miércoles, 30 de noviembre de 2022

Dos marchas ¿polarización o cultura política?

 La oposición mexicana ha insistido en su narrativa de la polarización, la que dicen, es promovida por #AMLO. Centra su atención en la conferencia matutina del presidente de México, pues como ejercicio de comunicación #AMLO responde, no solo las preguntas de los reporteros que asisten de lunes a viernes, sino también a la andanada de ataques, mentiras, #Fakenews, insultos, odio y desprecio de diferentes sectores de la derecha y la ultraderecha. Según los dirigentes de los partidos derechistas, los medios corporativos y sus columneros, son “censurados” por el poder presidencial, pero la desinformación, independientemente de donde venga, vulnera principios básicos como la libertad de expresión y el derecho a la información. Los derechistas mexicanos pretenden elevar la manipulación y mentiras a esencia de la libertad de expresión.

En este sentido, la prensa corporativa se ha comprometido a ensalzar la marcha del 13 de noviembre y a denostar la del 27 de noviembre, encabezada por el presidente de México, quien durante cinco horas caminó arropado por quienes están comprometidos porque la transformación del país avance. Asimismo, en los medios corporativos (radio, televisión, prensa, plataformas de Internet), con algunas excepciones –Denise Maerker, Ricardo Raphael- la sincronización de denuestos y falta de argumentos contra #AMLO, la #4T y los ciudadanos que los apoyan es cotidiana, pero insisten en que el presidente de México polariza, mientras elogian la #MarchaFifi, la que, dicen, fue de ciudadanos, la sociedad civil, concepto que fue secuestrado por la minoría que hoy se siente agraviada y dice defender la democracia.

Sin embargo, es importante pensar ambas marchas desde una perspectiva ciudadana y la cultura política. La #MarchaFifi, reunió a ciudadanos de varios sectores de clase, predominando grupos privilegiados, aspiracionistas y algunos populares que al parecer fueron engañados o comprados para hacer de esa marcha un número mediático. Pero lo importante es cómo los organizadores lograron conjuntar, por un lado, a la derecha partidista, empresarial y oligárquica aliados actualmente para golpear a #AMLO y su gobierno, y por el otro, a un grupo de ciudadanos que defienden, consciente o inconscientemente, privilegios, abusos, saqueo, corrupción. Ciudadanos que se caracterizan por odiar y despreciar a otros mexicanos. Ciudadanos que mienten y defienden mentiras. La cultura política asociada a las viejas cúpulas partidistas, el empresariado conservador y la derecha y ultraderecha.

Por su parte, la #AMLOMarcha, reunió a ciudadanos celebrando, apoyando, agradeciendo, acompañando en la calle a un líder, fundiéndose en un movimiento y una movilización. Sin odio, sin insultos. Fraternidad, sororidad y multiclasista. Por supuesto, la mayoría de los participantes fueron el pueblo en sentido esctricto, aunque sectores de las clases medias, empresariales y algunos ricos hicieron presencia en la multitudinaria marcha. No me cabe duda, que es el México que avanza, cuya cultura política se nutre, en parte de esa vieja cultura política, pero sobre todo de la asimilación de los cambios que están en marcha. Quienes hablan de polarización, deberían informarse, documentarse, observar y analizar la realidad desde una perspectiva novedosa, conceptual, política e ideológicamente hablando, no como los medios corporativos, los políticos y empresarios corruptos y saqueadores lo siguen haciendo. Entonces, la polarizan viene del odio, desprecio, insultos.

La visión de la derecha está anclada en prejuicios, la cultura política tradicional, odio y desprecio. No saben cómo entender y analizar la realidad, el cambio, la emergencia de una nueva cultura política. Por eso, el llamado a la “reconciliación” que hoy enarbola el traidor Ricardo Monreal, es una falacia, pues no hay ruptura social. Las diferencias políticas se han abierto, pero la polarización es el discurso de la derecha, las elites.

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