miércoles, 25 de abril de 2012

Elecciones, candidatos y migrantes


Las elecciones presidenciales, tanto en México como en Estados Unidos, se mueven de formas caprichosas. En nuestro país, cuatro candidatos arremeten mediáticamente contra los ciudadanos, pero en dos casos el guión ya está trazado, por lo que los monopolios televisivos, radiofónicos y periodísticos están a su servicio sin rubor.
Desde mi punto de vista, en la Internet es donde se están dando batallas más interesantes, pues el compromiso de algunos ciudadanos y la zalamería de otros que suponen estar en los medios tradicionales, protagonizan duelos abiertos y sin tapujos. La libertad en la red de redes alienta movilizaciones y críticas virtuales de gran potencia.
En Estados Unidos las batallas están comenzando. Definido el candidato republicano, el presidente Obama está dirigiendo parte de su batería electoral a un individuo cuyas posturas radicales favorecen al establishment y las fuerzas antiinmigrantes. El presidente Obama busca el voto latino y al blanco clasemediero para refrendar su mandato.
Como parte de la batalla electoral en Estados Unidos, la reforma migratoria comprehensiva regresa a la arena política, pero en esta ocasión con profundas divisiones entre el electorado y un activismo pro y antiinmigrante creciente. Esta semana se discute en la SCJN la ley SB1070 y sus resultados incidirán en el uso político de la reforma migratoria.
En México ninguno de los candidatos presidenciales ha tocado el tema de la migración mexicana seriamente. El abanderado de las izquierdas señaló que si gana Obama, la reforma migratoria tendría el camino despejado, pero parece ser retórica pura, pues el tema migratorio es abordado de manera particular en Estados Unidos.
Asimismo, el embajador de México en ese país afirmó, no sin razón, que de haber reforma migratoria no sería fruto de un acuerdo entre países y gobiernos, pues la visión estadounidense refrenda el tema inmigratorio como un asunto estrictamente doméstico, en el que la opinión de los países expulsores de migrantes no cuenta.
Tampoco ningún candidato ha mencionado el tema de los transmigrantes y el tráfico de personas que está asociado al movimiento masivo de personas de allende nuestra frontera sur que busca alcanzar territorio estadounidense. Mientras los defensores de los derechos de los migrantes son amenazados, los candidatos guardan silencio.
En ambos países, los temas económicos dominan las campañas. El lento crecimiento de la economía estadounidense, los vaivenes del mercado laboral, son asuntos destacados en las mediciones de la opinión pública en ese país. El reciente estudio del Pew Hispanic Center que refrenda la interrupción de la migración mexicana, tendrá buen uso político.
Con todo, la nueva promesa sobre la reforma migratoria todavía no consigue entre los latinos una postura definitoria. En estos cuatro años lo que se profundizó fue la política inmigratoria que el ex–presidente Bush reforzó a raíz de los ataques terroristas de 2001. Las deportaciones de mexicanos y otros indocumentados siguen al alza.
El tema en el que coincide plenamente el actual gobierno panista, y de seguro la abanderada del PAN refrendará, es la seguridad en la frontera de ambos países, donde la inmigración indocumentada juega un papel, y cuyas implicaciones para la migración mexicana y la transmigración pueden ser graves, pues podría reforzar a la delincuencia organizada.
La inseguridad en las fronteras México-Estados Unidos y México-Centroamérica, es de particular interés geopolítico para la nación allende el Bravo. La migración y la transmigración son parte de la política estadounidense como tema de seguridad doméstica, pero en nuestro país apenas se discuten abiertamente.
Como era de esperarse, el reciente estudio del Pew Hispanic Center ya está siendo usado políticamente por el gobierno mexicano, que afirma que el empleo en México ha llevado a la migración mexicana a tasa cero. Desde mi punto de vista, esta descarada manipulación tiene el fin de ocultar el desastre nacional.
En Estados Unidos el tema migratorio estará presente en el debate electoral, en parte como promesa para reconquistar los votos latinos y en parte como reforzamiento del activismo antiinmigrante. En México, el desplazamiento de las personas no es motivo de interés para el discurso y las propuestas de cuatro candidatos presidenciales.
Desde mi punto de vista, quien gane la elección mexicana no va a poner en la mesa de la relación bilateral el tema migratorio, pues no parece convenir a los intereses, tanto de los candidatos y sus partidos como de la propia relación entre ambos países. Seguirá siendo un asunto que las inercias económicas y políticas redefinan.
Asimismo, si en Estados Unidos el presidente Obama consigue otro mandato, la reforma migratoria que proponga de seguro que tendrá serias limitaciones, porque buscará engarzar la actual política inmigratoria restrictiva con alguna vía que atienda el clamor de los grupos pro-inmigrantes y antiinmigrantes.
En México, urge una política migratoria que enfoque integralmente la emigración a Estados Unidos, la transmigración, la movilidad interna con sus implicaciones y el desplazamiento producto de la inseguridad y la violencia. Aparte de las ocurrencias de algunos legisladores, entre los candidatos y los partidos políticos no parece haber el mayor interés.

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