lunes, 7 de agosto de 2023

La derechización de la izquierda

 Según la derecha, dos de sus candidatos a la presidencia para 2024 son de “izquierda”. En el caso de Xóchitl Gálvez, ella misma se autonombró “trotskista” y “sindicalista”, mientras el bloque derechista la promueve como santa, “indígena”, vendedora de gelatinas que se convirtió en empresaria exitosa. Santiago Creel, además de aferrarse a su cargo –ilegalmente- en la Cámara de Diputados, inventa que es objeto de “discriminación inversa” y que representa a la “izquierda” del PAN. El dueño de los membretes que agrupan al PAN, PRI y PRD, Claudio X. González, se dice “izquierda” y “activista social”. Sin duda, la derecha tergiversa, tanto los términos izquierda y derecha, como la historicidad de la disputa por el poder en el capitalismo, y las identidades de grupos, movimientos sociales y políticos, y organizaciones, clandestinas o no, que han confrontado abiertamente a la derecha, las dictaduras, el autoritarismo y al sistema capitalista.

Pero en este contexto, lo más lamentable es ver cómo personajes, académicos y grupos políticos que se asumen de izquierda –incluso con historias personales y organizativas de participación política en grupos comunistas, socialistas y sus diversas facciones (línea de masas, estalinistas, bolcheviques, marxistas, maoístas, partidos comunistas y socialistas, castristas, chavistas, socialdemócratas, etcétera)- se han colocado abiertamente a la derecha. No de la izquierda, sino en la derecha. No hay duda que los gobiernos progresistas que enarbolan banderas de izquierda, producto de movimientos y movilizaciones políticas y sociales, o parte de organizaciones clandestinas, que han alcanzado el poder político en diversos países –primera y segunda ola de gobiernos de izquierda y progresistas en América Latina- deben ser objeto de cuestionamientos desde cualquier espectro político, pero dejarse llevar por sus pasiones e intereses políticos, desinformación, ignorancia, odio, desprecio, no los hace ejemplos de izquierda.

Hay en esos cuestionamientos contra los gobiernos progresistas y de izquierda, mucho infantilismo, como lo señaló en el siglo pasado Lenin (El infantilismo de izquierda), o como el mismo Marx lo dijo: no soy marxista y la historia, cuando se repite, es una tragicomedia (18 brumario de Luis Bonaparte, Las guerras campesinas en Francia). Muchos izquierdistas mexicanos, sobre todo aquellos que tienen sus canales digitales, espacios como columnistas en la prensa corporativa, puestos académicos en universidades públicas y privadas, se han sumado a los coros derechistas. Han construido una narrativa “crítica” anti AMLO, contra el proyecto de nación promovido por el presidente de la República y los millones de ciudadanos que votaron por transformar este país y el liderazgo de AMLO. Incluso, han marchado con la derecha para “defender” al INE, instancia que desvirtúa la legislación electoral para censurar e intentar callar a AMLO, y la corrupta y saqueadora SCJN.

Buena parte de la izquierda mexicana y latinoamericana sucumbió al encanto pequeñoburgués del neoliberalismo. En muchas universidades públicas, los cuerpos académicos y docentes se anquilosaron y refugiaron en las migajas presupuestales que la tecnocracia les aventaba para construir feudos plagados de corrupción y saqueo. Asimismo, la izquierda partidista se deshizo de su discurso y organizaciones en busca de puestos en los gobiernos derechistas y organizaciones de la sociedad civil financiadas por las oligarquías y los gobiernos nacionales y extranjeros. El neoliberalismo, además de arrebatarle a la izquierda muchas de sus causas, coronó a grupos editoriales y académicos como autores y generadores de un pensamiento que sirvió para justificar la represión y persecución de movimientos sociales y políticos, líderes, estudiantes, campesinos, habitantes de las urbes. La globalización y el neoliberalismo diseminaron la idea del fin de la historia y la articulación de lo local, con la devastación y saqueo de los recursos naturales, como parte de las oportunidades y competitividad del capitalismo. Y esa izquierda se sumó entusiasta.

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