martes, 26 de agosto de 2025

El sacrosanto derecho a la mentira

 

No. Inventar, mentir, fabricar “notas periodísticas”, alentar el rumor y el chisme, como lo suelen hacer Julio Astillero y la izquierda buenaondita, usar a los medios corporativos para alentar el golpismo, la intervención y la invasión de México por Estados Unidos, nada tienen que ver con la libertad de expresión y el derecho a la información. La mentira y la diatriba, por más que se grite con megáfono en el Senado de la República y se den entrevistas a los fascistas de FoxNews, no serán verdad nunca. Aunque estigmatizan y victimizan, son basura mediática.

En este contexto vale la pena subrayar que, en Gaza, con la intención de sepultar la verdad sobre el genocidio de los sionistas contra los palestinos, el asesino Estado sionista de Israel asesina periodistas. En la región, el sacrosanto derecho a la mentira es propiedad de los sionistas asesinos, mientras en México es propiedad de los medios corporativos golpistas y algunos escribanos y amanuenses que gritan y buscan defender su “derecho a mentir”, porque la Dra. Beatriz Gutiérrez Müller, esposa del expresidente de México, AMLO, anunció que demandaría al periódico fascista español ABC que inventó que la señora y su hijo ya vivían en España en un lujoso barrio.

No hay duda que el periodismo en México delira con tanta mentira, lo que seguro le reporta buenos cheques de la oligarquía, los partidos de derecha y los gobiernos de oposición que siguen mangoneando a sus estados y sus presupuestos públicos. De un lado, la esquizofrénica del Senado, manotea y grita improperios, mentiras y calumnias, mientras da entrevistas a los fascistas de FoxNews, pidiendo la invasión de Estados Unidos, del otro, los escribanos a sueldo de la derecha “escriben” sesudos articulitos en los medios corporativos golpistas retomando la mentira del periódico fascista español ABC, sobre la señora Beatriz Gutiérrez Müller.

Es el pervertido panorama del periodismo en México, el cual, no solo ha sido rebasado por la realidad social, política, económica y cultural, sino también por la emergencia de las redes sociales y un proceso comunicativo alterno, con periodistas profesionales o youtuberos sin formación periodística. Nadie se salva. Ni la derecha mediática ni ciertos sectores de la izquierda buenaondita. A ambas, a pesar de que tengan al periodismo de investigación como un trofeo en su cabecera, pocos lo practican. Vuelvo a la diatriba de Julio Astillero y sus mesas de supuesto periodismo, con personas que se han apropiado de Canal 21, hundiendo a la televisora pública de la CDMX en la ignominia.

Asimismo, también vale la pena regresar a las mentiras y diatribas de Anabel Hernández, la gran “analista” de la periodista fascistoide Carmen Aristegui, @AristeguiOnLine. Hace una semana, un tribunal de apelación confirmó que Anabel Hernández, en sus libros, miente con mucha frecuencia. Usar a unas actrices de Televisa para montar la idea de que se prostituían con un narco, le salió mal, pues se llevó entre sus mentiras a su casa editorial Penguin Random House, Grijalbo en México. Según la periodista de ficción, aunque el Mayo Zambada no haya presentado las famosas “listas” que la derecha mexicana elabora y reelabora todos los días, ya le dijo al gobierno estadounidense quiénes de la 4T son sus cómplices. Y si no lo ha hecho, “ya lo hará”. La declaración de culpabilidad del “capo de capos”, como los medios corporativos le llaman, generó enormes expectativas, las cuales se desinflaron poco después de su audiencia.

Sin embargo, pocos prestaron atención a lo que declaró su abogado: la declaración de culpabilidad del Mayo Zambada, no incluyó que el capo se convirtiera en testigo protegido, colaborador. Y asentó: lo que Zambada sabe se queda con Zambada. Es decir, abrió una rendija para seguir negociado. Es culpable de lo que se le acusa, sí, y tiene información sobre sus triquiñuelas con diversas autoridades en México. El capo quebró el sacrosanto derecho a la mentira sin la intención de hacerlo. Anabel Hernández y toda la comentocracia se quedaron pasmados.

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