jueves, 8 de noviembre de 2012

Migración y economía en Estados Unidos



En un reciente encuentro (9 Congreso Internacional de Migración, auspiciado por el ININEE de la UMSNH, con el tema “Migraciones Centroamericanas”), presenté algunas reflexiones sobre la necesidad de reconsiderar nuestra visión de la movilidad humana, idea que incluye los múltiples desplazamientos del ser humano, en las agendas gubernamentales.
Argumenté, entre otros asuntos, que la migración mexicana es necesaria pero no indispensable para Estados Unidos, en términos geopolíticos. La cercanía geográfica y la vecindad la favorecen pues abaratan la mano de obra, pero ese país podría buscar trabajadores en otros países, quizás a mayores costos y otras implicaciones políticas.
El planteamiento es polémico, pues se ha demostrado el peso socioeconómico de los inmigrantes, sin importar su situación jurídica, en las economías de distintos estados de la Unión Americana, de ahí que supongamos que los mexicanos son indispensables; pero ignoramos que ese país abre y cierra sus fronteras acorde con sus intereses y necesidades.
Las diferentes olas migratorias de mexicanos responden a las necesidades de Estados Unidos, no a las de nuestro país, menos a las de los mexicanos y sus familias y localidades de origen. Las deportaciones de los veintes y treintas del siglo pasado, y las actuales, son el mejor ejemplo histórico de un proceso que tiende a moverse acorde a los ritmos de ese país.
En el contexto de la carrera por la Presidencia en ese país, diversas voces, no necesariamente pro-inmigrantes, además de lamentar la ausencia del tema migratorio en los debates de los candidatos, urgen a reconsiderar la inmigración, particularmente la de alto nivel educativo, para mantener y reforzar el rol económico de esa nación en el mundo.
De acuerdo con Bloomberg Businessweek (businessweek.com), tres graves problemas que podrían resolverse con la reforma inmigratoria: primero, la caída de la inmigración en varios estados está golpeando la agricultura y otros sectores, como la construcción, pues el contexto antiinmigrante promueve la salida, acoso y deportación de indocumentados.
Segundo, la vejez de la población en Estados Unidos plantea dudas urgentes sobre la mano de obra que deberá sustituirla, además de los recursos pecuniarios para sostener a jubilados y pensionados. Es importante recordar que los inmigrantes indocumentados pagan impuestos en ese país, lo que favorece los fondos de pensiones de los trabajadores en retiro.
En tercer lugar, se señala que el incremento de las oportunidades en países en desarrollo promueve que muchos inmigrantes calificados y con educación de alto nivel, se vayan a otras naciones, mientras la Unión Americana necesita de ellos para mantener su posición económica y política en un mundo competitivo.
Bajo esta perspectiva, Estados Unidos necesita inmigrantes emprendedores y bien educados, no solamente para promover la apertura de nuevos negocios sino también para atender sectores, como salud, donde escasea la mano de obra nativa. Y en el caso de la agricultura, la construcción, y otras áreas, urge fuerza de trabajo poco calificada.
Cuando se afirma que Estados Unidos es un país de inmigrantes, el discurso carece de retórica, pues efectivamente para mantener su posición de fuerza en todos los sentidos, necesita tanto mano de obra calificada como poco calificada, para revalorar el capital y recuperar la tasa de ganancia.
La no indispensabilidad de la mano de obra mexicana no puede entenderse de manera tajante. La necesidad de mano de obra de ese país es un asunto de geopolítica y poder económico. Urge gente calificada y educada, para dinamizar la economía; también, la mano de obra poco calificada es importante, pero puede ser contratada en otros países.
Hay una relación perversa entre Estados Unidos y México, donde los mexicanos, la mayoría poco calificados, se insertan en mercados laborales acorde con esa calificación, mientras inmigrantes de origen asiático, sudamericano y de otras nacionalidades son promovidos positivamente por su educación y alta calificación.
De ahí surge la afirmación de la no indispensabilidad de la mano de obra mexicana. El mundo global está poblado de miles de millones de pobres, Estados Unidos podría moverse hacia ellos si las condiciones en las que obtiene la fuerza laboral mexicana cambian. La situación de la inmigración indocumentada mexicana es un asunto de geopolítica.
El sentido de la reforma inmigratoria en la Unión Americana dependerá de los resultados de la elección presidencial y la renovación de las Cámaras de Representantes y Senadores. Aunque el tema migratorio estuvo ausente en los debates presidenciales, cada partido y bando político definirán la situación de los indocumentados en los próximos cuatro años.

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