No. Inventar, mentir, fabricar “notas periodísticas”, alentar el rumor y
el chisme, como lo suelen hacer Julio Astillero y la izquierda buenaondita,
usar a los medios corporativos para alentar el golpismo, la intervención y la
invasión de México por Estados Unidos, nada tienen que ver con la libertad de
expresión y el derecho a la información. La mentira y la diatriba, por más que
se grite con megáfono en el Senado de la República y se den entrevistas a los
fascistas de FoxNews, no serán verdad nunca. Aunque estigmatizan y victimizan,
son basura mediática.
En este contexto vale la pena subrayar que, en Gaza, con la intención de
sepultar la verdad sobre el genocidio de los sionistas contra los palestinos,
el asesino Estado sionista de Israel asesina periodistas. En la región, el
sacrosanto derecho a la mentira es propiedad de los sionistas asesinos,
mientras en México es propiedad de los medios corporativos golpistas y algunos
escribanos y amanuenses que gritan y buscan defender su “derecho a mentir”,
porque la Dra. Beatriz Gutiérrez Müller, esposa del expresidente de México,
AMLO, anunció que demandaría al periódico fascista español ABC que inventó que la
señora y su hijo ya vivían en España en un lujoso barrio.
No hay duda que el periodismo en México delira con tanta mentira, lo que
seguro le reporta buenos cheques de la oligarquía, los partidos de derecha y
los gobiernos de oposición que siguen mangoneando a sus estados y sus
presupuestos públicos. De un lado, la esquizofrénica del Senado, manotea y
grita improperios, mentiras y calumnias, mientras da entrevistas a los
fascistas de FoxNews, pidiendo la invasión de Estados Unidos, del otro, los
escribanos a sueldo de la derecha “escriben” sesudos articulitos en los medios
corporativos golpistas retomando la mentira del periódico fascista español ABC,
sobre la señora Beatriz Gutiérrez Müller.
Es el pervertido panorama del periodismo en México, el cual, no solo ha
sido rebasado por la realidad social, política, económica y cultural, sino
también por la emergencia de las redes sociales y un proceso comunicativo
alterno, con periodistas profesionales o youtuberos sin formación periodística.
Nadie se salva. Ni la derecha mediática ni ciertos sectores de la izquierda
buenaondita. A ambas, a pesar de que tengan al periodismo de investigación como
un trofeo en su cabecera, pocos lo practican. Vuelvo a la diatriba de Julio
Astillero y sus mesas de supuesto periodismo, con personas que se han apropiado
de Canal 21, hundiendo a la televisora pública de la CDMX en la ignominia.
Asimismo, también vale la pena regresar a las mentiras y diatribas de
Anabel Hernández, la gran “analista” de la periodista fascistoide Carmen Aristegui,
@AristeguiOnLine. Hace una semana, un tribunal de apelación confirmó que Anabel
Hernández, en sus libros, miente con mucha frecuencia. Usar a unas actrices de
Televisa para montar la idea de que se prostituían con un narco, le salió mal,
pues se llevó entre sus mentiras a su casa editorial Penguin Random House,
Grijalbo en México. Según la periodista de ficción, aunque el Mayo Zambada no
haya presentado las famosas “listas” que la derecha mexicana elabora y
reelabora todos los días, ya le dijo al gobierno estadounidense quiénes de la
4T son sus cómplices. Y si no lo ha hecho, “ya lo hará”. La declaración de
culpabilidad del “capo de capos”, como los medios corporativos le llaman,
generó enormes expectativas, las cuales se desinflaron poco después de su
audiencia.
Sin embargo, pocos prestaron atención a lo que declaró su abogado: la
declaración de culpabilidad del Mayo Zambada, no incluyó que el capo se
convirtiera en testigo protegido, colaborador. Y asentó: lo que Zambada sabe se
queda con Zambada. Es decir, abrió una rendija para seguir negociado. Es culpable
de lo que se le acusa, sí, y tiene información sobre sus triquiñuelas con
diversas autoridades en México. El capo quebró el sacrosanto derecho a la
mentira sin la intención de hacerlo. Anabel Hernández y toda la comentocracia
se quedaron pasmados.
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