miércoles, 2 de mayo de 2012

Migración cero

La sensible baja de la migración mexicana a Estados Unidos, confirmada por un estudio del Pew Hispanic Center, tuvo buenos usos políticos y mediáticos, pero los factores detrás del descenso fueron ignorados. Incluso Felipe Calderón abusó de la información señalando que la creación de empleos en nuestro país explicaba esta situación.
Sin embargo, como lo hemos venido comentando en diversos foros, la disminución de la migración mexicana obedece a factores externos básicamente. La crisis económica en Estados Unidos, el reforzamiento de los controles fronterizos y el aumento de las deportaciones, destacan en el proceso.
La caída en las detenciones de inmigrantes indocumentados en la frontera norte muestra la efectividad de la política inmigratoria estadounidense que reforzó la vigilancia, aumentó el número de agentes e incrementó el uso de tecnología militar de punta para la detección y control de la movilidad humana.
El impacto de la crisis en el mercado laboral estadounidense tuvo su mayor expresión en la caída de las remesas, las que después de siete meses han comenzado una lenta recuperación, lo que indica que los indocumentados y la población latina en general también está en proceso de recuperación de las plazas laborales perdidas.
Pero esta recuperación tiene aún importantes claroscuros pues la economía de ese país muestra todavía signos adversos. Los sectores que demandan mano de obra indocumentada están sujetos también a las presiones de las leyes y posiciones anti inmigrantes. La discusión inicial de la SB1070 de Arizona no vislumbra una solución favorable.
La composición de la SCJN de Estados Unidos, dominada por jueces conservadores, podría inclinar la balanza en favor de la Ley SB1070, lo que se extendería a otras normativas cuestionadas por su alto grado antiinmigrante (Alabama, por ejemplo). Sin duda éste sería un golpe negativo para la campaña reeleccionista del presidente Obama.
Un aspecto destacable del descenso de la migración mexicana es el carácter que ha adquirido el proceso de deportación. Por un lado, en los centros de trabajo y en las calles arrecian las detenciones, y por el otro, como lo destaca el Colef, Estados Unidos está deportando más gente de la que está entrando a ese país.
Como destacan las estadísticas del Departamento de Seguridad Interna de ese país (DHS, por sus siglas en inglés), las detenciones en la frontera han caído a sus niveles más bajos en los últimos tres años, mientras tierra adentro crecen las detenciones y las deportaciones sin miramientos de indocumentados que tenían entre uno y cinco años en la clandestinidad.
Por lo mismo, como el reporte Trac de la Universidad de Syracuse lo muestra, tanto los casos de encarcelamiento como los procesos por violaciones a las leyes inmigratorias van en ascenso. Asimismo, las cárceles estadounidenses confinan actualmente a numerosos inmigrantes, cuya criminalización es evidente, según registran activistas pro inmigrantes.
En el caso de los controles migratorios, la caída en las detenciones combina el aumento de agentes que vigilan la frontera y el uso de tecnologías de tipo militar. A la construcción del muro fronterizo siguió el levantamiento de un muro virtual con cámaras que detectan el movimiento por el calor corporal y otros sensores militares.
Como vemos, esto es lo que significa la migración cero: un indicador de las entradas y salidas de la migración mexicana a Estados Unidos, cuya explicación no está en México, tierra arrasada por una vergonzosa guerra que ha dejado más de 60 mil muertos y ha producido desplazamientos masivos internos, no reconocidos oficialmente.
La población que en nuestro país huye de la violencia de la guerra contra el narco y las masacres entre los cárteles, está impedida de cruzar la frontera por una política inmigratoria restrictiva y anti inmigrante. Como lo he constatado en algunas entrevistas de campo, a algunos estados del centro-occidente de México han llegado algunos desplazados.
En Michoacán, tanto la capital del estado como algunas ciudades medias y zonas metropolitanas están experimentando cambios profundos en sus movimientos de población. La pobreza endémica, el trabajo jornalero y los desplazamientos producto de las presiones de la delincuencia organizada han intensificado la movilidad poblacional.
Los resultados del Pew Hispanic Center, en ningún momento sugieren el fin de la migración mexicana a Estados Unidos. Hablan de su descenso y proporcionan una visión certera de los factores que están produciendo esa baja. Esta información debería servir para que en México se diseñen e implementen políticas públicas para atender este hecho.
Asimismo, la migración cero muestra cómo las medidas implementadas por el gobierno estadounidense pueden normar y regular los flujos migratorios, cuya tendencia a la baja fue percibida a partir del 2007. Quizás se ha llegado a su punto más profundo y para que se sostenga, la política inmigratoria estadounidense tendrá que mantenerse.
Si la SCJN de Estados Unidos avala, con modificaciones sustanciales pero aduciendo que los estados pueden implementar medidas que regulen la inmigración indocumentada en sus territorios, la propuesta de reforma migratoria comprehensiva que será relanzada en busca de votos latinos se verá severamente limitada.
Como parte de este proceso, propuestas como la Dream Act y los beneficios para los inmigrantes, se verían seriamente cuestionados. De ganar Barack Obama la reelección, cualquier propuesta que se enarbole será limitada; tal vez favorezca a los patrones, pero a la población indocumentada le impondría múltiples condiciones para permanecer en ese país.
En México, como lo he comentado en otras colaboraciones, ningún candidato ha propuesto algo para repensar el proceso migratorio México-Estados Unidos. Pero cualquier propuesta debe tener en cuenta los flujos migratorios mexicanos, la transmigración, los desplazados de la violencia y la migración interna.
La atención al flujo migratorio México-Estados Unidos debe integrar una visión de la complejidad sociocultural, económica, política y binacional del fenómeno. Si bien la principal motivación para emigrar a ese país sigue siendo económica, hay un conjunto de aspectos que norman, regulan y movilizan a los mexicanos.
El caso de los deportados debe recibir particular atención, pues también implica la salida forzosa de ese país de mexicanos que llevan viviendo allá varios años; muchos con hijos nacidos en Estados Unidos, provocando rupturas en las familias y graves daños a infantes. En la mayoría de los casos, los deportados se enfrentan a una realidad mexicana dramática.
La transmigración es de urgente atención. Aplicar las directrices estadounidenses para detener los flujos migratorios del sur ha tenido consecuencias devastadoras. Tal es el caso de la delincuencia organizada que ha convertido a los transmigrantes en objeto de secuestro, asesinato, abuso, con la complicidad de muchas autoridades mexicanas.
Sin duda, el tema de los desplazados por la violencia de la guerra contra las drogas y los enfrentamientos entre cárteles es de particular preocupación. Además de que oficialmente no se reconoce, no existen los instrumentos jurídicos y de política pública para atender la movilidad humana por esta situación que ha producido miles de muertos.

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