La pandemia de coronavirus, Covid19, no solo está infectando a los humanos
en lo individual, colectivo, local, nacional, global, también tiende a
redefinir las relaciones sociales y las fuerzas productivas. En México, en el
contexto de la campaña golpista de la oligarquía, la fractura social no es ya
solo política, sino de clase.
Después del 1 de julio de 2018, las fuerzas políticas tradicionales
recibieron un severo revés con el ascenso de un movimiento social, hoy con
serios problemas, que, por un lado, llevó al poder a un presidente de izquierda
moderada, un tanto conservador en términos ideológicos, pero sin dinamitar
totalmente a la oligarquía.
Los partidos políticos tradicionales vieron reducidos, no solo sus votos,
sino también militancia, clientelas y simpatías. PAN, PRI, PRD, se hundieron
por sus convergencias derechistas y el rechazo de millones de mexicanos a su
rol en la corrupción y el saqueo del país, en tanto Morena se alzaba, no sin
contradicciones como mayoría.
Del 1 de julio de 2018 a la actualidad, la oligarquía, en parte con los
partidos políticos en la debacle y personajes como Felipe Calderón, quien sueña
con regresar al poder para dar continuidad a su masacre, han enfilado una
campaña golpista que pretende derrocar al gobierno de la 4T, en particular a su
líder AMLO, presidente de México.
La campaña no ha estado exenta de guerras legales, mediáticas e
ideológico-políticas en redes sociales, nuevo campo de batalla, mostrando
rupturas profundas. Hay cada vez más un distanciamiento profundo entre las
elites económicas y el resto de la población, un México mayoritario hoy
intransigente y nada dispuesto a volver atrás.
Hace más de un siglo, John Kenneth Turner (México bárbaro, 1910, y Lesley
Byrd Simpson (Muchos Méxicos, 1941), delinearon las profundas contradicciones
de clase en México. En 2020, el intento golpista de algunos empresarios, cometócratas
antes privilegiados, ciertos políticos e intelectualidad derechista, nos
regresan al pasado.
El Covid19 es el entretelón de una guerra político-ideológica que prefigura
la lucha de clases. Las redes sociales son el escenario, pero en la vida real
los amparos, el golpeteo de ciertos sectores empresariales, políticos,
intelectuales de derecha, prensa y otros medios, el rechazo falaz a todo acto
de gobierno, alimentan la lucha de clases.
Sin duda es una lucha desigual y un contexto en el que, por un lado, sectores
de clase media y baja empujan la defensa del presidente AMLO y la 4T, y por el
otro, sectores de clase media, intelectuales orgánicos proempresariales, y la
oligarquía, sostienen un golpeteo político e ideológico contra todo acto de un
gobierno legítimo.
En 2018, 30 millones de mexicanos, 53% del padrón electoral, votaron por un
líder, proyecto y cambio profundo. La corrupción y saqueo de PAN, PRI, PRD y
partidos satélite como Movimiento Ciudadano, PVEM, PANAL, impulsaron a los
mexicanos de diversos sectores económicos, sociales, políticos e ideológicos, a
rechazarlos.
Si bien fue una lucha política, el escenario actual es de lucha de clases.
La intelectualidad progresista, ligada a la prensa golpista, espeta a AMLO que
su libertad de expresión es errónea y divide, pero no le interesa percatarse
del odio y perversidades que la derecha y ultraderechas esparcen por diversos
medios. Vaya progresismo.
El Covid19 es, momentáneamente, el escenario de las contradicciones de
clase. Mientras Claudio X. González, acérrimo golpista antiAMLO promueve
amparos (Lawfare) y el autoreelecto líder de la COPARPMEX lanzan campañas
antigubernamentales, en redes sociales los proAMLO desmienten y organizan sus
batallas.
Sin duda, en ambos lados convergen diversos
sectores de clase. No el proletariado vs la burguesía, clases medias, clases no
adjetivadas, ciertos sectores empresariales medios, pueblos sin nada, contra la
oligarquía y segmentos: empresarios grandes, medianos y pequeños, clases
medias, comentocracia, intelectuales de derecha, medios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario