En el ambiente LGBT+ se suele usar la metáfora del closet para indicar
que una persona “oculta” su condición sexual a los demás, pero también se dice,
cuando finalmente sale del closet, “coming out”, es decir, declara abiertamente
su orientación sexual. Es interesante aplicar ambos términos a la derecha
mexicana, pues durante el sexenio de AMLO y los tres meses que lleva la
presidenta Claudia Sheinbaum, la derecha mexicana dejó el closet y declaró, sin
ambages, que odia y desprecia a los mexicanos. Cuando algunos derechistas y
fachos, en redes sociales, hablan sobre el supuesto 40% que los apoya, se
siguen hundiendo. En los hechos, solo el 26% del padrón electoral votó por el
PRIANRD, y un 6% por la derecha naranja, Movimiento Ciudadano, lo que implica
suponer que un 31% apoya a la derecha, pero no ese 40% que alegan.
Lo importante de el golpeteo de la derecha mexicana, es que sigue
derrapando ante la opinión pública. Las últimas encuestas de aprobación de la
presidenta Claudia Sheinbaum, la ubican favorablemente arriba del 70%. Es
decir, por la presidenta votó 60% del padrón electoral, pero en los primeros
tres meses un 10% o más de los mexicanos aprueban su gobierno. En tanto, la
derecha sigue cayendo en las preferencias ciudadanas o al menos conservando ese
20% por ciento de seguidores. Y la derecha, en voz de sus principales voceros
–Marko Cortés, Alito Moreno, Lilly Téllez, Kenia López Rabadán, Pedro Ferriz de
Con y su hijo, Beatriz Pagés, Alazraki, entre otros- no tiene un discurso
alternativo. Solo odio y desprecio. La misoginia exaltada.
El coming out de la derecha mexicana ha permitido conocer el odio y
desprecio de los partidos políticos, la comentocracia de los medios
corporativos y de redes sociales. Así como durante la campaña electoral de Xóchitl
Gálvez, la fallida y fracasada “indígena” candidata de la derecha, no hubo
discurso alternativo, menos proyecto más allá de regresar los privilegios a la
oligarquía y a los políticos derechistas, ahora ni siquiera intentan articular
una narrativa que de sentido a su odio. No hay el menor interés en construir
una alternativa. Por ejemplo, su defensa del corrupto Poder Judicial, no superó
la reforma judicial que finalmente se convirtió en Constitución. Y en Morelia,
un juez vuelve a lo mismo, amenazar al IEEM, porque no detiene lo que
constitucionalmente está prescrito.
La derecha mexicana salió del closet, pero con tropezones. El coming out
no resolvió la estupidez de una derecha que no cree en la democracia. El 2 de
junio de 2024, los mexicanos jugaron con los términos de la democracia
burguesa. Fueron a las urnas para votar por la opción que les importaba, no lo
que la propaganda de odio y desprecio afirmaba. La derecha perdió con sus
propias armas, el voto ciudadano. Cuando pretendió la “sobrerrepresentación”,
fue de risa. El PRIAN decidió previamente esa “sobrerrepresentación”, pero como
no le favorecía buscó terminarla, incluso con la complicidad de la SCJN. No
sucedió. Lo importante es que los ciudadanos estén alertas sobre las mentiras y
bajezas de la derecha. No va a regresar al poder vía la democracia, sino por
sus trampas e ilegalidades.
Quizás lo peor para la derecha mexicana, son las alianzas que está
haciendo con la extrema derecha, los fascistas. La derecha mexicana sale del
closet mostrando sus peores caras y discursos. Alianzas con el empresariado
golpista, financiamiento extranjero, corrupción y saqueo en los gobiernos que
ha encabezado, son algunas de las señales de esa derecha cavernaria. Los ciudadanos
mexicanos no dejarán de ser conservadores solo porque Morena gobierne, pero si
votaron masivamente por Claudia Sheinbaum y Morena, es porque saben que el odio
y el desprecio de la derecha es corrosivo. A los mexicanos no les interesa que
la derecha regrese al poder porque sería un retroceso que a todos golpearía. A los
conservadores que votaron por la presidenta de México, no les convence el aborto,
la igualdad sustantiva, el castigo a los feminicidas, el respeto a la
diversidad sexual. Pero tampoco les interesa que el PRIAN gobierne.
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