Hace unos días, me estremeció saber del hallazgo de los cuerpos de tres
niñas y su mamá, asesinadas con saña y crueldad en el norte del país. El principal
sospechoso es la pareja de la madre de las niñas. No es el primer caso que me
ha estremecido. No he visto las fotografías, las que regularmente circulan en
medios cargados de victimización y morbo, y las redes sociales que no ocultan
su rapiña. Lo importante en este caso, es que se reveló que la pareja masculina
estaba ligado a la delincuencia, pero quizás lo más escalofriante es que la
mamá y sus hijas fueron asesinadas con tal saña y crueldad, que dan miedo. Si las
imágenes de los asesinatos masivos de niños, niñas, mujeres y hombres en Gaza
son impactantes, saber que tres niñas y su madre fueron masacradas por un
hombre misógino, odiador de las mujeres y las infancias. ¿Es el mandato
masculino que analiza con tanta precisión Rita Segato? ¿Es el patriarcado tan
cruel y asesino de mujeres que mandata al hombre convertirse en feminicida?
Desde esta perspectiva, el mandato masculino es quizás lo peor que le
puede suceder a la humanidad. En Gaza, miles de niños, niñas, mujeres y
hombres, son asesinados con la impunidad que el genocidio perpetrado por el
Estado sionista de Israel y Estados Unidos permite. En México, casos como el
comentado del norte del país, no son extraños. En varios estados del país, he
sabido de hombres que maltratan, abusan o asesinan a los hijos o hijas de sus
parejas. Es decir, no son sus hijos o hijas biológicos, sino que son de parejas
anteriores de la mujer. Este tipo de conductas me remiten a estudios
antropológicos de diverso tipo, en los que estas crueldades no son la regla. Al
parecer, son parte de ese patriarcado capitalista en la que la mujer, no solo
es objeto, sino que se puede disponer de su vida y su descendencia, a la que el
hombre no le debe nada, por no ser de su “estirpe”. Es perturbadora y
devastadora la respuesta.
Efectivamente, perturba y asusta la respuesta. Como diversos estudios
han demostrado, en muchas ocasiones, el enemigo está en la misma casa. Recuerdo
aquella película titulada en español “Durmiendo con el enemigo” (Sleeping with
the enemy), protagonizada por Julia Roberts, mujer maltratada que huye para
tener otra vida, pero muchas mujeres y sus hijas e hijos no tienen esa posibilidad.
En muchas ocasiones, la mujer está atrapada, no solo en un ciclo de violencia
previo y permanente, sino que la intención por intentar salir de ese círculo de
violencia indescriptible, es el motivo del asesino para masacrar a su pareja y
sus hijos e hijas, particularmente si biológicamente no tienen nada que ver con
el violentador. He sabido de casos en los que algunos hombres experimentan
negativa y furiosamente que la mujer, con hijos e hijas, les proporcioné a sus
vástagos atenciones que el macho cree que deben ser solo para él.
Hace algunos años, en Morelia fue reportada una niña ahogada en la
piscina de un hotel. La niña había salido de la habitación acompañada con la
pareja de su mamá. Según las indagatorias, el hombre la ahogó o no hizo nada
para salvarla de un ahogamiento. Mientras, la madre permanecía en la
habitación. Ambos fueron a la cárcel. Uno por ser el agresor, la otra por ser
cómplice. Es fuerte suponer que la mujer tenga algo que ver con la muerte de
sus propios hijos e hijas a mano de su pareja, pero la realidad es impactante. Hay
casos en los que los hijos e hijas de la mujer, son maltratados, abusados/as
sexualmente, asesinados/as por la pareja, con la connivencia y complicidad de
la mujer. Es doloroso constatar lo anterior de una ligera revisión de algunos
expedientes. Es escabroso e impresionante.
No tengo respuesta para ambas conductas. Acorde con Rita Segato, por
parte de los hombres es el mandato masculino y ¿por parte de la mujer? Creo que
también es el mandato masculino. Aunque las mujeres educan a los hijos e hijas,
lo hacen con los principios y valores del patriarcado. Los hombres las educan,
no solo para ser objetos, sino para transmitir sus violencias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario