Con el señor Julio Astillero –Julio Hernández López, La Jornada-, además
de defender a mafiosos académicos, como Sergio Aguayo Quesada, uno de sus
amigos izquierdoide, Jorge Meléndez, se opuso –solo le faltó imitar a Lilly
Téllez- al nombramiento del Dr. Hugo López-Gatell como representante de México
ante la OMS-OPS, aduciendo que “había prohibido” el uso del cubrebocas durante
la pandemia de COVID 19, lo cual es absolutamente falso. Asimismo, por el desabasto
histórico de medicamentos en el sector salud público, lo culpó, como si el
subsecretario hubiese tenido toda la responsabilidad de la salud pública. Por
fortuna, sus amigos de mesa, Daniel Pastrana, en particular, y Salvador
Frausto, no coincidieron con el mentiroso Meléndez. El sector salud, tanto a
nivel federal –IMSS, ISSTE, etc.- han sido fruto de saqueos terribles por los
neoliberales, además de reales intentos de privatización. Los 30 años
neoliberales no se resuelven en 6 años, sobre todo cuando se impuso una
estructura corrupta y saqueadora.
En otros lugares he planteado que, a veces, los extremos se tocan, como
es el caso de la izquierda buenaondita astillera y la derecha. No se trata de
aplaudir sin cuestionamiento, pero al menos informarse y deslindar asuntos que
entre sí no tienen vínculo. Durante semanas, López-Gatell acudió a Palacio
Nacional para informar sobre el avance del COVID 19, educar a la población en
el uso correcto del cubrebocas, del cual efectivamente, afirmó que no deberíamos
sentirnos seguros usándolos, pero jamás dijo que no se usara. La ignorancia es
realmente perniciosa. Igualmente, Hugo Lópz-Gatell, por sí solo, no podía
surtir todos los medicamentos en el sistema público de salud, pues, además, de
que no era el encargado del asunto, un funcionario, una secretaría, un gobierno,
no pueden resolver un problema tan complejo cargado de corrupción y saqueo.
Por supuesto, el señor Meléndez, como buen estalinista que jamás ha
propuesto nada coherente, no va a reconocer sus errores, su ignorancia y su
cercanía con la derecha. No es extraño; la izquierda estalinista se ubicó en un
momento dado en el extremismo que se acercaba mucho a la derecha, no a las
izquierdas. El estalinismo, el maoísmo, el polpotismo, siguen entre la izquierda
mexicana. La democracia no les llega. Gritan y apalean a quien creen que es su
enemigo, pero no proponen soluciones. Claro, su gran argumento es que en este
caso son “periodistas” y su periodismo “en resistencia” tiene permiso para
calumniar a cualquier funcionario público, sin asumir que esa izquierda es
ignorante y mentirosa.
Es desafortunado cómo la parafernalia derechista anida entre la izquierda
buenaondita, la que regularmente se coloca en una supuesta posición “crítica”, “neutral”.
El lema de Julio Astillero es “periodismo en resistencia”, pero su periodismo
es de opinión muy personal, poco analítico y confuso, pues el asunto de la
resistencia es en realidad un auto permiso para especular y hacer pasar la especulación
como opinión y análisis. Con pocas excepciones, la izquierda buenaondita jamás
ha tenido la gran capacidad de análisis de la que presume, porque muchos se
formaron en la militancia dirigida, en el manual surgido de la URSS, el libro
rojo de Mao Zedong o la práctica extrema y aniquiladora de Pol Pot. Esto no
significa que la derecha conozca a las izquierdas. Para la derecha el simplismo
es lo que les viene: comunistas, todos.
El nombramiento de Hugo López-Gatell, va más allá de resucitar a un exfuncionario
público. Se trata del reconocimiento a un científico y funcionario público con
una formación impecable en un prestigioso hospital de la Universidad Johns
Hopkins. La derecha, así como la izquierda buenaondita, explotan en contra del
Dr. López-Gatell, unos por razones relacionadas con las elites económicas, y
otros por la ignorancia e intereses aberrantes, como es el caso de algunos
integrantes de Morena y la 4T, donde la oposición de Mario Delgado, Marcelo
Ebrard, entre otros, quienes han buscado acuerdos con los empresarios, es
evidente.
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