miércoles, 16 de noviembre de 2016

Trump, presidente, 1

A Rodolfo Stavenhagen (1932-2016), antropólogo,
etnólogo, intelectual comprometido,
formador de generaciones de estudiosos de los pueblos indígenas

Encuestas fallidas o amañadas, candidaturas impresentables, voto duro que rebasó expectativas, entre las variadas explicaciones parciales para entender el triunfo de Donald J. Trump. Poco se alude al contexto, estrategias y candidatos, el voto de ciertos sectores, las crisis de la sociedad occidental, y el discurso y la postura autoritaria.
La sociedad estadounidense, como ejemplo, pero en general, enfrenta complejos y críticos cambios que golpean a diferentes grupos, entre ellos al voto duro que rebasó expectativas y salió a votar por lo que simbólicamente representa Trump. Mano dura, autoritarismo, los blancos anglosajones protestantes que pretenden recuperar supremacía y control.
El aborto, las mujeres protagonistas de su circunstancia, matrimonios igualitarios, blancos anglosajones poco letrados y en crisis laboral y de ingresos, un discurso altisonante, machista, misógino, antiinmigrante, xenófobo, entre otros factores de un contexto cambiante, golpeador, encarrilaron a Trump a la Casa Blanca.
Los datos lo evidencian. Ohio, Michigan, Wisconsin y Pensilvania, asiento de obreros blancos anglosajones protestantes, poco letrados, golpeados por la globalización, salieron a votar por alguien que recogió sus sueños perdidos. Incluso, en Florida, el 90 por ciento de los blancos votó por Trump, a pesar de la movilización de los latinos.
Blancos anglosajones protestantes, poco letrados, votaron mayoritariamente por Trump, pero también un número importante de latinos. En Florida, Arizona, latinos de origen mexicano, colombiano, entre otros, le dieron su voto a Trump. Y como respuesta a este contexto, los afroamericanos en estados clave (Alabama), no salieron a votar.
Sin duda, los candidatos y sus estrategias operaron a favor o en contra en este contexto demográfico y de cambios sociales, económicos y culturales. Tanto Donald J. Trump como Hillary Clinton representan a los blancos anglosajones protestantes, pero cada uno apeló a diferentes minorías de ese sector. El vociferante machismo ganó.
El discurso misógino, machista, discriminatorio, antiinmigrante, fue bien recibido por esos blancos anglosajones protestantes agraviados, a quienes la globalización ha golpeado, a quienes los complejos cambios sociales, económicos, políticos y culturales marginan. La mujer que intentó hacer historia fue rechazada por esa minoría que no los representa.
La candidata demócrata letrada, políticamente hábil; la mujer exitosa, parte del establishment, las elites políticas y económicas, Wall-Street, las corporaciones, la banca que defraudó a millones con hipotecas impagables, con una estrategia que intentó operar por la diversidad y el cambio en la sociedad estadounidense, fue despreciada.
Igualmente, fue despreciada por blancos urbanos, entidades históricamente demócratas, latinos de diverso origen, entre ellos mexicanos, y afroamericanos. En las dos elecciones pasadas, todos estos sectores votaron a favor del primer presidente afroamericano, pero el cansancio de las promesas incumplidas acarreó una fuerte derrota.
Según los grandes medios estadounidenses, esos que arroparon a Clinton y fueron golpeados por Trump, algunos miles de votos marginales hicieron la diferencia. Hillary Clinton ganó el voto popular, pero Donald J. Trump el colegio electoral, esa forma de democracia indirecta, resabio de un sistema político en crisis.
Según medio y analistas, el sistema político estadounidense está en crisis. Trump ha abierto un boquete que algunos califican como el huevo de la serpiente; otros aseguran que se perfila una presidencia autoritaria; los menos señalan que no durará los cuatro años, pues sus reiteradas violaciones a la institucionalidad podrían obligarlo a dimitir.
Los sistemas políticos, las prácticas políticas en la globalización están en crisis, no solo en Estados Unidos, en todas las democracias occidentales. La corrupción, el autoritarismo, el neoliberalismo de derecha e izquierda, la predominancia de las corporaciones, las elites económicas y políticas, han herido de muerte la democracia burguesa y la política.
Obviedades. 1. Afirma el delegado de Sedesol que los rezagos en Michoacán no se resuelven por malas políticas públicas. En realidad, ninguno de los gobiernos del PRD, incluido ese intermedio perverso del PRI, ha diseñado política pública alguna. Han copiado acciones de otros gobiernos del mismo partido, pero su mediocridad y dependencia del gobierno federal, impide cualquier intento. En el “nuevo comienzo” esta situación es muy evidente. 2. La denuncia penal de una mujer acosada por el director de una entidad pública estatal, es la punta del iceberg de una situación generalizada entre la burocracia gubernamental, incluyendo altos funcionarios. ¿El “nuevo comienzo” lo defiende contra viento y marea, como a otros de evidente mediocridad y de cuestionables conductas y cuates? 3. José Manuel Mireles Valverde pide al “nuevo comienzo” deje atrás su pánico para que finalmente lo trasladen a Michoacán. 4. Dice Enrique Peña Nieto, ante el triunfo de Trump, que se entregará en cuerpo y alma a velar por los intereses, derechos y bienestar de los mexicanos donde estén, mientras el “nuevo comienzo” le dice a los mexicanos de origen michoacano en Estados Unidos “no están solos”. Retórica y propaganda. 5. Afirma Trump que expulsará a entre 2 y 3 millones de inmigrantes con antecedentes criminales y construirá el muro, pero Paul Ryan, el líder republicano en la Cámara de Representantes, dice que no está entre sus planes financiar un muro. En realidad, van contra el legado de Obama (Obamacare, Dreamers, etc.). Última: y se fueron también Leonard Cohen (1934-2016) y Rogelio Naranjo (1937-2016), ah canija realidad. Música, poesía universal, y caricatura de la pudrición política mexicana.

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