En todo lo que va del sexenio de AMLO, la derecha ha usado el discurso presidencial, las conferencias matutinas y cualquier declaración del presidente, para acusarlo de dividir a los mexicanos. Incluso en la narrativa derechista destaca un supuesto llamado a la unidad, como si la sociedad mexicana fuera homogénea, lejana a cualquier conflicto social, sin clases sociales que la atraviesen. Busca seguir ocultando, no solo las profundas desigualdades que el capitalismo genera históricamente, sino también que en las últimas décadas la globalización y el modelo neoliberal ahondaron la pobreza, la marginación y concentraron la riqueza en pocas manos, por medio del saqueo y la corrupción del Estado y los gobiernos.
Con cualquier pretexto, la derecha lanza su anatema: polarización. El
presidente de México usa su conferencia de prensa matutina para dividir, gritan
los medios corporativos y sus escribanos a sueldo del empresariado golpista,
políticos, dirigentes y legisladores del #PRIANRD que usan sus cargos para golpear.
En cinco años, insultos, odio y desprecio ha salido de las filas partidistas
derechistas diariamente. Las redes sociales y las marchas de la derecha, han
sido el mayor escaparate de la polarización, mientras AMLO señala, con
información a su alcance, los agujeros sociales, económicos, fiscales,
políticos, que 30 años de gobiernos neoliberales dejaron en un país polarizado
históricamente, dividido por una oligarquía voraz, una clase política corrupta
y saqueadora, de un lado, y millones de mexicanos sumidos en la pobreza y la
marginación, del otro.
La adelantada contienda electoral de 2024 ha abierto la caja de Pandora
de la derecha mexicana. No solo porque su único interés es recuperar el país
que dice le arrebataron los mexicanos, sino también porque al calor de la
batalla sobresalen narrativas y actitudes racistas, clasistas, discriminatorias
de sus principales contendientes contra sus adversarios oficialistas, a quienes
en realidad ven como enemigos. Asimismo, las compasas de los candidatos
derechistas lucen su mejor antisemitismo y racismo. Como su principal producto
comercial, Xóchitl Gálvez, la derecha se distingue por inventar a una
“indígena” que supuestamente vendía gelatinas, pero no mencionó que es una
mujer millonaria por tráfico de influencias y uso indebido de sus cargos
públicos.
Pretender que Xóchitl Gálvez, por haber nacido en un pueblo de raíces
indígenas es, ipso facto, indígena, exhibe el oportunismo de la derecha. La
pretensión escala cuando mediáticamente se le presenta como una mujer que,
según la falsa historia de la misma candidata derechista, era pobre, vendía
gelatinas para sobrevivir, caminaba horas para ir a la escuela, pero sus
propios parientes que aún habitan en esa bucólica población la desmienten. Su
padre no murió en un petate, tampoco era alcohólico golpeador y todavía tienen
en propiedad la casa en la que la senadora vivió y creció. La impostura
“indígena” deviene así en cierta racialización de la contienda electoral,
además de intentar convertirla en una disputa de género. La denuncia de la
derechista contra el presidente de México por supuesta violencia en razón de
género es falsa, pues si el TEPJF falla en su favor, usaría ese alegato
feministoide contra la candidata puntera de Morena.
Además de que Santiago Creel es un patético político panista que cree
que haciéndose pasar como de izquierda le dará simpatías de ciertos sectores de
la izquierda derechista, su alegato de discriminación inversa contra el
presidente de México es otra impostura de la polarización derechista. Los
blancos jamás serán discriminados porque el solo hecho de su color de piel,
además de la clase social en la que se ubica, los convierte en privilegiados y
en una posición de poder y dominación. El Frente Amplio por México politiza las
diferencias de clase, racializa la contienda política y ensalza la
discriminación. El caso de Vicente Fox, para quien los candidatos de Morena son
judíos, fifís y extraterrestres, es realmente lamentable. La estupidez de la
derecha no solo promueve la xenofobia y el antisemitismo, al pretender hacer
creer que solo su candidata es mexicana, sino que también alienta el odio y el
desprecio de sectores de clase media y la oligarquía.
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