viernes, 12 de septiembre de 2025

Kirk: la retórica izquierdizante de la ultraderecha

 

Un joven blanco disparó el rifle que le arrebató la vida al fascista Charlie Kirk. Ni izquierdista, ni negro, ni hispano, ni gay. Según la información surgida después de su captura, en realidad entrega por su propio padre blanco, el joven repelía la narrativa del ultraderechista, quien banalizaba los asesinatos masivos, además de celebrar que los estadounidenses blancos tengan acceso a todo tipo de armas, cuando fue alcanzado por una bala de un fusil de asalto. Su asesino es parte de ese Estados Unidos WASP. Kirk pretendía, como Trump respecto al papel del imperio en el mundo, poner a los blancos por encima de cualquier otro habitante de ese país. Buscaba que los humanos no blancos fueran expulsados de Estados Unidos. En su delirio fascista, creía que los inmigrantes blancos tenían el “derecho” a ese país, mientras los demás eran invasores. Incluso, intentaba “limpiar” la sangre blanca de toda “contaminación”, una de las quimeras Trumpistas.

Señalar que el asesino es un hombre blanco, conservador, aunque rechazaba la retórica de Kirk, no es ocioso. Donald Trump cree que todo lo malo y perverso viene de la izquierda o de los inmigrantes no blancos, o de los afroamericanos. Pero Tyler Robinson no es izquierdista, es un blanco conservador. Hay cuestionamientos adversos de la izquierda buenaondita mexicana a la idea de que Charlie Kirk fue devorado por su propio odio. Señala que Kirk tenía derecho a decir lo que quisiera. Sí, pero nunca se responsabilizó del odio que generaba. Sus posturas en contra del aborto, la población LGBT+ y los mexicanos, eran parte de su discurso de odio, no simples “opiniones”. Es fácil argumentar que lo que se diga es parte de nuestro derecho a decir lo que sea, pero es importante hacerse responsable de esos dichos, sobre todo porque cuando el odio es fundamento de lo que se diga, es evidente.

Ahora bien, Tyler Robinson hizo un disparo preciso desde una lejana azotea, usando un rifle de asalto que los estadounidenses pueden comprar, no solo en cualquier armería y tienda de la esquina, sino incluso en Wal-Mart. Charlie Kirk defendía con ahínco el derecho de los estadounidenses a tener armas. Hasta justificó las muertes de “algunos”, con la finalidad de “preservar” la enmienda constitucional que permite tener armas. Robinson no fue un improvisado. Al parecer estaba muy bien entrenado. Para llevar su rifle de asalto a esa azotea, sin que llamara la atención, lo traslado desmontado; en la azotea, tuvo que ensamblarlo para hacer ese tiro de precisión. Lo que muestra que Robinson actuó con alevosía y ventaja, como se dice en México. Fue un asesino entrenado –muy bien entrenado- y de sangre fría. Podrá la prensa de Estados Unidos argumentar que el odio contra Kirk lo condujo a hacer el disparo, pero en realidad hay un contexto en el que este joven, hijo de un republicano, se crió.

El conservadurismo estadounidense, en realidad la ultraderecha que alcanza tintes fascistas, aunque a la izquierda buenaondita mexicana no le guste mucho el mote de fascistas, está socavando la sociedad estadounidense, en muchos sentidos. No solo ideológica y políticamente, sino presionando para que los derechos de mujeres y hombres sean enterrados. Pero el asesinato de Kirk, no beneficia a los acusados por Trump, sino a la misma derecha. El gobernador republicano de Utah dijo, al anunciar que el asesino de Kirk había sido detenido, que lamentaba que no fuera un extranjero –hispano, negro, gay- el asesino. Fue el hijo de un republicano. Esta situación será pronto reciclada por la derecha y la ultraderecha de Estados Unidos. Por ejemplo, al otorgarle una medalla post mortem a Kirk, Donald Trump lo ha hecho un mártir de un movimiento que socava la sociedad estadounidense. No se trata nada más de “polarización”, sino de que los blancos sean el centro de ese país, aunque implique deshumanizar al otro. Los blancos estadounidenses no son los únicos humanos. Kirk sembraba la idea de que los blancos eran –son- los únicos que deberían estar en el país del norte. Los demás –negros, hispanos, asiáticos, indígenas originarios, etc.- son invasores de su país blanco.

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