Con Claudia Sheinbaum, presidenta constitucional de México, podría
pensarse que el nuevo escenario político implicaría su rendición ante los
reclamos, burlas y mentiras de la derecha, pero ha dejado claro que el legado
de AMLO es suyo y seguirá nutriéndolo; sin romper ni rendirse ante quienes la
denostan, ha comenzado a construir su propio camino. En las “mañaneras del
pueblo”, es notable su presencia discursiva y política. Por ejemplo, en la
primera, la conmemoración y perdón por los crímenes de lesa humanidad del 2 de
octubre de 1968, perpetrados por el gobierno del PRI encabezado por Gustavo
Díaz Ordaz, no fue retórica simplista, fue una postura de la izquierda
moderada, contundente. Asimismo, sin eludir pregunta alguna, tiene claras sus
posturas. No declina su legado de AMLO, menos su perspectiva sobre las
coyunturas políticas y respecto a problemas políticos concretos. No esperen que
Claudia se arredre.
La presidenta constitucional, solo exhibe a la derecha, tanto partidista
y de los medios corporativos golpistas, como de las redes sociales, en
situaciones falsas y mentiras. En los últimos días, las discusiones para
aprobar varias de las iniciativas, particularmente las presentadas por AMLO,
pero también las impulsadas por la presidenta, han mostrado el comportamiento
venal, infantil y ridículo de la derecha partidista. No solo se trata de que no
tienen los votos suficientes para oponerse, sino también que sus negativas a
realmente debatir los contenidos de las reformas constitucionales y de leyes
secundarias, caen en la ridiculez y el show mediático. En lugar de acompañar
las decisiones de las mayorías legislativas, debatiendo y corrigiendo errores,
tienen la consigna de oponerse a todo. La derecha partidista debería entender
que los mexicanos están observando, que ya muchos no son cómplices, complacientes
o convidados de piedra del escenario político. Al final, las mayorías
legislativas representan al pueblo mayoritario.
En el caso de la reaparición del fantasma de Acteal, Aguas Blancas, el
error de diciembre de 1994, el Fobaproa, los Pidiregas, SCJN a modo, entre
otros atentados en contra de los mexicanos –represión, dinero público para las
elites, corrupción, saqueo- fue tan desafortunado, pues al intentar convertir
al expresidente Ernesto Zedillo en el héroe del Poder Judicial, la derecha se
exhibió arrastrada por los crímenes de lesa humanidad y el saqueo a las arcas
públicas. Durante la legislatura anterior, la derecha partidista PRIANRDMC, se
declaró en ausencia para debatir y apoyar cualquier iniciativa del bloque
opositor y el presidente de México, lo que intentan revivir actualmente, pero
saben que a sus bancadas no alcanzan más que para oponerse a las iniciativas de
AMLO, Claudia Sheinbaum y la 4T. El chayotero Joaquín López-Dóriga, se quejó
porque “gracias” al PRI, Morena tuvo quorum –no mayoría legislativa- para
realizar la insaculación –tómbola- que sorteó los puestos, no las personas,
para ocupar cargos en el Poder Judicial.
La derecha –PRIANMC- no es que no alcance entender la situación actual,
sino que no le interesan los cambios que el país está experimentando. La
derecha sigue esperando regresar al poder para redibujar una realidad –imaginada-
que favorece a sus elites y a los partidos políticos derechistas. En algunos
medios alternativos, se insiste en que los derechistas “no entienden” la
realidad actual, pero no es un asunto de ignorancia, es una cuestión de política,
ideología y complicidad con las elites empresariales nacionales y extranjeras.
No es que la derecha sea imbécil. No. A la derecha no le interesa “entender” lo
que la 4T está impulsando. La 4T sigue profundizando cambios en el contexto del
capitalismo, pero que, en México, son rechazados por la derecha, las elites y
la “izquierda buenaondita”. La 4T sigue impulsando una política a favor de los
menos favorecidos, pero camina con el capitalismo buscando un modelo de
desarrollo en el que el bienestar de los menos sea favorecido y la riqueza de
los menos sea moderada. El capitalismo omnisciente está presente. La izquierda
de la 4T no se atreve a pensar en otra realidad.
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