados
Unidos necesita inmigrantes emprendedores y bien educados, no solamente para
promover la apertura de nuevos negocios sino también para atender sectores,
como salud, donde escasea la mano de obra nativa. Y en el caso de la
agricultura, la construcción, y otras áreas, urge fuerza de trabajo poco
calificada.
Cuando se afirma que Estados
Unidos es un país de inmigrantes, el discurso carece de retórica, pues
efectivamente para mantener su posición de fuerza en todos los sentidos,
necesita tanto mano de obra calificada como poco calificada, para revalorar el
capital y recuperar la tasa de ganancia.
La no indispensabilidad de la
mano de obra mexicana no puede entenderse de manera tajante. La necesidad de
mano de obra de ese país es un asunto de geopolítica y poder económico. Urge
gente calificada y educada, para dinamizar la economía; también, la mano de
obra poco calificada es importante, pero puede ser contratada en otros países.
Hay una relación perversa entre
Estados Unidos y México, donde los mexicanos, la mayoría poco calificados, se
insertan en mercados laborales acorde con esa calificación, mientras
inmigrantes de origen asiático, sudamericano y de otras nacionalidades son
promovidos positivamente por su educación y alta calificación.
De ahí surge la afirmación de la
no indispensabilidad de la mano de obra mexicana. El mundo global está poblado
de miles de millones de pobres, Estados Unidos podría moverse hacia ellos si
las condiciones en las que obtiene la fuerza laboral mexicana cambian. La
situación de la inmigración indocumentada mexicana es un asunto de geopolítica.
El sentido de la reforma inmigratoria en la
Unión Americana dependerá de los resultados de la elección presidencial y la
renovación de las Cámaras de Representantes y Senadores. Aunque el tema
migratorio estuvo ausente en los debates presidenciales, cada partido y bando
político definirán la situación de los indocumentados en los próximos cuatro
años.
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