En los alegatos de la “izquierda verdadera” y la derecha sobresale un objetivo común: golpear a AMLO, la 4T y la izquierda electoral representada por Morena. Pero este fin diverge en las dos tendencias políticas e ideológicas. Con el neoliberalismo, una buena parte de la izquierda mexicana y mundial, en general, se quedó sin causas. Múltiples ONG y OSC fueron capturando las diversas causas sociales que regularmente movían a distintos grupos izquierdistas –de los moderados a los extremistas. Las ONG y OSC han estado ligadas, la mayoría, a la derecha; algunas a la izquierda. Y en conjunto, fueron cooptadas también por el Estado, los gobiernos neoliberales y los gobiernos extranjeros. Durante el neoliberalismo en México, a través de la SEDESOL se construyó un padrón para financiar a ONG y OSC con dinero público, además de regularlas, incidir en las causas que lideraban, corporativizarlas y convertirlas en clientelas políticas.
La izquierda en general, en el contexto del colapso del Muro de Berlín,
la Unión Soviética y el rechazo al marxismo, se convirtió en paria sin causas,
mientras el neoliberalismo asaltaba el poder económico y político enarbolando
la globalización como su mayor triunfo. El Consenso de Washington, no solo
buscó replantear las bases del capitalismo en crisis, sino también imponer el
neoliberalismo como el pensamiento único. Francis Fukuyama fue enfático cuando
afirmó que la historia se había terminado y la acumulación de capital reinaría
por siempre. La humanidad ya no podía esperar otro sistema económico y social.
El neoliberalismo había llegado para socavar todos los ideales de cambio y
transformación, radical o moderada, con el mercado como único principio de las
relaciones sociales y económicas. En este marco, la izquierda se fragmentó,
agazapó y algunos miembros antes prominentes en las luchas sociales, se
entregaron al neoliberalismo.
El movimiento encabezado por AMLO, se abrió a múltiples grupos y
tendencias, pero lo fundamental fue su enraizamiento en las movilizaciones y
luchas de los pueblos, recuperando causas y reorientando la contienda y sus objetivos.
En el camino, parte de la izquierda abrazó el neoliberalismo; otro sector,
encontró en la academia y los medios corporativos, su lugar. El problema es que
esa izquierda se quedó sin causas sociales, mientras construía torres de marfil
en las universidades públicas y escribía para revistas académicas o de
divulgación política. Detrás de su narrativa academicista y análisis
sustentados en los paradigmas vigentes, estaba la necesidad de prestigio, el
gozo de privilegios, la competencia exacerbada por la tecnocracia neoliberal
por medio de organismos que fomentaban la investigación científica y
tecnológica, y los sistemas de premios a investigadores noveles y consolidados.
Y el neoliberalismo se impuso. No solo respecto a las torres de marfil
en las universidades públicas, las que a través de sindicatos que presionaban
por demandas justas que se convirtieron en privilegios de académicos, sino por medio
de la constitución de un sistema nacional que obligaba a competir por premios
económicos, prestigio por publicaciones arbitradas, asistencia a congresos,
posiciones en la estructura académica, y disolución de ideologías y posturas
políticas “radicales”. El proceso implicó, para muchos académicos, asumir el
neoliberalismo sin crítica. Incluso, algunos académicos que durante el periodo
neoliberal se seguían asumiendo de izquierda, radicalizaron sus posiciones en
contra de la lucha de los pueblos. Muy pocos denunciaron o se movilizaron por
los crímenes de lesa humanidad del gobierno de Felipe Calderón y de Enrique
Peña Nieto. Algunos, para vergüenza de la izquierda radical y moderada, dudaron
de las evidencias no oficiales sobre el caso Ayotzinapa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario