A juzgar por los recientes acontecimientos (juez deja sin efecto orden de aprehensión contra el exnarcogoberladrón Francisco García Cabeza de Vaca, liberan y retiran cargos a Rosario Robles por la Estafa Maestra, desbloquean cuentas de la esposa del exnarcofuncionario Genaro García Luna y uno de sus narcoamigos Luis Cárdenas Palomino, entre otros), las argucias leguleyas de distintos jueces del Poder Judicial van caminando. Al parecer, la orden de la ministra presidenta Norma Piña declarando la “autonomía” de los juzgadores, está siendo bien aplicada por las mafias de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), el Consejo de la Judicatura y el Poder Judicial. El Lawfare y el golpe blando avanzan liberando a acusados por narcos, torturadores, corruptos, saqueadores y desbloqueando dinero saqueado del erario público procedente del narco. ¿Sumando “líderes” a la oposición derechista y ultraderechista? ¿Es cool ser amigo, cómplice y de corruptos y saqueadores?
Uno de los aspectos centrales del Lawfare, es el uso faccioso,
partidista y oligárquico de la normatividad jurídica contra los gobiernos
progresistas y de izquierda, electos democráticamente, pero en estos casos la
oligarquía está usando al Poder Judicial para reconformar la estructura de las
elites políticas con sus viejas piezas que hoy se llaman “perseguidos políticos”.
Se está reforzando e integrando también un cartel de jueces que abusa de las
leyes para limpiar delitos y mafiosos políticos, quizás en ensayo de lo que
podría venir ante las elecciones en 2023 y 2024. La “defensa” del INE, la
congregación de ciudadanos del 26 de febrero, la desaparición de cargos a
delincuentes, son parte del escenario de una vía del Lawfare. El Estado de
leyes construido en la globalización. Sabemos que muchas regulaciones –comerciales,
derechos, finanzas, etc.- fueron impuestas por organismos multilaterales
promovidos y financiados por los estados imperiales, las multinacionales y la
oligarquía globalizadora.
La serie de amparos concedidos y reversiones de procesos jurídicos, muestran
a un Poder Judicial corrupto y preparado para golpear la democracia, sin
importar la justicia ni los derechos de millones de ciudadanos. Parece obvio
que el discurso de la ministra Piña al asumir la presidencia de la SCJN, fue
simple retórica respecto a la equidad de género y la protección de los derechos
de las mujeres. Nada extraño sería que la SCJN, la Judicatura, los jueces,
actúen para revertir derechos ganados por años de lucha ciudadana. La SCJN y
los órganos autónomos persisten en la violación de la Constitución, que
establece que ningún funcionario público puede tener un salario mayor al del
presidente de la República. Asimismo, los organismos encargados de regular la
industria energética, violentan la Constitución al amparar y dictar normas que
favorecen los monopolios privados. El libre mercado tan defendido por las
leyes, solo funciona cuando la empresa privada es favorecida.
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