martes, 11 de abril de 2023

La culpa es de los otros

 

En el país de las libertades y la democracia, donde un presidente desconoce las elecciones y arenga a sus seguidores fascistas para asaltar el Congreso, el país del mercado como único medio de las relaciones entre las personas, del individualismo extremo, de los multimillonarios juicios entre parejas por cuentas bancarias y bienes. Sí, en Estados Unidos, todo es preludio para la guerra, el machismo, nacionalismo, sexismo, exacerbados. En la creencia del pueblo y la nación elegida por un dios cristiano tergiversado, adorador del dinero, los privilegios, el racismo, el clasismo, los otros siempre son los culpables. Las adicciones, las pandillas, las mafias que controlan el tráfico de drogas, la producción de drogas legales, no competen a la sociedad y el gobierno estadounidense, sino a los perversos otros, allende sus fronteras.

Así como la inmigración fue declarada históricamente como un problema doméstico, en el que nadie externo puede opinar, o la arrogancia de juzgar a otras naciones como violadoras de derechos humanos, pero en su propio territorio las violaciones sistemáticas de los derechos humanos son cotidianas, las muertes por fentanilo, las adicciones, no son un problema de salud pública, sino de seguridad, por lo que hay que combatirlas, pero no adentro del territorio estadounidense, sino fuera de sus fronteras. Cualquier país, nación o pueblo que no viva acorde con las pautas de Estados Unidos, es visto como una amenaza. Y hay que intervenirlo, enviar marines, construir bases militares, organizar golpes de estado, aliarse con las oligarquías y elites políticas para derrocar gobiernos democráticos; que los otros paguen por problemas y conflictos internos.

Excepto algunos sectores más o menos progresistas, pues la izquierda en Estados Unidos es inexistente, e incluso el progresismo está colonizado por la derecha y ultraderecha bien representada por los partidos Republicano y Demócrata, las elites políticas, ligadas al complejo militar-industrial, a las transnacionales, los fondos buitres, las mafias internas y externas, son parte fundamental del problema de las adicciones en esa nación. A pesar de los cien mil o más muertos por fentanilo, nada puede alterar sus sacrosantas ganancias. Las farmacéuticas desarrollan nuevos medicamentos y drogas, muchas de las cuales venden a altísimos costos para los ciudadanos. Lo peor es que promueven las adicciones. Recién la FDA (por sus siglas en inglés, organismo que regula y aprueba medicamentos, drogas y nuevos tratamientos) aprobó el uso libre de otra droga para contrarrestar los efectos del fentanilo, pero nada de prevención, solo más adicciones.

Los estadounidenses están inmersos en problemas estructurales que tienen que ver con el capitalismo en Estados Unidos. Las adicciones, el amor por las armas, aunque la segunda enmienda garantiza su posesión y uso, la familia disfuncional perpetua, la expulsión de los hijos del hogar de origen –de seguro habrá hijos e hijas que se van voluntariamente- el racismo, el clasismo, la supremacía blanca, entre otras cuestiones que, aparte de ser un país de inmigrantes, con hombres y mujeres muy brillantes, extraordinarias ciudades, grandes industrias, definen a la sociedad estadounidense. Muchas personas y grupos poblacionales, arrobados por el llamado “sueño americano”, han emprendido difíciles travesías para asentarse en esa nación. Muchos alcanzan ese sueño, pero otros terminan atrapados en las contradicciones económicas, sociales, políticas, culturales e ideológicas que sustentan el capitalismo norteamericano.

Como parte de esas contradicciones, sobresalen la supremacía de una sociedad llevada por sus gobiernos republicanos y demócratas para invadir otros países, para sujetar a otros pueblos, para destruir gobiernos democráticos, e imponer el modo de vida norteamericano más allá de sus fronteras. Las adicciones y culpar a los otros, son parte estructural de la pasión estadounidense por el dinero, la ganancia desorbitada, la depredación. No hay duda que la idea del chivo expiatorio toma una connotación particular en Estados Unidos, como política gubernamental.

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