La primera mujer presidenta de México, cumple un año en el gobierno de
la República. Los retos son múltiples, los avances también. Quizás uno de los
grandes retos para esta mujer, judía mexicana, activista de movimientos
sociales de izquierda y progresistas, universitaria, obradorista, ha sido
conservar el legado de AMLO, pero también apartándose e imprimiendo su sello a
la 4T. Como ella lo planteó desde hace mucho, el segundo piso de la 4T está
avanzando. En este primer año, su aprobación está entre 75 y 80%, según
distintas encuestas. Millones de mexicanos la apoyan, millones de mexicanos ven
en su gobierno distintos beneficios, millones de mexicanos están de acuerdo con
la manera en que ha manejado la relación México-Estados Unidos. Mientras, sus
opositores se siguen hundiendo. Es el caso, casi paradigmático, del supuesto
empresario, agiotista, deudor, delincuente, Ricardo Salinas Pliego, cuyos
discursos explotan en la nadería. La reciente entrevista -¿pagada?- en FoxNews,
la televisora ultraderechista estadounidense Trumpista, se resume en mentiras e
imbecilidades de un ignorante que se la pasa en sus yates, pero su “imperio”
empresarial se hunde.
Claudia Sheinbaum, llega a su primer año, no solo con una alta
aprobación, incluso mayor que la que tuvo AMLO, como una mujer fuerte, capaz de
manejar un país tan complejo, inteligente en el manejo con la relación
México-Estados Unidos, con un esquizofrénico y abusivo Donald Trump en
Washington, y cumpliendo sus compromisos, además de ovaciones en los 32 estados
de la República. Con todo, hay retos muy importantes. La economía, la política
interna, la política externa, imponen cuestiones que hay que atender. En términos
económicos, se trata de salvaguardar la dinámica interna, en particular, para
que se avance sobre ciertos cauces. El FMI ha modificado sus previsiones de
crecimiento económico, pero la incertidumbre, como muchos analistas establecen,
prevalece. En la política interna, la oposición, redundante y escandalosa,
sigue con sus campañas en redes y en los medios corporativos golpistas, pero con
una narrativa mentirosa y sin fundamentos. La derecha no oculta sus intenciones
de golpear y derrocar al gobierno legítimo.
Otro gran reto es la política social del gobierno mexicano. Millones de
mexicanos siguen recibiendo, sin falta, los apoyos que se han convertido en
derechos constitucionales. Mujeres de distintos sectores, estudiantes, personas
discapacitadas, adultos mayores, reciben una bolsa que supera el billón de
pesos anuales. Acorde con el próximo presupuesto de egresos e ingresos de la
Federación, esta tendencia se mantendrá, pero el envejecimiento de la población
mexicana continuará. Según los últimos datos del INEGI y el CONAPO, la tasa de
nacimientos, seguirá reduciéndose. En las próximas décadas se prevé una tasa de
población más baja, en tanto los adultos mayores seguirán creciendo.
En cuanto a la política externa, económica y diplomática, la presidenta
de México enfrenta al energúmeno naranja. A la fecha, Donald Trump no ha
logrado que las grandes transnacionales estadounidenses trasladen sus fábricas
a Estados Unidos. A una armadora estadounidense automovilística no le conviene
trasladar sus talleres, pues una gran parte de sus componentes no son
producidos en un solo país, sino en varios países. Además de que se necesitaría
mano de obra altamente especializada en la industria automotriz, la que no
existe en el país del norte –es decir, fragmentada- los procesos productivos
transnacionales poco tienen que ver con los deseos Trumpistas. Millones de
estadounidenses no quieren seguir siendo obreros o farmers. Buscan insertarse
en mercados laborales urbanos, no obreros o tampoco campesinos, sino en
posiciones urbanas.
Quizás el mayor reto de la presidenta es mantener un país a flote. Las amenazas
de la oposición son caricaturas de lo que puede hacer en México. Dan risa y
ternura los amenazantes derechistas.
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