La derecha golpista no se ha limitado en adjetivos y aplausos para
promover a su candidata Xóchitl Gálvez. Quizás el más ostentoso calificativo es
llamarle el “fenómeno”, con la finalidad de ensalzar una supuesta candidatura
que, según sus corifeos mediáticos, en tres semanas escaló en popularidad y
preferencias electorales. Pero la costosa campaña mediática -hasta la fecha sin
ser fiscalizada por el INE-, que la ungió como favorita a la derechista
senadora, no logró gran impacto en ese periodo. En realidad, fue el presidente
de la República, quien la promovió inicialmente cuando reveló la impostura de
la derecha, afirmando que un grupúsculo de machos del PRI y el PAN la
nombrarían su abanderada. Después, los medios corporativos recibieron la orden
y el financiamiento para, en coro, exaltarla, aplaudirla y coordinar una falsa
historia de sus orígenes: “indígena”, originaria de una comunidad indígena,
padre golpeador y alcohólico que murió en un petate, vendedora de gelatinas,
mujer que por esfuerzo propio se convirtió en ingeniera, empresaria, líder de
edificios inteligentes y multimillonaria.
Con una vulgar colección de mentiras, la derecha ha pretendido hacerla
pasar por una prodigiosa mujer del pueblo, quien por su esfuerzo personal e
individual es millonaria y supuesta política de brillante trayectoria. Su
historia personal y política la desmiente. Como política, fue sacada del anonimato
por el corrupto y saqueador expresidente Vicente Fox, quien con la estratagema
de los “head hunters” la “descubrió” y elevó a funcionaria pública como
encargada del área de atención a indígenas que, en los gobiernos del PAN,
sustituyó al INI. La mentira comenzó a construirse: una empresaria de supuesto “origen
indígena”, “líder” en la construcción de edificios inteligentes, nombrada para
mediatizar el mal llamado “problema indígena”. La hoy senadora cumplió muy bien
su misión: los pueblos originarios siguieron siendo objeto folclórico y su
pobreza y marginación se profundizó. No hubo cambio en el racismo, clasismo,
desprecio, a indígenas y comunidades indígenas. Posteriormente, fue delegada de
la hoy alcaldía Miguel Hidalgo, donde continuó su actuación como política “dura”,
con varios montajes.
Al arribar al Senado de la República, Xóchitl Gálvez, después de jurar
ante los ciudadanos de la Miguel Hidalgo que no renunciaría por otro puesto
político, pergeñó una historia que ha incluido varios montajes: vestida de
botarga, pseudo caracterizada como AMLO, disfrazada de payaso y protagonizando
discursos cargados de mentiras e insultos, particularmente contra el presidente
de México y otros funcionarios públicos, manipulando datos oficiales, usando
información sin respaldo documental, aprovechando su cargo público y tráfico de
influencias para enriquecerse, publicitando su supuesta posición
antigubernamental al presentar “denuncias” ante la FGR y amparos con mentiras (intento
por irrumpir en la conferencia presidencial, violencia de género, entre otras
manipulaciones legaloides), y pervirtiendo la legislación electoral y la ley en
general para que el Poder Judicial favorezca sus limitaciones intelectuales. El
“fenómeno” es sin duda una imagen construida mediáticamente, a golpe de
propaganda y mercadotecnia. La semana pasada estuvo en Estados Unidos,
realizando otro montaje: “conversa” con una supuesta inmigrante cubierta por un
sombrero y una mascarilla, además de exhibir una caja de un producto.
Con todo, la impostura de la derecha no “pega”. Acorde con encuestas
realmente importantes –Enkoll/El País, De las Heras Demotecnia, entre otras-
tiene más negativos que positivos. Incluso, una de las encuestas citadas la
ubica con 14% si la votación por la presidencia de la República hubiese sido el
día en que se levantó el cuestionario. La supuesta brillantez e inteligencia “superior”
–según el corrupto Luis Carlos Ugalde, uno de los autores del fraude electoral
de 2006, siendo presidente del entonces IFE- no han sido suficientes para remontar
negativos y preferencias electorales. La derecha lo sabe, pero no está aún
dispuesta a aceptar su estrepitosa derrota.
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