La idea del fin de la historia, expuesta por Francis Fukuyama en su
icónico libro El fin de la historia y el último hombre (The end of history and the last man, Free Press) en 1992, el cual
partió del polémico ensayo del autor ¿El
fin de la historia?, que apareció en 1989 en The National Interest, revista
conservadora, pregonó la instauración del pensamiento único, la victoria del
mercado, las democracias liberales, y el triunfo de Occidente, representado por
Estados Unidos. A la caída del muro de Berlín y la disolución del llamado
socialismo realmente existente (URSS), los neoliberales supusieron el fin de
las ideologías, justificando la dominación de la economía de mercado y la
oligarquía global rigiendo los destinos del capitalismo salvaje y depredador
como único fin de la humanidad. No hay nada más allá del capitalismo.
El pensamiento único busca proscribir ideologías e ideas que no reconocen
al neoliberalismo y el mercado como fundamento de un sistema económico que se
pretende eterno. En las universidades públicas y privadas, la educación básica,
la purga de todo pensamiento alternativo implicó educar a niños y jóvenes como
consumidores y hacerlos competir por una posición –oportunidades le llamaron-
escasa en la sociedad, exacerbando el individualismo y destruyendo la vida
comunitaria, los lazos comunales, la colectividad. La uniformidad es la
exigencia de una sociedad en la que el mercado rege. Conceptos como desarrollo
sustentable o sostenible, agencia, resiliencia, sociedad civil, entre otros,
buscaron justificar la acción individualista y grupal por medio de dinero
público y “donaciones” privatizados, mientras se constreñía al Estado.
Al capitalismo salvaje y depredador molesta el estado de bienestar, los
movimientos sociales, la vida comunitaria, la acción colectiva. Al constreñir
al Estado a su mínima expresión, potencializa a organizaciones de la llamada
sociedad civil para apropiarse, ideológica, políticamente, y en la práctica, de
algunas obligaciones y funciones de gobiernos y Estados nacionales, por medio
de la privatización y patrimonialización del dinero público, y el
financiamiento de las oligarquías disfrazado de filantropía. En este contexto,
la prepotencia de la derechista Denise Dresser, profesora del ITAM, nido
neoliberal y conservador, y de los medios golpistas, como el periódico #Reforma
y #AristeguiOnline, de exigir la desaparición de la conferencia del presidente
de México y la censura de #AMLO, tiene sentido. La gente solo debe hacer caso
de la agenda derechista.
En su columneta en el periódico #Reforma, la doctora Dresser abunda
sobre los dictados de la derecha. De un lado, reconoce agravios sociales, pero
afirma que el presidente de México los usa para polarizar, y por el otro, exige
censurar y callar a #AMLO, aunque se asume como la gran demócrata que no es. En
resumen, Denise Dresser demanda no hablar de los agravios sociales, de las
complicidades, los privilegios, de la perversa concentración de la riqueza en
pocas manos, y de la campaña de los medios corporativos golpistas para golpear
e intentar derribar a un gobierno legítimo y democráticamente electo, como la
oligarquía y las elites políticas vociferan. También, para la derecha, no es
simple censurar y clausurar la conferencia mañanera, sino lo que les importa es
que prevalezca la agenda de esa derecha cavernaria, fascista. Les urge capturar
y desvanecer al presidente, sus políticas gubernamentales, su cercanía con la
gente y sus respuestas a la derecha.
Ahora bien, la exigencia de Denise Dresser no es una postura personal,
menos una ocurrencia. Es la voz de la derecha mexicana, a la que le preocupa
que la agenda gubernamental tenga una plataforma de comunicación que llega a
miles de mexicanos y no depende de los medios corporativos golpistas y sus
escribanos. La agenda política e ideológica de la derecha languidece en el
desprestigio, sin autoridad moral y ética. Pero debemos tener claro, que este
aviso puede ser preludio del uso político y jurídico de instancias como el INE,
TEPJF, INAI, amparos judiciales e incluso la SCJN, para callar al presidente de
México y a millones de mexicanos. Estemos alerta.
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