El caso de Marcial Maciel es ejemplar en la Iglesia católica. Lo peor es
que fue protegido por el papa Juan Pablo II, un derechista que, si hubiese
vivido más, justificaría el genocidio en Gaza. Pero protegió, no solo a Maciel,
el gran depredador, sino también a cientos de jerarcas y sacerdotes de
distintos orígenes. No diré más, porque podrían acusarme de vengativo, pero
este escribano fue abusado por gente de la Iglesia católica. Ya es un asunto
resuelto en mi vida, pero me sigue asombrando el uso de la fe para justificar
el abuso en contra de mujeres y hombres. Sacerdotes, grandes jerarcas católicos
y pastores de las iglesias protestantes, son parte de la pedofilia y pederastia
institucionalizadas. En la iglesia católica, hombres y mujeres viven con culpa,
hasta que denuncian y enfrentan a sus monstruos, como es el caso de Marcial
Maciel, aunque su congregación, creada para acumular dinero privado y evadir el
abuso de su líder, siga en pie sin poder justificar sus abusos.
Cuando se habla de las diferentes denominaciones del protestantismo
estadounidense, es parte de la negación, aunque en Estados Unidos, donde
emergieron diversas denominaciones depredadoras de recursos privados y de
mujeres y hombres, sea parte de extensos litigios en contra de pastores abusivos,
quienes se enriquecieron y abusaron sexualmente de mujeres y hombres, muchos
menores de edad. En México, un sector de los protestantes llegó a México con el
famoso Instituto Lingüístico de Verano, instancia que colonizó a grupos
indígenas, en diversas regiones indígenas mexicanas, con el apoyo del gobierno
mexicano. El protestantismo en México se ha extendido en nuestro país con la
idea gubernamental de socavar la influencia de la iglesia católica, pero ha
entronizado otra influencia religiosa e ideológica con ese protestantismo
abusivo y que se ha enriquecido extrayendo recursos de sus seguidores, lo que,
en algunas situaciones, justifica el abuso y perversión de los pastores
evangélicos. La Iglesia del Mundo es solo un ejemplo.
La Iglesia del Mundo, resume las sangrías de la Iglesia católica. El protestantismo,
en general, es parte de un cisma en el seno de la Iglesia católica, en la que
las veleidades de los jerarcas de la época, incluyendo Papas, cardenales,
obispos y otros miembros, se imponían. Recordemos el caso del Papa Borgia,
quien hasta embarazó a su hija Lucrecia Borgia, los casos de la poderosa
familia Medici, que incluyó diversas atrocidades. Los protestantes, encabezados
por Lutero y Calvino, vislumbraron la fe cristiana desde otra perspectiva, pero
en Estados Unidos, múltiples denominaciones se convirtieron en transnacionales
de una fe basada en los negocios, la expoliación y el abuso. El famoso espíritu
del capitalismo protestante, tan celebrado por el excelso sociólogo alemán Max
Weber, cayó en tierra fértil.
No hay duda de que la Iglesia del Mundo, parte de ese protestantismo
fragmentado y reelaborado –los mormones y su Iglesia de los Santos de los
Últimos Días y una serie de sectas que proliferan por Estados Unidos, y han
tenido entre sus fines suicidios colectivos- es el exceso de un cristianismo que
asume una fe tergiversada y perversa. Además de arrebatarle a sus miembros sus
recursos pecuniarios –diezmos obligatorios, herencias, etc.-, les mienten en su
fe. Reclutan mujeres, muchas niñas, o niños- para abusar de ellos. Todo en
nombre de un Dios que es usado para justificar abusos y expoliación. En México,
la Luz del Mundo tiene crecientes miembros –conozco varios-, así como los
pentecostales, que usan el Pentecostés como un gran acontecimiento para
afianzar sus abusos y expoliaciones.
Con todo, la fe parece ser un enigma y un gran resorte para que muchos
se acerquen a esas denominaciones y sectas. Por supuesto, el catolicismo es una
fe que ha sucumbido ante sus propios fieles. La fe católica, no solo es
rebasada, también es cuestionada para que cientos, si no es que miles, vean en
los protestantismos una supuesta respuesta a sus carencias ideológicas humanas.
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