lunes, 1 de septiembre de 2025

El estertor del PRI

 

El artero ataque de Alito Moreno contra Fernando Noroña, presidente del Senado, se le está revirtiendo de manera acelerada, a pesar de que los medios corporativos y sus locutores y escribanos hayan aplaudido la agresión, sigan justificando al porro corrupto y saqueador del estado de Campeche y les extienda generosos cheques, producto del saqueo del erario campechano y las prerrogativas que el PRI recibe como parte del Congreso de la Unión. Revisando los videos de la agresión, es notable el montaje. Alito Moreno se coordinó con la senadora esquizofrénica Lilly Téllez y después se trasladaron a la tribuna del Senado, él mismo, Moreira y otros dos senadores golpeadores. La agresión la inició Moreno. Durante el canto del himno nacional, inició su reclamo, y al término del canto, empujó a Gerardo Fernández Noroña, quien no respondió a los empujones. Mientras, otro de sus matones, tiró al suelo a un trabajador del Senado, quien intentó interponerse entre Alito Moreno y Fernández Noroña, pero acabó en el piso y fue pateado sin misericordia.

Lo peor de la escena grotesca, agresiva, violenta, del porro Alito Moreno, es que no le salió el montaje, a pesar de haberlo preparado con antelación. Solamente la prensa golpista mexicana y su amigo Ciro Gómez Leyva –hay un viejo audio en el que Moreno afirma que este lector de noticias es su cuate y da a entender que lo apoya- le dieron espacio para burlarse de la agresión, minimizarla y lanzar una grotesca sentencia: se lo merecía. La derecha no tiene moral o ética. Los otros, como vemos en el genocidio de Gaza, no importan. Son desechables. La finalidad es tener el poder. En el caso de la derecha mexicana, la violencia es la única vía que tiene para recuperar lo “perdido”. La vía electoral, como está demostrado, ya no les alcanza para gran cosa. Incluso, algunos analistas prevén que en el 2030 el PRI podría perder su registro. Por ello, como el líder del cartel inmobiliario, Jorge Romero, dirigente del PAN, dijo, solo les queda la violencia.

El dirigente del PAN, posteriormente intentó corregir su dicho, pero los mexicanos saben que es cierto. La vía electoral de la democracia burguesa les estorba. Por ello, urge la reforma electoral, así como lo fue la reforma del Poder Judicial. Morena asumió el poder político en 2018 y 2024, a nivel federal y en el Congreso de la Unión. Adicionalmente, ha ganado más de 20 gubernaturas, incluyendo la Jefatura de Gobierno de la CDMX. El hecho es que Morena se ajustó a la normativa existente, aprobada por el PRIAN. Cuando Lorenzo Córdova y sus amanuenses, el PRIAN, los medios corporativos golpistas se quejan por la supuesta “sobrerrepresentación” de Morena en el Congreso de la Unión, intentan confundir al pueblo mexicano. La Constitución mexicana es clara. Morena no está sobrerrepresentado. La fórmula para asignar curules, la inventó el PRIAN, y en 2018 se aplicó de la misma manera en que se aplicó en 2024.

Sin duda, el estertor del PRI es apabullante. Pero los mexicanos tienen que darse cuenta que es el mismo PRI que está cavando su tumba. La agresión a Gerardo Fernández Noroña es un ejemplo de la violencia que el PRI es capaz de practicar para obtener lo que por medio del voto popular jamás podrá obtener. La gente debe recordar que, durante el dominio del PRI, los votos a favor de sus candidatos eran simple fantasía. El PRI arrasaba, no solo porque no hubiera candidatos de oposición o, si los había, eran vilipendiados, sino por los múltiples mecanismos de fraude electoral. Muchas de las cifras atribuidas a los triunfos de varios candidatos del PRI a la presidencia de la Republica, fueron producto de fraudes de todo tipo. Compra de votos, relleno de urnas, desaparición de urnas, saqueo de urnas, ratón loco, etc. La “autoridad” electoral validaba todo. Quizás la elección en la que ganó Vicente Fox, haya sido la menos fraudulenta, pero se le entregó la presidencia porque Ernesto Zedillo pactó con Estados Unidos. Lo que demuestra que la “transición” que muchos académicos y politólogos aplaudieron, fue fraudulenta. La verdadera transición comenzó en 2018. El periodo neoliberal devastó la democracia burguesa.

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