A pesar de la propaganda derechista, amenazas a la autoridad electoral,
intento de algunos consejeros derechistas del INE por violar la Constitución,
algún voto en contra de una magistrada del TEPJF a favor de “corregirle” la
plana a la Constitución, el golpeteo mediático, los favores de la presidenta de
la SCJN al PAN, la huelga del Poder Judicial, los intentos de ciertos ministros
de la SCJN y sus esbirros del Poder Judicial de intimidar a la ministra Lenia
Batres, los mexicanos de generaciones que nacimos el siglo pasado y jóvenes del
siglo XXI, estamos viviendo un momento histórico. El 2 de junio de 2024,
millones salimos a votar envueltos en una ola de rumores, mentiras, amagos de
violencia derechista, chantajes de la derecha partidista y la oligarquía, no
solo a refrendar el cambio, otorgándole 36 millones de votos a la presidenta constitucional
Claudia Sheinbaum, sino también se votó por un Congreso que reformara la
Constitución, comenzando con el Poder Judicial, el cual no da a los ciudadanos
justicia, sino corrupción.
Este escribano supo de la represión a los estudiantes en el 68, sobre
todo porque algunas parientes que vivían en el entonces Distrito Federal,
regresaron despavoridas a la casa familiar hablando de asesinatos,
desapariciones y sangre en Tlatelolco. En 1971, también se comentó en la
familia el nuevo acto represivo orquestado por el PRI durante lo que después se
conoció como “el halconazo”. No fui testigo, sino simple espectador, porque no
alcanzaba a comprender hacia dónde iba este país. Después de esos años
fatídicos y con la edad andando, me topé con Marx, Lenin, Stalin, el PCM, el
PRT. No se si así me nació la conciencia, porque muchas situaciones me eran
todavía lejanas, pero en los ochentas del siglo pasado Cuauhtémoc Cárdenas,
Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez, entre otros, rompieron con la dictadura
priista, e iniciaron un movimiento al que Carlos Salinas de Gortari, no
derrotó, sino le arrebató un triunfo en las urnas. Cuando surge el PRD, un
verdadero intento por hacer confluir a las izquierdas no extremistas y
demócratas liberales, el momentum actual inició un ascenso que, en 2018, llegó
a su mayoría de edad.
Sin duda, el 2 de junio de 2024, los mexicanos, no solo refrendamos el
cambio y la conducción del proceso de transformación iniciado y encabezado por
AMLO, sino también votamos de nuevo por profundizar lo andado. Claudia
Sheinbaum no solo garantiza la continuidad con cambio, sino también la
profundización del proceso iniciado en 2018. La presidenta constitucional, hoy
1 de octubre de 2024, refrendó su compromiso de continuidad, pero marcó una
serie de acciones de seguro distinguirán su mandato, lo que la derecha y las
“izquierda verdadera” y la “izquierda buenaondita” de Julio Astillero jamás
reconocerán. Viven de la especulación, pero no hacen análisis. Son personas
“inteligentes”, pero incapaces de cambiar sus herramientas para analizar la
realidad que se les agolpa ante sus narrativas. Claro, Julio Astillero y su
urgencia de que le moneticen para sostener sus especulaciones, es parte de esa
impostura de la “izquierda buenaondita”: acompaño a AMLO o Claudia Sheinbaum si
hacen lo que dice.
Estamos no solo ante el Momentum de Claudia Sheinbaum, presidenta
constitucional de México, sino ante la continuidad y el cambio. Los medios
corporativos, la comentocracia, las redes sociales, la derecha partidista,
tendrían que asumir que una mujer llegó al poder, no solo por ser mujer –o quizás
solo por ser mujer- sino porque 36 millones de mexicanos la elegimos para dar
continuidad a un proceso iniciado en 2018 por AMLO, pero también porque una
mujer conduzca los destinos y gobierno de México. Las dos primeras “mañaneras
del pueblo”, ha sido contundentes. La presidenta toma sus decisiones, escucha,
ejerce el poder que los mexicanos le concedieron. No hay vuelta atrás. El Momentun
sigue su curso y la presidenta lo hará valer. La conmemoración y perdón por el
2 de octubre de 1968, muestran su talante y compromiso: no olvido.
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