“No los he leído ni los voy a leer; adoctrinan y son ideologizantes”
Arzobispo de Morelia
Desde su aparición e institucionalización en 1959, mediante decreto del
presidente Adolfo López Mateos, al crear la Comisión Nacional de Libros de
Texto Gratuitos (CONALITEG), los libros de texto gratuitos, destinados a apoyar
la educación pública, han sido blanco de ataques de la derecha, pero nunca fue
un asunto meramente ideológico. La embestida también tiene fines políticos y
económicos. Durante el Porfiriato y la consolidación de los gobiernos
posrevolucionarios, el Estado mexicano regularmente proveía materiales
educativos gratuitos a las escuelas primarias, pero su escritura e impresión
estaba regida por autores y editoriales privados. La obligatoriedad y
establecimiento de textos únicos para la primaria, causó en su momento escozor
ideológico y económico, pues a partir de dicha disposición gubernamental, la
educación pública y privada sería orientada –argumentaban los conservadores-
por el gobierno. Por su parte, los autores y editoriales privadas verían sus
intereses –ideológico-políticos, unos, y económicos los otros, afectados.
La diferencia fundamental con aquel momento histórico, es el contexto
actual: un gobierno democráticamente electo por millones de mexicanos que
aprueban al presidente más votado en la historia de México, quien impulsa una
transformación en todos los ámbitos, y un grupo de empresarios, sectores de
clase media, oligarcas, políticos, partidos políticos, transnacionales, que
fueron afectados en sus intereses, particularmente económicos, que pregonan el
fracaso de un gobierno, aunque las cifras y los hechos los desmientan
diariamente. Asimismo, el artificial escándalo en torno a los libros de texto
gratuitos muestra la interacción entre ideología, política, elecciones y
negocios. La derecha mexicana, por medio de membretes nacionales de supuestos
padres de familia, regularmente sale de sus cloacas para atacar cualquier
política gubernamental que cuestione sus intereses patriarcales, pero en este
momento refuerza su alianza con el empresariado y los partidos políticos
golpistas para enrarecer el clima político y electoral, aprovechando la
estratagema electorera derechista para vociferar sus posturas.
Pero como entre los abajo firmantes destaca –desplegado pagado por la
derecha en los medios corporativos-, no es solo un asunto ideológico, político
y electoral, sino también económico. Varias casas editoriales, particularmente
transnacionales, apoyan los alegatos en contra los libros de texto gratuitos,
no porque les preocupe la “salud ideológica” o el “adoctrinamiento comunista”,
sino por los miles de millones de pesos que no están facturando para
imprimirlos. Asimismo, la torpeza ideológica y política de la derecha fascistoide,
es ilustrada muy bien por la declaración del Arzobispo de Morelia: para qué
leer si me voy a volver comunista. Así de simplista es un representante de la
Iglesia católica que se siente superior a los ciudadanos que no piensan como la
ideología católica lo establece. Porque el catolicismo también ideologiza y
adoctrina. No hay neutralidad en los 10 mandamientos y los evangelios del
Antiguo y el Nuevo testamento, o la Biblia católica, protestante, cristiana,
etc. La ignorancia y la desinformación promovida por la derecha cavernaria.
Y como era de esperarse, la SCJN acepta la controversia constitucional
promovida por la derecha panista de Chihuahua. La judicialización de los libros
de texto gratuitos nada tiene que ver con sus contenidos, en los que la palabra
comunismo aparece una sola vez en uno de los textos, pero como parte del
conocimiento histórico que Occidente ha legado. La derecha no solo pretende que
niños y adultos ignoren su historia, sino también conocer los momentos en los
que esa derecha ha cometido las atrocidades más deleznables en contra de la
humanidad.
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