Con 3 votos en contra y 2 a favor, de los conocidos magistrados del
PRIAN, la elección de los 9 ministros de la SCJN que entrará en funciones el 1
de septiembre de este año, fue validada. Se acabaron los oportunistas supuestos
para revertir una elección judicial constitucional. Como la magistrada
presidenta afirmó con toda razón: “Un tribunal no puede generar un caos, y
menos por indicios donde no hay evidencias plenas”, porque es lo que pretendía
el magistrado Reyes Rodríguez Mondragón, amigo cercano del asesino Felipe
Calderón, priista y panista en diversos momentos de su vida política, artífice
de la ponencia que recogió argumentos de organizaciones de la derecha, todas
ligadas a Claudio X. González y al PRIAN.
Detrás del proyecto principal, suscrito por el magistrado Reyes
Rodríguez Mondragón, y del expuesto por la magistrada Janine Otálora, había una
cauda de especulaciones y supuestos, estadísticas manoseadas –las estadísticas
pueden aportar datos esenciales, pero también son manipulables-, una caja de acordeones
que parecían recién impresos, cero fundamentos jurídicos, los medios
corporativos dando la razón al primer ponente a pesar de que se declaró la
validez de la elección de la SCJN, y el odio exacerbado de la derecha, usando a
sus magistrados afines para intentar derribar una elección popular y
constitucional.
Según Reyes Rodríguez Mondragón, quienes obtuvieron la mayoría de los
votos fueron parte de una “combinación”; es decir, los 9 ministros que pronto
tomarán protesta para la nueva SCJN, tenían una especie de alianza o coalición.
Entonces, los votos obtenidos individualmente por los candidatos debían ser
anulados porque fueron obtenidos por una “combinación. Por su parte, Janine
Otálora, argumenta un “dirigismo” en la elección: ninguno de los ciudadanos que
fue a votar, ejerció su voto conscientemente; fueron “dirigidos” por una
“fuerza superior” –los acordeones que, quizás, como el mismo Reyes Rodríguez
Mondragón, dijo sobre el financiamiento: no importa, aunque hayan sido
financiados por extraterrestres. Era previsible el fallo en contra, no solo
porque ambos magistrados representan a grupúsculos de la derecha –por ejemplo,
ese organismo financiado por la derecha llamado Litigio Estratégico, donde
dicta sus admoniciones el ministro en retiro José Ramón Cossio, sino porque sus
ponencias carecen de argumentos jurídicos.
Por ello, la idea lanzada por la ministra presidenta del TEPJF, sobre
una “trama paranoica”, es interesante, pues usó la metáfora para evitar hablar
de dos magistrados alineados a intereses de la derecha, no de los votantes.
Como se planteó, no solo se pretendía anular la elección de los ministros de la
SCJN, sino crear un caos constitucional. Es decir, no les importa la
gobernabilidad, menos un proceso económico, social y político transformador en
marcha. Se buscaba imponer lo que a los grupos de derecha y a la oligarquía
importa: caos, golpismo, desestabilización. Por eso es entendible la diatriba
grotesca e insultante de la supuesta senadora Lilly Téllez en el Senado de la
República. Así como a su patrón, el multimillonario deudor fiscal, se le acaban
los días para pagar lo que debe al fisco mexicano, sube el volumen de una mujer
que no tiene ideas, propuestas, solo insultos, gritos y sombrerazos. Lo que es
realmente vergonzoso.
Con todo, más allá de la “trama paranoica”, la derecha jugó su última
carta con dos ponencias mal hechas, sin fundamentos jurídicos, con ocurrencias.
El ministro Felipe de la Mata puntualizó que se pretendió hacer pasar unas
estadísticas manipuladas, defectuosas, como la “prueba madre”, proveniente de
un “amigo de la corte” (amicus curiae), para invalidar una elección nacional;
es decir, desechar millones de votos ciudadanos por los caprichos de la
derecha. Según los medios corporativos golpistas y sus “expertos”, fue un
fraude electoral a partir del uso de unos acordeones, de los cuales el ministro
Reyes Rodríguez Mondragón no presentó una sola prueba de lo que llamó una
acción conjunta organizada a nivel nacional. De pena ajena.
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